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Fruterías, carnicerías, pequeñas panaderías, las tiendas de ultramarinos de toda la vida, durante tantos años casi olvidadas por gran parte de la población, que había reconducido sus hábitos de consumo hacia las grandes superficies, y que se han revelado en las últimas semanas como una parte esencial de la organización social de este país, convirtiéndose en salvación de muchas familias que han optado por respetar a ultranza las recomendaciones de confinamiento domiciliario y no quieren pisar la calle bajo ningún concepto para ahuyentar cualquier posible contagio.
Y esto se debe a que buena parte de este pequeño comercio ha tenido que reinventarse a marchas forzadas para atender las demandas de sus clientes habituales, aunque también de muchos otros nuevos, que han encontrado en este tipo de tiendas su aliado perfecto para hacer frente a la necesidad de quedarse en casa. Así, muchos de los pequeños comerciantes palentinos han comenzado en estas últimas semanas a implantar servicios de reparto a domicilio que antes ni se hubiesen planteado o que, en algunos casos, no eran más que un servicio prácticamente secundario que apenas utilizaban unos pocos clientes que por sus horarios o limitaciones no podían acercarse hasta la tienda.
«Nosotros siempre lo hemos tenido, pero se usaba poco, aunque mi marido sí tenía la costumbre de acercar las bolsas de la compra hasta casa a algunas personas mayores de por aquí del barrio, para echarles una mano. Pero la verdad es que ahora hay muchos pedidos», explica Begoña Mazariegos, que junto a su marido José Luis Adán, regenta la tienda Alimentación Bego, de la calle Maldonado, en Pan y Guindas.
Esta vendedora insiste en que el pequeño comercio está manteniendo los precios porque tiene un compromiso con la sociedad palentina, algo que, según indica, no se garantiza en las grandes superficies. Destaca además las buenas redes de abastecimiento con las que suelen contar las tiendas de proximidad. «Llevamos más de veinte años cuidando a nuestros proveedores y cómo no nos iban a cuidar ahora ellos a nosotros. Por eso, estamos bien abastecidos de todo y no estamos echando en falta ningún producto en especial», indica Begoña Mazariegos.
En esto coincide con Teresa García, de la Frutería Tres Hermanas, ubicada en la avenida de Casado del Alisal, otro de esos pequeños establecimientos que intensificado su servicio de reparto a domicilio y que ha visto como se renovaba su clientela en las últimas semanas. «No tenemos problemas de abastecimiento. Los proveedores están respondiendo y prácticamente nos llega todo. Recuerdo que un par días pareció que iba a faltar la harina, pero ahora tengo para abastecer a toda la ciudad. Creo que lo que más está costando encontrar estos días es el pan de molde, porque entre que hay distribuidores de vacaciones y mucha demanda en todas partes, está casi agotado», explica entre risas, Teresa García, que no ha parado en los últimos días de preparar los pedidos.
Esta vendedora reconoce que se ha producido un importante cambio en la clientela, dado que a los compradores habituales, entre los que destacan las amas de casa del barrio y los empleados de las oficinas cercanas se han sumado ahora numerosas familias que después de unas primeras visitas a la tienda han comenzado a recurrir con frecuencia al pedido a domicilio.
«Está habiendo mucho jaleo y no paramos. Mucha gente prefiere no salir, y lo entendemos. Nos está sorprendiendo que muchos no eran clientes, pero que nos han conocido por unos o por otros y están llamando. Y nosotros, agradecidos. Sabemos que es mucho trabajo, pero no importante. Esto es sembrar también para el futuro, porque sabemos que dentro de unos meses las cosas volverán a la normalidad y muchos recuperarán sus costumbres habituales, pero esperamos que otros se sigan acordando de nosotros y sigan aquí», explica Teresa García.
Tampoco tienen problemas de abastecimiento en las carnicerías, a las que siguen llegando diariamente todo tipo de productos, dado que la actividad en el matadero continúa sin pausa. Es cierto que se sacrifican menos animales debido a que no se reciben los pedidos de la hostelería, que son fundamentales, pero tiendas y supermercados mantienen la demandan e incluso la han incrementado. «Las compras ahora son mucho mas grandes y los pedidos desde casa, que se han disparado, también. Es probable que ahora hayamos multiplicado las ventas un 100%, pero esto no es tampoco ningún consuelo, porque no sabemos lo que nos espera dentro de unos meses. La caída va a ser muy fuerte», explica Héctor Juárez de las Carnicerías Damma.
La misma inquietud se vive en otras pequeñas tiendas que han visto cómo variaba enormemente el tipo de clientela y también la cantidad de productos. «Es verdad que se vende más, pero a mí no me gusta trabajar así. No estoy cómoda, porque sé que esto es circunstancial, y luego qué. Además, algunos nuevos clientes parece que no te respetan y vienen con todo tipo de exigencia. Si tienen que esperar unos minutos, ya se ponen desagradables. Qué pasa, que aquí molesta una pequeña cola de unos minutos, pero no una de más de media hora en el supermercado. No lo entiendo», aseguran desde una de las panaderías de la red de Gómez Ampudia.
En otras tiendas, las continuas demandas de los clientes han llevado también a ampliar el catálogo de productos. «¿Quién me iba a decir hace unos meses que iba a estar vendiendo lejía o guantes o algún producto de limpieza, pero como tenemos mucha variedad de productos de alimentación, empiezan a preguntar también por los de limpieza y nos piden que, por favor, los traigamos y nos vemos un poco obligados», explican desde la Frutería Tres Hermanas.
Pero estos cambios que se han ido introduciendo en el pequeño comercio local no se limitan a la variedad de productos o al refuerzo del servicio a domicilio, también han entrado en juego las nuevas tecnologías como la promoción en las redes sociales o la muestra a los clientes del catálogo de productos a través de fotografías por sistemas de mensajería. «Cuando algún cliente me llama, le digo que me escriba un 'WhatsApp' y me ponga el pedido. Yo le voy enviando fotos de lo que me pide para que vea los precios y también el producto y pueda elegir. Cada vez se está haciendo más», explica Yobana Maestro, que regenta una frutería en uno de los puestos de la Plaza de Abastos, aunque se trata de una práctica que ya ofrecen otros muchos pequeños comercios de alimentación palentinos.
En el caso de Yobana Maestro, el reparto a domicilio se ha convertido ya en una seña de identidad, con pedidos que llegan diariamente hasta Venta de Baños. «En los primeros días de la cuarentena, comenzamos a llevar un par de pedidos al día hasta Venta de Baños, ahora, repartimos hasta diez. Y vamos a otros pueblos cercanos a Palencia, además de todos los pedidos que tenemos de la ciudad. Es agotador, pero esperemos que después de esto se valore al pequeño comercio, porque estamos haciendo una gran esfuerzo y un trabajo muy grande para la sociedad.
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