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Los vecinos de los pueblos más cercanos al epicentro del terremoto registrado el viernes 20 de abril en la Montaña Palentina experimentaron el seísmo de una forma muy desigual. La tertulia que cada día se vive en el bar del teleclub de Polentinos tuvo un protagonista inesperado. En esta ocasión no se habló de Cristiano Ronaldo de Messi, ni siquiera Puigdemont pudo colarse en la conversación. El terremoto acaparó todos los comentarios y, como sucede cuando se habla de fútbol o de política, los parroquianos del bar se dividieron en dos grupos bien diferenciados: los que aseguraban haber sentido el terremoto y los que no se percataron de nada y recibieron la noticia por teléfono.
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En el grupo de los que apreciaron el seísmo en Polentinos se encontraba Máximo Ibáñez. «Sentí una especie de golpe seco. Noté que el suelo tembló un instante y algo parecido a una corriente me subió por las piernas». Así es como describe Máximo el escalofrío que sintió su cuerpo mientras daba un placentero paseo por el Monte Salcedo, a solo 2 kilómetros de Polentinos. Pero no todos los 22 vecinos de este hermosísimo pueblo del norte de la provincia de Palencia vivieron el terremoto con la misma intensidad que Máximo. Y es que varios habitantes de Polentinos se enteraron de la noticia por un mensaje en su teléfono, como Elías Sordo. «Para una vez que salimos en las noticias, me tengo que enterar por el 'whatsapp'», se quejaba Elías mientras disfrutaba de un vino blanco en el teleclub.
Entre trago y trago, cada uno iba contando su experiencia y José Diego salió a la terraza para expresar qué se siente cuando un terremoto de 4,1 grados se entromete en tu desayuno. «Es lo mismo que cuando explota un barreno. Solo dura un segundo», apuntaba José mientras otro vecino, Cándido, añadía que vivir en la montaña es muy tranquilo hasta que deja de serlo. «En invierno es más fácil encontrarse con un oso por la calle que con un vecino», bromeaba Cándido con una frase que tiene más de cierto de lo que puede parecer.
Alguien que puede dar fe de que lo que dice Cándido es cierto es Secundino Estalayo, que hace poco más de un mes fue atacado por un oso mientras daba un paseo por la montaña. El nombre de este vecino de Polentinos regresa a las páginas del periódico, pero no por escapar de las garras de un plantígrado, sino como testimonio de este seísmo. «Yo del terremoto no me he enterado. No habrá sido muy fuerte», apuntaba Secundino, que cree que en esta zona es mucho más sencillo encontrarse cara a cara con un oso que sentir la tierra temblar. «Aquí nunca ha habido terremotos. Lo que sí que hay son osos», incide este hombre de 77 años, que ya se ha recuperado de la fisura de costilla que sufrió tras el zarpazo del animal. «Yo no he tenido miedo nunca, pero ahora si ladra el perro mientras estoy dando un paseo, me retiro», explicaba Secundino, al que salvó la vida su perro, Rocky. Dicen que los animales sienten los terremotos antes que los humanos. El viernes 20 de abril Rocky debió ladrar a las 10:34 y a las 12:22 horas.
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