Eva M. Pastor y Aide Candil en Cevico Navero. el norte
Palencia

«Estaba trabajando en Zafra y quería estar más cerca de mi familia»

Aide Candil y Eva M. Pastor dirigen el bar Ruta 619 en Cevico de la Torre

Martes, 26 de julio 2022, 11:07

Menús para comer y hamburguesas para cenar. La Ruta 619 (nombre de la carretera escogido por los vecinos de Cevico Navero) abrió sus puertas el 3 de diciembre del año pasado, de la mano de Aide Candil y Eva M. Pintor, dentro del Proyecto Arraigo ... de la Diputación de Palencia. «La primera vez que vine a Palencia fue para ver un bar en Autillo de Campos», afirma Aide Candil, que finalmente decidió coger, junto a su tía Eva, un bar en Cevico Navero.

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«Yo estaba trabajando en un bar en Zafra y quería acercarme hacia Madrid porque ahí está mi familia. Conocí esta oportunidad y no me lo pensé. Lo hablé con mi tía y ella dejó su trabajo en Madrid para llevar juntas el bar de Cevico», explica.

Aún recuerda el día que llegó a la localidad palentina. Fue el 7 de noviembre, cuando aún estaba en obras el local que albergaría su negocio, ya que se reconvirtió en bar después de haber servido al pueblo como consultorio médico. «Vine antes que mi tía a Cevico para que los niños comenzasen en el colegio lo más pronto posible», explica Aide, madre de dos hijos.

En Cevico encontraron su futuro, el lugar donde iniciar un proyecto profesional y personal. Su dificultad era saber cuáles eran sus obligaciones en materia de Seguridad Social, Hacienda y qué permisos y licencias podía necesitar para abrir su restaurante. Por este motivo, contactó con CEOE Palencia que, a través del programa 'CPOE Acompaña', comenzó a trabajar con ellas. «Hablamos con ellos y nos ayudaron mucho, nos hicieron los papeles y todo, y la verdad es que muy bien», argumenta Aide Candil. «La verdad es que nos echaron una mano y seguimos en contacto por el tema de cursos y porque nos asesoran para otros temas», reconoce.

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Aunque inicialmente iba a ser solo un bar, se convirtió también en bar-restaurante, que da menús a la hora de la comida y también otro tipo de picoteo. «Unos obreros nos preguntaron si daríamos menús y ya nos lanzamos a ello. Mi tía había sido jefa de cocina, así que era fácil», reconoce.

«El Proyecto Arraigo ofrecía negocio y casa, que siempre es lo más difícil a la hora de vivir en un pueblo. Estamos muy bien aquí, al principio pues no conocíamos a nadie, pero ya estamos integradas del todo», concluye.

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