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Están convencidos de que podrán sacar adelante el proyecto, a pesar de que quedan tan solo dos semanas para que las licitaciones deban estar publicadas en la Plataforma de Contratación del Estado y la realidad es que los proyectos aún no están terminados. Lo han ... reconocido el concejal de Hacienda, Carlos Hernández, y el de Urbanismo, Álvaro Bilbao, quienes han explicado las dificultades de tramitación que se han encontrado desde que llegaron al gobierno municipal, puesto que descubrieron que el anterior equipo del PP y Ciudadanos había solicitado la subvención de los fondos europeos, que había sido concedida con unas condiciones estrictas, pero que no había dado más pasos, con lo que las cuatro actuaciones previstas se encontraban sin proyecto de obras.
Los ediles socialistas, que desde el primer momento quisieron dejar claro que el esfuerzo de los técnicos municipales durante las últimas semanas permitirá sacar adelante el adelante el proyecto, explicaron además que los problemas no solo se referían a la ausencia de los documentos técnicos, puesto que tampoco se contaba con la financiación necesaria para acometer la propuesta, dado que el Ayuntamiento debe aportar 1,021 millones de euros, que se sumarán a los cerca de tres millones (2.966.000) que la Unión Europea ha aprobado como subvención.
«Hemos asumido un proyecto que no era el nuestro, que define unas Zonas de Bajas Emisiones que no son las que nosotros hubiésemos planteado, pero que tenemos que aceptar para no perder la subvención, puesto que ese diseño de calles va en la memoria por la que se ha concedido esa ayuda de tres millones», explicó el concejal de Urbanismo, Álvaro Bilbao; mientras que el edil de Hacienda, Carlos Hernández, recalcaba que la instrucción de la alcaldesa, Miriam Andrés, había sido muy clara en cuanto a que no podían perderse fondos destinados a la mejora urbanística de la ciudad, la semipeatonalización de las calles y la reducción de las emisiones de gases contaminantes en el casco de la ciudad.
Por ello, los concejales insistieron en la importancia de la implicación de los funcionarios municipales, dado que asumieron el reto de redactar los proyectos necesarios para que las licitaciones pudiesen publicarse antes del 24 de septiembre. Del mismo modo, se ha trabajado de forma conjunta entre los departamentos de Urbanismo y de Hacienda para elaborar un nuevo Plan de Inversiones que permita, con el presupuesto aprobado, disponer de ese 1,021 millones necesario para cofinanciar los trabajos.
«Se va a financiar con un préstamo», señaló el edil de Hacienda, quien reconoció que ha sido necesario retocar todo el Plan de Inversiones, eliminando algunas partidas que estaban previstas, «aunque ninguna de las importantes o de cierta relevancia», manifestó.
Así, este proyecto asumido por el nuevo equipo de gobierno fue planteado inicialmente por el Grupo Popular y establecía una demarcación de lo que en futuro serán las Zonas de Bajas Emisiones, que la Unión Europea exige a todas las ciudades mayores de 50.000 habitantes. En el caso de Palencia ese controvertido espacio, en el que tienen que implantarse limitaciones en cuanto a la movilidad de vehículos, se extenderá a lo largo de todo el casco histórico de la ciudad, puesto que el proyecto que presentó el PP así lo establecía. «Lo hemos tenido que asumir así para no perder la subvención, porque venía así recogido en la memoria que presentó el anterior equipo de gobierno. No es la delimitación que nosotros habríamos planteado, pero es la que nos toca asumir», insistió Álvaro Bilbao. Esta delimitación está fijada al sur por el Paseo del Salón, al este por las avenidas Manuel Ribera y Casado del Alisal, al norte por Antigua Florida y Simón Nieto y al sur por la avenida de Castilla.
Pero aunque el nuevo equipo haya tenido que asumir esta demarcación para las Zonas de Bajas Emisiones, el concejal de Urbanismo quiso dejar también muy claro que su grupo es partidario de que las limitaciones a la movilidad por el casco histórico serán las mínimas posibles. «El 95% del tráfico actual no se va a ver afectado», recalcó el edil de Urbanismo. En este sentido señaló que el objetivo de esas zonas es reducir la emisión de gases contaminantes a la atmósfera, lo que, según explicó, se podrá conseguir fácilmente con medidas como la reducción de los límites de velocidad en las calles que se semipeatonalicen y con algunas medidas de control de los accesos, que quiso recalcar no afectarán ni a los residentes, ni tampoco a los empadronados en Palencia.
