La covid ha tenido un festín ante sus ojos. Contagios a mesa puesta, que pensaría alguno. Cuerpos por docenas a los que infectar, por más que la Policía Local –algún agente que otro resoplaba– se afanase en que todos los asistentes hicieran uso de la ... mascarilla y guardasen la cola con distancia de seguridad. Pero el número de palentinos que este martes han acudido a la llamada del Ayuntamiento para el reparto del tradicional roscón de Reyes hacía dudar de los datos sobre contagios en esta sexta ola que maneja la Junta. O eran 'kamikazes', o les gusta sin medida este dulce tradicional de Navidad, porque un vistazo a la plaza de la Inmaculada daba fe de la elevada concentración de personas para coger una de las casi 7.000 raciones de roscón envasadas de forma individual para llevar a sus casas, pues no se podía consumir en el momento.
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Datos del día de la covid en Palencia: dos fallecidos, 407 nuevos contagios y 30 brotes activos en la provincia. Datos acerca del reparto del roscón: tropecientas personas que, casi pegados los unos a los otros por la falta de espacio en la plaza, guardaban cola para acceder por una de las siete entradas habilitadas con vallas y recorrer los metros hasta la mesa en la que los representantes políticos repartían las porciones. Mezclen covid y aglomeración, y recen para que las cifras no engorden más que las calorías del dulce.
Era aquello un vacunódromo para los no diabéticos, para los que huyen de dietas y adoran el riesgo. Si había dudas sobre el temor de los palentinos ante ese alza desmedida de los contagios, quedó totalmente disipada. Sin chaleco antibalas fueron a por el dulce. A tapabocas cubierto, eso sí, pero en tan tupidas filas que ni los legionarios romanos en una campaña militar, oiga. Cuando llegaban a la mesa y obtenían su ración de roscón, salían hacia la izquierda y la derecha por unos improvisados laterales para dejar paso a los que iban detrás, que la cola se hacía cada vez más larga.
«El año pasado ni se pensó en hacerlo, y este año hemos estado ahí ahí. Se habían pensado varias alternativas, pero sí hacerlo, y me he llevado una sorpresa de lo bien organizada que está la plaza de la Inmaculada. Mucho mejor que otros años en todos los sentidos, incluso para que la gente no se cuele», comentaba Marta Polo, de Pastelería Polo, encargada de elaborar un dulce que se reparte desde 1996, hace veinticinco años.
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«Lo hacía con mis colegas, que todos se han jubilado (Portillo, Solete y Viena) y sigo por tradición», hacía hincapié Marta, que ha tenido días de mucho trabajo. «Lo que se trabaja son muchas horas en muy pocos días. Empezamos antes de ayer (domingo) y entre ayer y hoy (lunes y martes) ha sido la cocción, el corte y el envasado, pero es verdad que tengo un equipo que es genial», incidía.
Para elaborar el roscón de Reyes –que este año ha hecho un guiño a la Catedral y a la efeméride de sus 700 años con las bandejas colocadas formando tal número–, Marta Polo ha echado mano de una receta artesana que consta de harina (330 kilos), agua de azahar, huevos (1.500), leche (70 litros), naranja, mantequilla (55 kilos), levadura (20 kilos), sal (5,2 kilos), azúcar (80 kilos) y fruta escarchada.
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