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Son muchos los palentinos que durante las últimas semanas se preguntan qué ha sucedido con uno de los restaurantes más emblemáticos de la capital, el Ponte Vecchio. 22 años de historia que continuarán a partir del próximo mes sin Mario Seoane, el propietario del establecimiento hostelero y que a sus 70 años ha decido colgar el mandil para disfrutar de otras aficiones como el deporte o la lectura.
El relevo lo ha tomado Anselmo Fierro Pedrosa, del Grupo Villoldo, quien ha decidido, junto con Seoane, que no se pierda la esencia italiana del restaurante italopalentino. «Todos conocemos el Ponte Vecchio y a Mario. Él tenía la idea de mantener otros tres o cuatro años más el negocio y en este confinamiento reflexiona y se plantea enfrentarse a esta incertidumbre. Estaba en la edad de jubilarse y decide que no sigue», detalla Fierro Pedrosa, la tercera generación de un negocio que emprendió su abuelo, Anselmo Pedrosa, con el hotel-restaurante Estrella del Bajo Carrión en Villoldo.
Tras conocer Fierro Pedrosa los deseos de Mario Seoane, estos se pusieron en contacto para fraguar el proyecto continuista del Ponte Vecchio. «Mario tenía un negocio en el que ha dejado la piel y una plantilla que es fantástica. Empezó a buscar a alguien que se hiciera cargo del negocio. A mí siempre me ha gustado, ya que en mi carrera profesional he trabajado con mucha gastronomía italiana. Además es un local con más de 20 años de historia que está funcionando», relata el ya nuevo propietario, a quien no le da miedo emprender en plena pandemia de la covid-19. «Nosotros tenemos una gran estructura y podemos resistir abrir en octubre, aún sabiendo que es una mala fecha», continúa.
Con pandemia o sin ella, una fecha menos propicia para un buen arranque o no, la línea de negocio no va a variar con la presencia del Grupo Villoldo en los fogones y hornos italianos. «No queríamos dejar morir el negocio y vimos una oportunidad. Seguiremos con los mismos precios y el mismo concepto. Eso sí, vamos a pegar un toque a la carta, pero no uno nuestro, uno que podía haber hecho perfectamente Mario. Contrataremos un asesor italiano, aunque el jefe de cocina seguirá siendo el mismo. La carta será un pelín más moderna sin perder la esencia. Además, aprovechamos para pintar un poco y reemplazar las cortinas, pero el cliente no va a percibir un gran cambio», describe el nuevo propietario, que destaca del negocio que sea el único italiano en la ciudad. «En Palencia hay muchas pizzerías, pero no hay más restaurantes italianos. En todas las ciudades es necesario, pues siempre es un recurso fácil para familias», prosigue.
Y con mucha ilusión, el Grupo Villoldo, compuesto actualmente por tres restaurante en la provincia de Palencia y otros dos en Madrid, absorberá la plantilla del Ponte Vecchio, uno de los requisitos de Mario Seoane para el traspaso. «Se juntarán los dos equipos y seremos más de 60 trabajadores en el grupo. Con ese músculo se puede soportar la apertura de estos meses, que serán difíciles. Me llegan a decir a mí hace seis años que nos iban a caber tres restaurante en Palencia, diría de qué. La Barra de Villoldo es un picoteo, la Habana una cafetería abierta todo el día. Y ahora, un italiano. Son ofertas muy complementarias», describe Fierro Pedrosa, que está preparado para futuros contratiempos. «Los cambios siempre son traumáticos para todas las organizaciones. El parón ahí está. Somos un grupo conocido y generamos expectativas y eso también va a provocar un efecto llamada. Vamos a jugar con esa parte. No serán muchos cambios, pero habrá clientes que digan que preferían lo anterior y otros, todo lo contrario. El Ponte Vecchio pierde un cosa fundamental, que era Mario. Eso se va a notar», lamenta.
Al otro lado de la barra
En el otro lado de la barra y con unas ganas de sentarse a la mesa como cliente se encontrará en octubre Mario Seoane. Ahora se encuentra rematando el traspaso, pero no esconde la ilusión por ver cómo su negocio sigue evolucionando. «Me he quedado muy tranquilo al dejarlo en las mejores manos. Hemos tenido varias ofertas, pero no me encantaba ninguna, aunque no se llegó a nada. La realidad es otra. Cuando hemos ido avanzando con el grupo de Anselmo, se han ido retirando el resto. Con Anselmo es toda una bendición. Vienen de este mundo y es gente muy preparada. Ya han trabajado la gastronomía italiana», elogia Seoane desde Valladolid, donde reside.
En su ciudad ha reflexionado el cese de actividad y allí ha derramado sus primeras lágrimas por concluir su etapa laboral. «El cierre me ha causado días de lloro. Es parte de la vida de cada uno. He vivido ahí dentro 22 años y cuesta mucho dejarlo, pero en el fondo estoy muy contento porque sigan ellos. Lo mejor que le ha podido pasar al Ponte Vecchio es que siga con Anselmo», detalla Seoane, que hubiera proseguido en el negocio de no ser por la oferta del Grupo Villoldo. «Empezar ahora de nuevo con estas normativas por culpa del coronavirus aceleró la jubilación. Si no hubiera aparecido nadie, habría continuado yo. No me hubiera importado», continúa.
Muchos recuerdos para Seoane que se entremezclan con un negocio que fue a más en Valladolid y Burgos. «Tenía un personal tanto en cocina como en sala, que nunca lo había logrado en los últimos años. Eso ha sido muy importante para el restaurante. Eran buenos profesionales y buena gente. El planteamiento con Anselmo era que la plantilla fuera intocable. No por temas económicos, pero se merecían que pudieran continuar. Me gustaría valorar al cliente palentino, apenas hemos tenido problemas. Ha sido una gente que siempre ha colaborado y creo que entre las tres provincias era el mejor», alaba el antiguo propietario.
Sin Mario y ahora con Anselmo, Ponte Vecchio afronta un nuevo reto, el de continuar transportando a los palentinos hasta Florencia. La tradición italiana continúa en Palencia.
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Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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