«Los sistemas de control de acceso como las cámaras que incluye el proyecto no estarán enfocados a impedir que la gente pueda acceder al centro de la ciudad. El 95% del tráfico no se va a ver afectado. Los residentes podrán acceder libremente y también los empadronados en Palencia. Habrá control, por supuesto, pero hay medidas que facilitarán el paso al resto de los vehículos, cuando se dirijan a un parking o a una gestión en un edificio público, habrá aparcamientos disuasorios», señaló Álvaro Bilbao, quien explicó que para que estos sistemas de control puedan entrar en servicio deben primero aprobarse el Plan de Movilidad Urbana Sostenible, que se está revisando, y posteriormente aprobar una ordenanza que regule el funcionamiento de las cámaras y el resto de sensores de control de la circulación.
Y la implantación de esas Zonas de Bajas Emisiones precisa de una serie de actuaciones, que son las que se incluyen en ese proyecto de casi cuatro millones de euros, de los que tres proceden de los Next Generation.
La primera de las medidas y la que más avanzada tiene la redacción del proyecto se refiere a la semipeatonalización de algunas calzadas de la plaza de Cervantes y de alguno de los tramos de Mayor Antigua (desde la plaza del Obispado hasta el fin de la plaza de San Antolín). Se trata de una inversión de 541.000 euros y el objetivo es elevar las calzadas y soterrar cinco contenedores en la zona, siguiendo un modelo similar al de la parte final de Mayor Antigua.
La parte que más llamará la atención del proyecto es la referida a la semipeatonalización de un largo itinerario por algunas de las más importantes calles del centro de la ciudad. Se elevarán las calzadas y se repararán las aceras en algunas zonas. Se utilizarán adoquín, en lugar de cemento pulido, y se reducirá la velocidad del tráfico. La actuación se iniciará en la calle Burgos, seguirá por Don Sancho, los Cuatro Cantones, la Cestilla, la plaza de Isabel la Católica (iglesia de la Compañía), Menéndez Pelayo y llegará hasta el final de Antonio Maura.
El cambio fundamental será el que afectará a las calles Don Sancho y La Cestilla, que perderán uno de los sentidos de la circulación y serán de dirección única, de subida hacia la Diputación, con lo que ya no podrá llegarse directamente desde San Lázaro hasta los Cuatro Cantones. Esta actuación supondrá un gasto de 1.110.000 euros.
La medida más cara será la de la instalación de los sistemas de control de tráfico, mediante cámaras y sensores que se distribuirán por toda la zona centro, pero que no afectarán a las avenidas que delimitan las Zonas de Bajas Emisiones. El coste será de 1,724 millones.
Mientras, la última de las actuaciones, pensada para fomentar el uso de medios de transporte alternativo, es la construcción de once aparcamientos cubiertos e inteligentes para bicicletas, que se sumarán a los cuatro que ya están colocados. El gasto se eleva a 614.000 euros.
No ha gustado nada el modelo de reforma seguido en las calles Eduardo Dato, Higinio Aparicio y Antonio Maura. El material elegido por el anterior equipo de gobierno para elevar la calzada, un tipo de cemento pulido, no ha convencido a los actuales responsables del Ayuntamiento, que han dejado que ninguna de las actuaciones similares que se llevarán a cabo en la ciudad durante los próximos meses seguirá este modelo.
No habrá más suelo de cemento pulido y se volverá a utilizar el adoquín, como sí se ha hecho en las intervenciones que se han llevado en otras vías del centro en las que se ha hecho este tipo de obra, como la calle Mayor Antigua.
El concejal de Urbanismo, Álvaro Bilbao, lamentó el color gris utilizado para delimitar la zona de calzada, ya que desde su punto de vista no mejora la imagen de estas vías, además de generar problemas de peligrosidad, puesto que no invitan a la convivencia entre vehículos y peatones, que es el objetivo de este tipo de actuaciones.
El Ayuntamiento estudia ahora cómo marcar de forma más clara la zona de la calzada, para su separación de las aceras, con el fin de ofrecer mayor protección a los viandantes.
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