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Andreea Bobocel sirve una palmera en su pastelería de Astudillo. Marta Moras
De Rumanía a Palencia para endulzar Astudillo

De Rumanía a Palencia para endulzar Astudillo

Andreea Bobocel abre su panadería y pastelería con una gran acogida entre vecinos y visitantes

Martes, 15 de octubre 2024, 07:23

El emprendimiento en el mundo rural ha pasado a ser algo complejo y cada vez menos habitual. Los pueblos palentinos cuentan cada vez con menos gente y recursos, lo que pone en riesgo esa apuesta importante de comenzar un negocio en ellos. A pesar de todas estas dificultades, siguen existiendo esos pequeños motores que apuestan por seguir dotando de vida a estos pueblos. La rumana Andreea Bobocel inauguró su panadería pastelería el pasado 30 de junio en Astudillo y desde entonces todo le ha salido a pedir de boca.

La historia de Andreea Bobocel en el mundo del dulce viene de lejos. La propietaria lleva más de quince años en el sector y había trabajado con anterioridad en Astudillo. Un conocimiento del mercado que le ha llevado a apostar por crear su propio negocio ante la ausencia de establecimientos de este tipo. «Llevo quince años en el sector y comencé precisamente en Astudillo en otra pastelería que había. Estuve muchos años en el pueblo y después fui a Palencia a trabajar en otra pastelería. Decidió abrir el negocio por mi cuenta apoyada un poco por mis amigos y mi familia. Trabajaba muchas horas y entonces pensé en que podía hacerlo para mí misma. Con ese poquito de ayuda y de apoyo decidí lanzarme a esta aventura», señala Andreea Bobocel, propietaria del negocio.

Nada mejor que poner a disposición de todos tus amigos y vecinos un servicio que hasta el momento no existía en su localidad. Andreea Bobocel llegó Astudillo con 19 años y desde entonces siempre se ha sentido una astudillana más. Los propios vecinos fueron uno de los principales motores de esta nueva pastelería que se ha integrado como un negocio más dentro del municipio. «Soy de Rumanía, pero puedo decir que soy de Astudillo. Me he criado aquí y tengo a toda mi familia y amigos. Hablando un día con mis amigos comentamos que no había una pastelería en Astudillo. La gente lo echaba de menos y sabiendo que me dedicaba a ello, comenzaron a animarme para que abriese una pastelería. Entonces esos ánimos fueron un poco el motor de esta iniciativa», reconoce Andreea Bobocel.

Montar un negocio en el medio rural presenta desafíos únicos. Infraestructuras limitadas, una población inferior que reduce la posible base de clientes y muchas veces falta de recursos. Una larga lista de problemas a los que se ha enfrentado y seguirá haciendo Andreea Bobocel. A pesar de todo, la propietaria asegura que la época de verano en el medio rural fue muy fructífera y que hay que adaptarse a las circunstancias. Además, el gran apoyo que ha recibido de instituciones y de los propios vecinos le han llenado los hornos de ilusión. «Durante el verano, los pueblos son muy buenos, había muchísima gente y se doblaba prácticamente el número de personas», expresa.

Este nuevo negocio ha llegado por la puerta grande a la localidad de Astudillo y alrededores. Las ventas no han cesado desde su inauguración el pasado mes de junio y desde entonces todo sigue avanzando a toda vela. Un éxito rotundo que espera que continúe mucho tiempo. «Durante las fiestas de la localidad tuvimos mucho trabajo. Nos pilló además que los tres pueblos de alrededor tenían fiestas el mismo fin de semana y estuvimos de trabajo hasta arriba. El verano ha ido muy bien y la gente me ha recibido genial», afirma Andreea Bobocel.

La vida del panadero tampoco es un camino de rosas. Muchas horas de trabajo y sobre todo, un horario diferente al del resto. El futuro de los panaderos en el medio rural ha ido oscureciéndose en los últimos años hasta reducirse prácticamente a negocios familiares donde seguir la tradición. Por el contrario, Andreea Bobocel ha apostado por abrir un nuevo negocio en este sector. «En Astudillo tenemos un panadero y está cerca de jubilarse. Durante el verano, al haber tanta gente en el pueblo, no daba para todos. Es cierto que el mundo de la panadería es un oficio esclavo, pero tiene su recompensa. Ver a la gente venir a tu establecimiento todos los días, incluso antes de abrir, es una motivación para levantarte todos los días a las cinco de la mañana», explica Andreea Bobocel.

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