El tiempo, de nuevo, volvía a estar en boca de todos los hermanos. Este año, las gafas de sol y las botellas de agua se habían sustutuido por los jerseys de cuello alto y los gorros para los más pequeños. Pero a pesar del frío, la capital pudo disfrutar de la entrada de Jesús a Jerusalen en un desifle repleto de color y alegría. Solo unas gotas comenzaron a caer a la entrada del paso en la cofradía del Santo Sepulcro mientras cientos y cientos de palmas se agitaban y muchos, aliviados, comentaban la suerte que habían tenido de haber finalizado la procesión sin sobresaltos del tiempo.
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Y es que, niños y mayores se unían hoy en la procesión más popular y alegre que da entrada a la semana de Pasión. El frío y la falta de sol, sí repercutieron en una participación quizá menor que el pasado año, pero de igual forma despertó a la ciudad que salió a las calles para recibir a Jesús.
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