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Laura linacero
Dueñas
Domingo, 3 de octubre 2021
Dejar al azar la posibilidad de enterrar a un ser querido que durante ochenta años ha estado vagando en la memoria de sus familiares, buscando ... una respuesta que llegó hace apenas una semana, resulta complicado. Emiliano Miguel Portugal, asesinado con 21 años a manos de las tropas franquistas tras participar en la fuga del Fuerte de San Cristóbal, en Navarra, ha podido volver al cobijo de su pueblo después de que sus restos fueran recuperados e identificado por el Instituto Navarro de la Memoria. Aunque no se trate de un final feliz, lo cierto es que, tal y como relata Teresa Miguel, sobrina de este militante republicano, «es un alivio porque entre tantos como se fugaron, quién nos iba a decir que iba a ser uno de ellos».
La historia estaba incompleta y ahora «se cierra un círculo que nunca se debió haber abierto». Así resumía Ángel Redondo, portavoz de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Palencia, en un homenaje dedicado al joven fusilado, el fin de años de incertidumbre por parte de la familia. Una desazón compartida por el pueblo de Dueñas en una pequeña conmemoración, realizada ayer en el Auditorio del municipio, a los caídos del bando republicano y en particular, a los 208 hombres que murieron en esa trágica fuga. Félix Sierra, coautor del libro 'Fuerte de San Cristóbal 1938', recordó las anécdotas narradas por algunos compañeros de Emiliano Miguel, que consiguieron sobrevivir y puso en valor la valentía con la que buscaron su libertad.
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Esperanza para otras familias
El hallazgo del cuerpo de Emiliano Miguel supone un halo de esperanza palpable entre los vecinos que, frente al monumento funerario construido por los familiares y simpatizantes de las víctimas de Dueñas en el cementerio, esperaban poder reunirse de nuevo para dar sepultura a tantas víctimas que aún no han sido identificadas.
En este caso en concreto, el trabajo realizado por el Instituto Navarro de la Memoria fue fundamental para llevar a cabo la identificación a partir de las muestras depositadas en el banco de ADN del Gobierno de Navarra. «Los primeros años se tomaron muestras de ADN sin apenas resultados. Es un trabajo lento y a veces silencioso, pero como vemos, da sus frutos», recuerda José Miguel Gastón, director de la institución.
Sin embargo, si algo fue vital para llegar al hallazgo del vecino eldanense fue el recuerdo de Paulina, una octogenaria que recordó dónde se encontraba otra fosa hasta entonces inadvertida. «Que nosotros tengamos hoy a nuestro tío se lo debemos a Paulina, que comentó en una comida familiar la existencia de otra fosa y se puso en marcha todo el procedimiento hasta ahora», reconoce Teresa Miguel. Ese trabajo tiene hoy como resultado una familia algo más reconfortada, que con lágrimas en los ojos y la voz entrecortada recordó en nombre de su tío las vivencias de cientos de testimonios. Un homenaje que concluyó con la lectura de varios poemas en honor a los caídos y donde los versos «los que fueron abandonados bajo una tierra extraña, en una tumba anónima, ahora ya tienen nombre» cobra para el pueblo eldanense un valor especial.
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