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Soledad Caballero, en la entrada del Hospital Río Carrión. ADOLFO FERNÁNDEZ
«Mi sufrimiento sirve ahora para ayudar a los demás»

«Mi sufrimiento sirve ahora para ayudar a los demás»

La palentina Soledad Caballero se contagió en marzo y aún tiene anticuerpos para donar plasma. Ella es una del millar de voluntarios de la región que ayudan a enfermos

Lunes, 1 de febrero 2021, 07:10

Todo comenzó el 9 de marzo con un dolor de garganta. Arrancó antes del confinamiento, antes de que cerrasen los colegios y del estado de alarma. La pandemia de la covid-19 aún sonaba como algo lejano y aquel lunes le dieron la baja por gripe. Se reincorporó al trabajo cuatro días más tarde, pero volvió a recaer. El antibiótico de los tres días que le recetaron tampoco mejoró el malestar ni bajó la fiebre alta. Ocho días más tarde de aquel terrible dolor de garganta, ya con el estado de alarma activado y el confinamiento de la población, le diagnosticaron por teléfono la covid. «Yo pensé, ahora vendrá una legión de gente vestida de astronauta y me hará pruebas, pero solo me llamaron dos días por teléfono. La verdad es que estuve muy fastidiada. Me encontraba agotada, tenía mucha fiebre, un intenso dolor de cabeza y los últimos días mucha tos», afirma Soledad Caballero, que se fue recuperando lentamente. «Había días que hasta tardaba una hora en mentalizarme para levantarme de la cama a por un vaso de agua», rememora.

Hace unas semanas le saltó una noticia de Google en el móvil. Hablaba de un ensayo clínico para la Investigación Biomédica del Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda donde participa el centro de Hemoterapia y Hemodonación de Castilla y León (Chemcyl), con personas que ya han pasado el coronavirus, para donar plasma sanguíneo y ayudar a los pacientes covid con anticuerpos.

Se apuntó sin pensarlo. Rellenó el formulario 'on-line' y el día que la llamaron acudió al Hospital Río Carrión de la capital palentina con una sonrisa bajo la mascarilla y se sumó a otras mil personas de la región en este acto altruista. Durante cerca de una hora estuvo conectada a una máquina de aféresis que separaba, mediante la técnica de centrifugado, los componentes de su sangre. Tras reservar el plasma, la máquina devolvía al torrente sanguíneo los glóbulos y las plaquetas. Un procedimiento rápido, seguro y prácticamente indoloro.

En un principio le diagnosticaron una gripe y ocho días más tarde le confirmaron por teléfono que tenía covid

«Creo que es importante aportar tu granito de arena. Con la de gente que lo está pasando mal ahora, quiero ayudar y si sirve de algo lo mal que yo lo he pasado, lo mal que yo he estado para que mejoren otras personas, pues genial», señala la palentina, que ya está deseando apuntarse para donar plasma de nuevo –tiene que pasar un mes entre cada donación–.

El plasma que se dona siempre tiene utilidad para los enfermos. Si ya no hay anticuerpos, se utiliza para pacientes de otras patologías, mientras que si el donante aún tiene anticuerpos, este plasma sirve para tratar a enfermos graves que no los desarrollan propios y que les pueden ayudar a luchar contra el virus. Además, el plasma también puede servir para crear fármacos contra la covid.

Han pasado más de nueve meses desde que se contagió, pero aún sigue teniendo anticuerpos. «Me hicieron la prueba en junio, que comencé a trabajar en Cruz Roja y seguía teniendo bastantes anticuerpos, pero no pensé que en enero me quedarían aún. Pero mira, puedo seguir ayudando. Creo que la gente necesita leer algo medianamente esperanzador, lo necesitamos todos porque la salud mental está quedando muy dañada. Nos va a pasar factura mentalmente este miedo, que todo el tiempo crees que estás pisando un campo de minas y es devastador», señala Soledad Caballero, psicóloga, que actualmente busca trabajo, y que vive con su hijo de once años.

No sabe cómo se contagió. Recuerda que estuvo en Valladolid la noche anterior con un amigo que, a finales de febrero, pasó la peor gripe de su vida. También, varios compañeros del centro donde trabajaba en Palencia dieron positivo. «Después de contagiarme, cerraron y me despidieron. Y yo pensaba 'estoy mala y sin trabajo'. Tuve momentos en la cama que decía 'madre mía' e hice una cura mental y apliqué los conocimientos conmigo misma», reconoce.

No perdió el olfato ni el gusto, pero le daba asco la comida, tanto, que adelgazó cuatro kilos en una semana. «Mis vecinos se volcaron para ayudarme porque no podía bajar ni la basura. Así que me traían comida, mis amigos me llamaban. Estaban todos pendientes de mí», afirma con emoción.

«Y con este pequeño gesto, con la donación de mi plasma, puedo devolver a otras personas lo que ellas también habrán ayudado y eso es importante», concluye, sin antes recordar que ella se apuntó a través de la web centrodehemoterapiacyl.es/cita_covid-19.

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