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nuria estalayo
Aguilar
Viernes, 19 de abril 2019, 07:45
¿Quién no ha soñado alguna vez de niño, y también de adulto, con encontrar un tesoro? Uno siempre augura que ese cofre repleto de piezas doradas, sin duda, le colmará de alegrías y fortuna. Pero sucesos muy distantes de este vaticinio son los que le sobrevinieron a Tomás Roldán, quien, junto a su hermana Eusebia, encontró el tesoro romano de Valsadornín, un caldero repleto de antiguas monedas.
El vecino de Gramedo estuvo en dos ocasiones a punto de ser fusilado, sufrió prisión, se vio obligado en ocasiones a abandonar su pueblo para realizar infructuosos viajes, y ni él ni su hermana se vieron recompensados por su descubrimiento. La ley deja bien claro que el 50% del valor del tesoro es suyo. Pero tras la muerte de los dos protagonistas del hallazgo, y tras más de ochenta años desde que el tesoro fue descubierto, sus descendientes aún luchan para que el Estado les entregue lo que les corresponde.
De todo esto, hablará hoy Miguel de la Hera Roldán, nieto de Tomás Roldán, en el III Congreso de Historia de la Montaña Palentina, que se organiza en Cervera de Pisuerga y que se inaugurará esta tarde a las 19:30 horas. 'El tesoro romano de Valsadornín' abrirá el congreso, que, con tres ponencias distintas, se alargará hasta la tarde de mañana y se concentrará en 'La Casona'.
Miguel de la Hera Roldán, muy conocido en la comarca norteña por su papel de educador y director del colegio San Gregorio de Aguilar de Campoo, nació en Gramedo, de donde procede su familia materna. Y fue su madre y la hermana menor de esta, su tía, quienes le contaron a lo largo de los años todo lo acontecido a su familia al dar con este tesoro.
A Gramedo era donde su abuelo Tomás y la hermana de este, Eusebia, regresaban el 19 de agosto de 1937 después de haber acudido en Cervera a la feria de San Roque acompañados de su burra para aprovisionar a la familia. En el trayecto de vuelta hubo una tormenta y descubrieron junto a un muro una olla parcialmente desenterrada por la corriente del aguacero. Eran dos hermanos de 41 y 36 años en el momento del hallazgo, vecinos de Gramedo y residentes en la misma vivienda familiar. Viudo Tomás, con dos niñas de 12 y 10 años, y soltera Eusebia, luchaban por sacar adelante un futuro más prometedor. «El hallazgo de los 50 kilos de monedas romanas no contribuyó precisamente a mejorar las cosas», explica.
«La noticia en cuestión de horas llegó a Cervera, y allí, a la autoridad competente en Palencia, el gobernador civil, que dio la orden precisa de requisarlo», describe De la Hera, que añade que «en 24 horas se presentó la Guardia Civil en casa con una orden de requisar lo encontrado». Así fue, y la ley era clara: «Todo hallazgo de valor histórico y cultural encontrado en terreno comunal es propiedad del Estado y su valor se repartirá al 50% entre el Estado y sus halladores». No obstante, las reclamaciones fueron constantes a lo largo de los años ante las autoridades provinciales y nacionales civiles y eclesiásticas. «Ambos hermanos viajaron varias veces a Palencia y Madrid. Todo en vano», recuerda el nieto de Tomás Roldán.
«Si malos fueron los tiempos de guerra, no mucho mejores fueron los años siguientes», continúa relatando Miguel de la Hera, que incide en cómo su abuelo estuvo en dos ocasiones al borde de la muerte cuando la Guardia Civil fue a buscarlo para llevárselo. «Pronto sufrió en carne propia el 'paseíllo' por dos veces, una cuando estaba en la tierra en 1940 y la otra, cuando cuidaba sus ganados, al año siguiente. En ambas fue liberado por la intervención de alguno de sus vecinos y la 'autoridad' de Cervera, que lo calificó en las dos ocasiones como 'hombre bueno'», explica. «¿Las causas de su doble detención? La envidia y las monedas», añade.
