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Mónica López, en la obra 'Carmen, nada de nadie'. Sergio Parra
Mónica López | Actriz

«El mejor premio para un actor es tener continuidad»

La intérprete canaria afincada en Barcelona llega este jueves al Principal con la obra 'Carmen, nada de nadie', que acerca a la figura de la aristócrata y política Carmen Díez de Rivera

Jose Rojo

Palencia

Miércoles, 28 de febrero 2024, 07:18

La madrileña Carmen Díez de Rivera (1942-1999), aristocrática de cuna, fue nombrada por Adolfo Suárez jefa del Gabinete de la Presidencia del Gobierno durante la transición democrática española, un cargo que ninguna otra mujer ha vuelto a ocupar en nuestro país, y, también, fue ... eurodiputada a finales de los ochenta bajo las siglas del CDS y, posteriormente, con el PSOE. Ferviente demócrata y confidente del rey Juan Carlos, renunció a sus privilegios de clase para dedicarse a la política, pero su cometido público distaba mucho de su atormentada vida personal tras descubrir con 17 años y poco antes de casarse que su novio era en realidad su hermano, truncándose su boda. Un duro golpe psicológico del que jamás se recuperó. La actriz Mónica López, nacida en Las Palmas de Gran Canaria (1969), aunque lleva 35 años afincada en Barcelona, se mete en la piel de 'la musa de la Transición', como así la denominó Paco Umbral, en 'Carmen, nada de nadie', obra dirigida por Fernando Soto y cuyo reparto integran Oriol Tarrasón, Ana Fernández y Víctor Massán, que se estrenó a mediados de enero y que se presentará este jueves a las 20:30 horas en el Teatro Principal de Palencia dentro de la sección 'Teatro para no olvidar'.

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–'Todo en este texto es mentira y a la vez absolutamente verdadero', dicen los escritores de 'Carmen, nada de nadie', Justo Tallón y Miguel Pérez...

–Claro, porque está basado en hechos reales, pero lo que hablaron los personajes en la intimidad nunca lo sabremos, con lo cual se han tenido que inventar las conversaciones y la interpretación de las escenas.

–Libre, feminista, independiente, arriesgada y valiente son algunos de los calificativos que se le atribuyen a Carmen Díez de Rivera. ¿Cómo la definiría usted?

–Sobre todo, muy contradictoria. Ella viene de una familia aristocrática y las vicisitudes emocionales de su vida tras enterarse de que su novio era su hermano, con su huida a África, su regreso a España, sus estudios de Ciencias Políticas y su tesis sobre 'La Pasionaria' y su debilidad por el Partido Comunista, aunque sigue siendo monárquica y muy religiosa, me hacen verla de esa manera. Evidentemente, su figura es muy rescatable del olvido porque fue muy relevante durante la Transición en esos meses frenéticos de la legalización del Partido Comunista y ha sido injustamente borrada de la historia. ¿Por ser mujer, molesta, incómoda..? Pues no lo sé.

–¿Hay algo con lo que se identifique de ella?

–Muchísimo. Para mí es un placer en la España de hoy en día, tan polarizada, hablar de consenso, de escuchar al otro, de la igualdad, de las dos Españas, del sueño y del deseo de que se superen las trincheras y de que acabe el odio y el rencor. La vehemencia de Carmen es admirable porque dice la verdad, aunque sea la suya propia, por muy incómoda que sea. Yo creo que esta mujer abogó por el consenso y que luchó por la justicia; por eso fue tan querida en el Parlamento Europeo. Para mí es un placer salir cada noche al escenario para decir según qué cosas.

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–¿Aceptó el papel sin pensárselo dos veces?

–Yo que siempre suelo pensar mucho todo, esta vez no dudé porque creía que era necesario rescatar la época de la Transición. Creo que de aquellos barros vienen estos lodos. La obra no da respuestas; creo que el teatro no es un espacio para dar respuestas, sino para plantear preguntas y que la gente salga con ganas de investigar y de preguntarse qué hicimos mal para no volverlo a repetir.

–¿Qué es lo que más le costado a la hora de encarnar este personaje real?

–Sobre todo, memorizar, porque el texto es muy discursivo y, a nivel de personaje, me costó no convertir a Carmen en una heroína porque no hay nadie perfecto ni tampoco que cayera como antipática porque es un personaje que se pasa durante toda la función pegando broncas al tratar con franquistas, aunque ella estaba más capacitada y era mucho más inteligente de los hombres que la rodeaban. Me costó encontrar el equilibrio entre no blanquearla y no demonizarla.

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–¿Qué cuerpo se le queda tras despojarse de la identidad de Carmen Díez?

–Por suerte no soy una actriz de método (risas), con lo cual no llevo mis demonios a escena ni arrastro los del personaje a mi casa, que en este caso fue una persona que sufrió mucho. La función dura una hora y veinte minutos y pasa volando. Como actriz me resulta muy placentero interpretar a Carmen Díez.

­–'Teatro para no olvidar' es el título de la sección del Teatro Principal de Palencia en la que se encasilla a este texto que protagonizará este jueves la ciudad...

–Es un título muy acertado porque tiene mucho que ver con la temática de la obra. Me encanta que haya un ciclo que se ciña a la memoria, que es tan básica, y más hoy en día, porque se están repitiendo comportamientos horrorosos de hace nada. En Palencia estuve de gira hace ya muchos años y tengo muchas ganas de volver.

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­–Usted es portadora de un premio Max como mejor actriz por 'De qué parlem mentre no parlem de tota aquesta merda?' (2022), de un Forqué en 2023 como mejor actriz de serie por 'Rapa' y en 2004 estuvo nominada a un Goya a la mejor interpretación femenina de reparto por 'En la ciudad'...

–Estoy muy agradecida por esos premios y por la nominación, son maravillosos esos reconocimientos, aunque el mayor premio para un actor es tener continuidad y ese lo tengo yo desde que empecé en 1991. Yo no doy crédito, tengo amigos y compañeros que en su carrera han tenido momentos espectaculares y ahora reciben muy pocas propuestas. Yo afortunadamente desde que empecé entonces no he parado. Ese es el mejor premio que te puede dar la profesión: ir empalmando a la chita callando, como es mi caso, teatro, tele y algo de cine, aunque el cine me escogió bien, ya que he intervenido en películas de grandes directores. Para mí protagonizar la serie 'Rapa' junto a Javier Cámara, durante tres temporadas y con 54 años, me parece una lotería. ¡Virgencita, que me quede como estoy! Para un actor, más que los premios lo importante es tener trabajo. Hay una compañera a la que le concedieron el Premio Nacional de Teatro y, luego, estuvo treinta años sin trabajar.

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–¿Qué medio la reconforta más?

–Si esa pregunta se hace a un actor de teatro, siempre te responderá el teatro porque tenemos más tiempo para construir los personajes y somos más dueños del resultado de nuestro trabajo, El teatro es el espacio donde yo me siento mejor, es mi lugar, es donde uno tiene tiempo para equivocarse, para encontrar, para informarse y para leer, leer y leer.

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