Varios operarios trabajan en la construcción de Santoyo. El Norte

Palencia

Los trabajos de catalogación y documentación alcanzan los 271 palomares en la provincia

La provincia tiene más de mil construcciones, sobre todo en Tierra de Campos, y la mitad de ellas están en un estado «bastante aceptable»

Almudena Álvarez

Lunes, 14 de agosto 2023, 07:18

evilla de Campos, Cisneros, Autillo, Belmonte, Villarramiel, Boadilla del Camino, Villovieco, Támara de Campos. Son muchos los pueblos de la provincia que han visto cómo la silueta de sus palomares se iba definiendo gradualmente en el paisaje a medida que se han ido recuperando, adecentando ... y embelleciendo. Fundamentalmente en Tierra de Campos, pero también en el Camino de Santiago y en el Cerrato, a lo largo y ancho de una provincia donde más de un millar de palomares tradicionales se funden con el paisaje.

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«Los palomares forman parte de nuestra identidad, son una seña reconocible de la provincia, siempre han estado ahí y tenemos que trabajar para que sigan estando», asegura Pilar Diez, que coordina el programa Palomares de Palencia, puesto en marcha en 2018 de la mano de la Diputación de Palencia y el Colegio Oficial de Arquitectos de León.

Palomar rehabilitado en Belmonte de Campos con el castillo al fondo. El Norte

Sobre el inventario realizado por el profesor Manuel Malmierca Zurdo, primero, y recogido después por el Grupo de Acción Local Araduey Campos, Palomares de Palencia inició un trabajo de catalogación de palomares que empezó por la comarca donde estas construcciones son más abundantes, Tierra de Campos, y que se ha extendido después por el Camino de Santiago y el Cerrato.

A día de hoy han documentado 271 palomares en 25 municipios de la provincia, de los más de mil que hay, y diseñado cuatro rutas, –dos por Tierra de Campos, una por el Camino de Santiago y otra por el Cerrato–, que facilitan su avistamiento, recorrido y disfrute. Además, se ha constatado que, pese al abandono y deterioro de muchos, la mitad se encuentran en un estado bastante aceptable que mejoraría con pequeñas operaciones de mantenimiento.

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La Diputación ha destinado 55.000 euros en los últimos cuatro años para evitar el deterioro de estas construcciones

Por este motivo, la Diputación de Palencia puso en marcha en 2018 una línea de subvenciones para ayudar a los propietarios en el mantenimiento de estas construcciones. Con el tiempo, la partida presupuestaria ha ido creciendo, hasta los 64.000 euros en 2023 para adaptarse a las necesidades de los propietarios y también se han ampliado las condiciones para acoger a otros ejemplos de arquitectura popular tradicional. Es el caso de molinos y batanes, casetas de era y colmenares tradicionales construidos con materiales autóctonos y con las técnicas de la tierra cruda (adobe o tapial), combinada con otros materiales disponibles en cada zona, como pueden ser las cubiertas a base de teja árabe. También pueden optar a estas ayudas las obras de mejora en guardaviñas, cabañas, corralizas y chozos, levantados con la técnica de la piedra en seco.

Autoconstrucción

Como explica la arquitecta Pilar Diez, viendo la situación y las necesidades que tenían estas construcciones se enfocó la línea de ayudas y se dio entrada a que los propietarios pudieran hacer ellos mismos el mantenimiento, ayudándoles en la compra de los materiales y fomentando la autoconstrucción.

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Pero además, los particulares, que en muchos casos acometen estas obras de su propio bolsillo, pueden acogerse a otras ayudas de ayuntamientos o de la Junta de Castilla y León, si tienen la suerte de que su palomar esté situado dentro de un casco histórico o en el Camino de Santiago.

En general son operaciones que no son muy costosas, pero muy necesarias para evitar que el deterioro y el abandono acaben convirtiendo este símbolo del paisaje palentino en una ruina. «Hay que retejar, cambiar vigas del tejado, limpiar o tocar revestimientos», señala Diez. Para ello la Diputación habilita ayudas que oscilan entre 3.099 y 5.000 euros y que subvencionan las obras de restauración del inmueble; los materiales de construcción; los honorarios de los arquitectos o técnico competente por redacción de proyectos u otros documentos técnicos necesarios para la ejecución de la obra.

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Palomar arreglado con forma de castillo en Astudillo.

«Siempre con condiciones y siguiendo unos criterios», añade Pilar Diez. Por ejemplo, para recibir estas ayudas es obligatorio que las operaciones de mantenimiento se hagan con materiales compatibles, tierra, teja, madera, mortero de cal y por supuesto nada de cemento, sobre todo en los revestimientos, porque, cuando pasan los años el cemento se acaba despegando de los muros. Y, entre los criterios para adjudicarlas, pesa el mantenimiento de la arquitectura originaria del palomar; la singularidad arquitectónica de torreones, balaustradas o cortavientos, cornisas, entre otros, que conlleven una diferenciación con el resto de palomares; la adecuación del entorno y la accesibilidad o el presupuesto de la intervención.

Así, este año, la institución provincial subvenciona con más de 64.000 euros a catorce propietarios para la conservación, rehabilitación y restauración de palomares y otras construcciones tradicionales en Valoria del Alcor, Villalobón, Valdespina, Autilla del Pino, Amusco, Baltanás, Palenzuela, Reinoso de Cerrato, Astudillo, Dueñas, Cisneros, Paredes de Nava, Boadilla del Camino y Santillán de la Vega.

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El año pasado fueran diez los propietarios que se beneficiaron de estas ayudas en palomares de Astudillo, Arconada, Cervatos de la Cueza, Hontoria de Cerrato, Santoyo, Villarramiel y Villota del Duque y en casetas de era de las localidades de Amusco, Fuentes de Nava y Valoria del Alcor.

Según los datos facilitados por la propia institución, desde 2020 el numero de beneficiarios ha sido de 28 en 26 localidades de la provincia y se han subvencionado actuaciones por un importe global de 123.554 euros, de los que 54.714,36 euros se destinaron al arreglo de palomares y el resto, 68.839,93 euros, a otras construcciones tradicionales.

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En opinión de la arquitecta, «lo importante es mantener los edificios originales sin necesidad de mantener el uso original, la cría de pichones». Por ejemplo, un palomar muy visitado en Villalcazar de Sirga es una pequeña sala de exposiciones que está situada al lado de una caseta de bar en pleno Camino de Santiago. En Amayuelas han convertido un palomar en un aula semillero y en Villamartin de Campos uno de los muchos palomares que hay en la localidad forma parte del centro ecuestre. «Son usos originales que están contribuyendo a mantener en pie los edificios», insiste la arquitecta. Y por tanto, en línea con el objetivo de Palomares de Palencia que no es otro que mantener, proteger y difundir este patrimonio universal y a la vez singular. «Se está generando mucha concienciación, porque son propiedad de particulares y se está consiguiendo que la gente de los pueblos sea consciente del valor que tiene este patrimonio, que tienen mucho que ver con la identidad de los pueblos y su entorno y que hay que conservar», concluye.

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