Palencia

Retorno al pasado con sabor descorazonador

Tras perder los últimos recursos en los tribunales, la organización que antiguos alumnos de los colegios de huérfanos de ferroviarios, tuvieron que ceder la titularidad del inmueble al Consistorio palentino, que se olvidó por completo de proteger este inmueble, a pesar de haber litigado durante años por hacerse con la propiedad.

Ese olvido se transformó en abandono absoluto y dio alas a los gamberros y saqueadores, que en poco tiempo no dejaron ni un rincón del antiguo complejo educativo sin que resultase objeto de robos, daños, destrozos y todo tipo de vandalismo.

Nada puede salvarse ya del interior del inmueble, aunque sí su estructura, cada vez más deteriorada, por lo que en los últimos años ha surgido un movimiento ciudadano encaminado a reclamar ante las administraciones públicas, especialmente al Ayuntamiento, que se impulse algún proyecto que permita la recuperación del edificio con algún tipo de carácter social o cultural.

Y a este movimiento se han sumado con entusiasmo en los últimos meses un importante número de antiguas alumnas, que, conectadas a través de las redes sociales, han comenzado a movilizarse para que su voz sea escuchada, porque lamentan profundamente que el hogar en el que pasaron su infancia y su juventud se encuentre abandonado y en un estado casi ruinoso, a pesar de la obligación que tiene el Ayuntamiento de conservar el patrimonio público.

El último paso que han dado estas mujeres se vivió ayer en la propia capital palentina, que sirvió de marco para el reencuentro de una veintena de exalumnas de la promoción de 1973, que finalizó los estudios de bachillerato en este antiguo centro hace cincuenta años.

«Ha sido muy emocionante, porque aunque muchas hemos mantenido el contacto durante estos años o lo hacemos a través de las redes sociales, hay compañeras a las que no veía desde hace 50 años», explicaba ayer Dolors Vall-llovera, residente en Sabadell y una de las organizadoras del encuentro.

Esta mujer, huérfana, como sus compañeras, de un trabajador de la red ferroviara, estuvo primero interna en el colegio de Torremolinos y posteriormente, desde los 11 hasta los 18 años en Palencia, ciudad de la que guarda intensos recuerdos y a la que ha regresado en diferentes ocasiones, aunque la de ayer fue especialmente emotiva.

Pero esa emoción se tiñó también de una infinita tristeza, al comprobar directamente cuál es el estado del antiguo Colegio de Huérfanos de Ferroviarios, puesto que una de las citas programadas en la agenda del encuentro era la visita al inmueble.

Se acercaron hasta el caserón una veintena de las antiguas alumnas, acompañadas del que fue sacerdote del colegio, y accedieron al interior por el butrón realizado hace algunos meses por los vándalos, después de que el Ayuntamiento tapiara todas las puertas y las ventanas del piso inferior. «Ha sido una sensación muy triste. Ver cómo estaba totalmente destrozado. Es una pena. Pero la culpa es de Palencia, que lo tenía que haber cuidado y no lo ha hecho. Ahora es del Ayuntamiento y es su responsabilidad», afirma con un profundo pesar esta antigua alumna, que, al menos, se queda con los buenos recuerdos.