«Las hijas de Tomás crecieron, llegaron los nietos y las continuas reivindicaciones no dieron ningún fruto», subraya Roldán. «El gobierno de turno bien sabía del valor histórico del tesoro romano de Valsadornín. En 1945 lo presentaron como pieza única y singular en la Feria Internacional de Cultura en Bruselas, fue merecedor de la medalla de plata como hallazgo y valor referente de la época», comenta.
«¿Y qué hacían 50 kilos de monedas romanas del siglo III de nuestra era, en un camino de Gramedo a Valsadornín?», se pregunta Miguel. Y él mismo recuerda que hay varias hipótesis. Una de ellas, la establecida por la historiadora y directora del museo provincial, Valentina Calleja, que hizo su tesina sobre las monedas del tesoro que quedaron en Palencia. El caldero con las monedas encontradas por Tomás y Eusebia fue trasladado para su restauración al Museo Arqueológico Nacional en 1951. Según Calleja, describe De la Hera, el tesoro podría ser la soldada del ejército que debía cobrar en un momento concreto, pero que por causas diversas no llegó a efectuarse y se escondió en medio de la huida. Otra teoría es que fue fruto de un robo y que alguien lo escondió y no pudo recogerlo. Aunque para De la Hera está bastante claro que allí hubo un asentamiento romano de gran importancia.
«Todo el valle de Valsadornín, Rabanal de los Caballeros, Gramedo, Vergaño… es un auténtico tesoro de restos históricos que nos hablan de celtas, romanos y civilizaciones invasoras. Toponimia, arquitectura y restos funerarios son indicadores de lo que estoy diciendo», señala el nieto de Tomás Roldán, que añade que el camino romano que pasa por Campo de Gramedo y las calzadas para cruzar el Pisuerga entre Cervera y Ligüérzana para unirse con el camino romano que desde Herrera de Pisuerga unía a Velilla «nos indica la importancia de la zona en el mundo de invasión romana».
Miguel de la Hera y dos de sus sobrinos, hijos de su hermano fallecido, siguen reclamando lo que corresponde a su familia. «Más allá del valor monetario está el valor histórico y cultural que aporta», apunta De la Hera, para quien se trata de «una reivindicación más a nuestra tierra rural y empobrecida por los expolios continuados de siglos en su patrimonio, en su cultura y en sus gentes».
El tesoro que los hermanos Eusebia y Tomás Roldán encontraron en 1937 en Valsadornín fue restaurado a finales de 2018, tras dos años de trabajo. Y se espera que se ultimen las obras de rehabilitación del Museo de Palencia para su traslado al mismo. En 1951, el caldero de cobre, que contenía un amasijo de monedas unidas y oxidadas, prácticamente soldadas unas a las otras, se envió al Museo Arqueológico Nacional para su restauración y tratamiento (había 2.421 monedas que estaban desprendidas y se depositaron en el Museo de Palencia), pero no la restauración no comenzó hasta 2016.
Se trata de un tesoro que contiene entre 10.000 y 12.000 monedas acuñadas en el siglo III después de Cristo, entre el año 238 y el 270 de nuestra era, durante los reinados de 18 emperadores y emperatrices de Roma, cuyos rostros –Galieno, Claudio, Valeriano, Salonina, Emiliano, Trebonio o Macrino– aparecen en ellas. Durante su depósito en el museo madrileño, la madre de Miguel, que falleció hace nueve años, fue a visitarlo y comprobó que era el caldero que, por 24 horas, permaneció en su casa y pudo ver en su infancia. Miguel también tuvo oportunidad de verlo en la exposición que en la vitrina cero se mostró a lo largo de un mes tras su restauración. Ahora la familia está pendiente de su traslado y de que el Estado les otorgue la recompensa por el hallazgo.
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