
«Seguimos en los hospitales las 24 horas»
Los capellanes ·
Tres sacerdotes acompañan a los enfermos en el Complejo Asistencial de Palencia, aunque desde el inicio de la pandemia solo acuden a las habitaciones cuando «nos llaman»Secciones
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Tres sacerdotes acompañan a los enfermos en el Complejo Asistencial de Palencia, aunque desde el inicio de la pandemia solo acuden a las habitaciones cuando «nos llaman»Su trabajo ha variado desde que arrancó la pandemia, hace casi un año. Ya no pueden visitar a enfermos con la misma soltura que antes, tienen que 'revestirse' cuando acuden a la llamada de un paciente con covid y a las misas ya no va casi nadie, ahora que prácticamente no se permite a los familiares entrar en el Río Carrión. Pero los capellanes continúan ahí, haciendo su trabajo y con guardias diarias para estar siempre que se les necesite.
«Nuestro día a día es muy complicado en el tiempo en el que estamos. Lo que hacíamos antes, lo hacemos ahora con mucho más cuidado. Estamos a disposición de los enfermos y de sus familiares, tenemos que procurarles el sacramento o acompañarles», afirma Gregorio González, coordinador de los capellanes del complejo hospitalario palentino y delegado diocesano de Salud.
A las 10:30 es el turno de hacer las visitas y llevar la comunión a quien lo desee y a las doce en punto comienza la eucaristía, aunque la capilla últimamente esté casi siempre vacía. Y siempre, estar pendiente del busca por si un paciente les pudiera necesitar. Por las tardes, toca acudir a San Telmo para ver a los enfermos ingresados en ese hospital.
Tres capellanes se ocupan de llevar a cabo esta labor y de estar siempre disponibles. En el Río Carrión tienen la capilla, el despacho y una habitación para descansar. «Creo que la gente piensa que los capellanes no estamos en los hospitales ahora por la covid, pero nosotros seguimos allí las 24 horas, hacemos guardias y cada día estamos uno», señala Gregorio González.
«Nuestro trabajo no se ha incrementado, creo que teníamos más antes. Se ha incrementado que nos llamen para la unción de enfermos. Eso sí. Y si algún profesional también quiere hablar con nosotros, pues intentamos ayudarle. Nosotros tratamos de acompañar a enfermos, familiares y también a los profesionales del hospital», explica.
Los familiares de los enfermos suelen ponerse en contacto con ellos por teléfono, mientras que los propios pacientes se lo dicen a las enfermeras, que desean la compañía o hablar con uno de los capellanes. «La gente ahora llama menos. Antes podíamos pasar por todas las habitaciones y teníamos contacto más directo y ahora solo pasamos por las que nos llaman», señala. La pandemia ha variado, sin duda, su forma de trabajar. «Tampoco nos recomiendan que pasemos demasiado tiempo, solo pasamos cuando la gente nos necesita. Pero no podemos estar mucho y eso es un problema añadido para poder atender a los enfermos como nos gustaría», añade.
Antes de que llegase la covid para poner todo patas arriba, podían acudir diariamente a ver a los pacientes. Estos les llamaba un día y ya acudían con asiduidad a hacerles compañía, pero ahora van semanalmente para darles la comunión o solo cuando son llamados. Todo es distinto. «Nuestra intención sigue siendo la misma, acompañar en aquello que cada uno necesite, sobre todo en el aspecto espiritual», explica.
Cuando la visita es a un paciente con coronavirus, tienen que 'revestirse', como dice el propio Gregorio, para poder atender al enfermo y no contagiarse del virus. «Durante la pandemia hemos notado que tenemos que ir con mucho más cuidado. Y en las zonas con covid nos tenemos que revestir. Nos ponemos bata, guantes, mascarilla y pantalla. Vamos con esa seguridad para estar con ellos sin que haya peligro», afirma.
El acompañamiento con un enfermo que está en sus últimos momentos, es muy duro y muy bonito a la vez, explica. Y desgraciadamente, ahora con la pandemia, se da con más frecuencia de la que debería. «Cuando una persona está hablando contigo, te cuenta toda su vida y lo está pasando mal... Está sufriendo porque se encuentra en sus últimos momentos y te dice 'qué difícil es morirse'. Yo recuerdo un caso en el que me pasó eso y no sabía qué contestarle, así que le cogí de la mano y él me dijo 'gracias'. Muchas veces no es hablar, sino que se sientan acompañados», recuerda emocionado. Gregorio tiene claro lo que más le gusta de su trabajo. «Cuando puedes llevar el consuelo a algún enfermo o familiar».
Hace unos días trasladaron a Cuidados Intensivos a un paciente que estaba en planta, que ya había visitado anteriormente, y la familia le pidió que fuese a verle. «Estaba un poco nervioso y entre todos intentamos tranquilizarle», explica.
El coordinador de los capellanes solo tiene palabras de admiración y de agradecimiento hacia los profesionales sanitarios que siguen luchando en la primera línea de la batalla. «Hace poco visité la UCI de covid y me admiraba cómo estaban trabajando y cómo se volcaban con los pacientes, tanto las enfermeras como el resto del personal. Hacen un trabajo extraordinario aunque estén sobrepasados, dan lo mejor de sí mismos», señala.
Su día a día tiene lugar en los pasillos del hospital, en las habitaciones e incluso en la zona de críticos. Ellos también están en la primera línea, trabajan al lado del enfermo y pertenecen a la Gerencia del Hospital Río Carrión, que ya les ha pedido los datos para la vacunación.
Tiene claro que su trabajo es enseñar a los pacientes el mensaje de Dios. «Siempre es duro enfrentarse a esa situación, al final de la vida de alguien. Es muy importante que en ti vean que lo que tienen cerca es el amor de Dios, porque estamos ahí para acompañarles y para mostrarles que Dios nos ama y que nos ama también en esas circunstancias tan difíciles. A lo mejor no es decir esas palabras, pero simplemente que ellos te vean, que estás haciendo eso. Eso es lo que diferencia un poco la labor del capellán», explica. Este tipo de acompañamiento no se limita a los hospitales, también se desarrolla en las parroquias y Gregorio es el encargado de organizarlo como delegado diocesano de Salud. «Es la labor de acompañar a los enfermos en su casa y de llevarles la comunión si te lo piden o simplemente estar con ellos allí. Ahora este trabajo tiene más complicaciones, claro», argumenta.
El 11 de febrero se celebra la festividad de Nuestra Señora de Lourdes y la Jornada Mundial del Enfermo, de la Pastoral de la Salud, bajo el lema 'Cuidémonos mutuamente'. Este año, por la pandemia, los actos se reducirán a un rosario y una eucaristía, que será retransmitida a través del canal 'Youtube' de la Diócesis.
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