Una tarima de madera cubre el último descubrimiento de la Catedral de Palencia. Tapa temporalmente un gran muro curvo con una cripta abovedada de la época visigoda o prerrománica, que apareció el año pasado bajo la capilla de San Isidro, durante de las obras de restauración del 1,5% Cultural del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, junto con la Diócesis, que ha sufragado el 40% de la misma. La intervención estuvo detenida durante unos meses, a la espera de decidir qué hacer con los restos, que tienen una profundidad de casi cinco metros y superan los cuatro hacia el exterior, sobrepasando los muros de la seo por debajo de la misma. Pero la falta de financiación para continuar con el descubrimiento y un calendario cerrado con unos plazos ya fijos, obligó a continuar con la rehabilitación de esta capilla de la girola.
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Esta obra concluyó a principios de marzo, dentro de los tiempos establecidos, y finalmente se decidió desde el cabildo cubrir el nuevo hallazgo con un suelo temporal de madera, cuyo entarimado tiene una pequeña entrada y unas escaleras para poder descender. «Así queda vistoso y pueden seguir investigando los técnicos. Esto es algo provisional y en un futuro la idea es hacer por el lateral una escalera y que se pueda bajar a visitarlo», afirma el deán de la Catedral, Dionisio Antolín.
Este entarimado, cuyo precio ha llegado a los 40.000 euros, cuenta con una estructura con vigas por debajo para sujetar el suelo y que sea completamente seguro, porque el objetivo es poder continuar pronto con el descubrimiento, pero para eso se necesita el impulso económico de la Junta de Castilla y León o del Ministerio de Cultura. «Este suelo provisional puede estar ocho meses o verlo ya toda la vida tapado», argumenta Dionisio Antolín, ante la incertidumbre de lo que ocurrirá.
Los restos hallados son anteriores a la construcción de la Catedral gótica, que comenzó en 1400, tanto por la propia forma constructiva como porque son unos elementos muy antiguos. La relación con la Cripta de la Catedral y con San Bernabé es clara, por la profundidad a la que han sido encontrados y por el tipo de sillares que componen la estructura. «Es importante lo que parece que hay, sabemos que ya hay algo, esto no es ir a la aventura», agrega el deán.
La capilla de San Isidro requería de una restauración integral e implicaba el suelo, los paramentos, la bóveda y las vidrieras, de gran importancia porque son las únicas que tienen restos de las del siglo XVI y era la última de la girola que quedaba por restaurar, ya que todas tenían patologías derivadas de las humedades por la construcción, a principios del siglo XX, de una terraza en la zona superior que no funcionó. Concluida ya esta rehabilitación, el objetivo del cabildo es continuar con la restauración de las capillas que más sufren de humedades, tanto en el techo como en los paramentos. Y no solo las capillas, ya que hay muchas sacristías o recapillas, sobre todo las que albergaron la calefacción de carbón, que están muy dañadas.
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