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«En realidad, no le toqué». Esas fueron las palabras que pronunció ayer B. E. O. poco antes de que quedase visto para sentencia el juicio que trata de esclarecer si este expreso de origen nigeriano propinó un puñetazo a otro expreso, J. F. ... L. L., que como consecuencia de esos hechos se encuentra completamente inválido –no pudo ni siquiera declarar en la vista oral–.
Los hechos se produjeron a las 20:00 horas del 25 de mayo de 2011 y fueron enjuiciados el pasado 29 de octubre, pero la vista se pospuso un mes porque varios testigos, los presos que ofrecieron la versión de la agresión en la prisión regresaron a sus países de origen. El juicio se retomó ayer, pero los testigos no pudieron ser citados nuevamente al no encontrarse en España, y las declaraciones realizada en la cárcel se elevaron a definitivas.
El fiscal pide tres años de prisión al acusado por un presunto delito doloso de lesiones en concurso ideal con otro de lesiones imprudentes con grave deformidad. Además el Ministerio Público solicita para el acusado 547.697 euros de indemnización.
La acusación particular defendió que se omitieron las medidas de seguridad en la cárcel y que hubo una negligencia de la que Instituciones Penitenciarias podía ser la responsable civil, una versión que desde la abogacía del Estado se rechazó porque «los funcionarios estaban cumpliendo con su deber y no hay una prueba que concurra en una responsabilidad civil».
Por su parte, la defensa del acusado aseguró que no existen pruebas suficientes para condenar a B.E.O., ya que la víctima no ha podido declarar porque no recuerda los hechos y, además, los funcionarios no notaron en el rostro de la víctima «ni una rojez en la mejilla». Por esta razón, la abogada afirmó que la sentencia debe ser absolutoria y señaló que la lesión de la víctima se pudo deber a «una hemorragia interna espontánea».
En la vista anterior, el médico del centro señaló que el herido «contestaba de una forma vaga», dijo–. Después de realizarle una exploración neurológica, comprobó que tenía pérdida de fuerza en la pierna y el brazo derechos, por lo que le derivó al hospital. El facultativo dijo que no tenía constancia de que el recluso estuviera en huelga de hambre y que padeciera ataques epilépticos.
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