El Rey respalda a Gullón en sus 125 años como emblema de la tradición galletera de Aguilar

La fábrica de Gullón ha crecido mucho desde que los hermanos Jesús y Manuel, hijos de un comerciante zamorano establecido en Aguilar, la convirtieran en un negocio rentable. En el año 2011, la actual propietaria, María Teresa Rodríguez, fue la artífice de una ampliación importante de las instalaciones. Poco después, entró en funcionamiento la nueva y moderna planta, denominada Vida, donde se elaboran los productos galleteros de esta línea, con un carácter más 'bio'.

Actualmente, Galletas Gullón, más de 210.000 metros cuadrados que dan cabida a la tecnología más avanzada. La facturación supera los 323 millones y los productos de la villa galletera están presentas en 120 países. El martes, esta factoría aguilarense recibirá un espaldarazo fundamental con la visita del rey Felipe VI, que les acompaña en su 125 aniversario.

Mucho antes de afincarse en Aguilar de Campoo, las galletas eran un alimento inventado por los ingleses para nutrir a los marinos en sus viajes de exploración por el mundo. Al ser un producto seco, puede permanecer año y medio almacenado sin deteriorarse. Pero la célebre galleta maría tiene un origen más aristocrático. La creó la firma Peekfreen en 1875 con motivo de la boda entre la duquesa María de Rusia con el duque de Edimburgo, como homenaje a la novia. Nada hacía suponer entonces el furor que alcanzaría esa galleta en España, donde la Casa Real, en tiempos de Alfonso XIII, llegó a tener su propia marca, Palacios, confeccionada en Aguilar según las preferencias del monarca: una maría con mucho azúcar quemado y miel, cocinada en perolas de cobre.

El apogeo continúa. Tanto, que hoy día, cuando medio mundo se despierta a golpe de cereal en un bol, la fábrica de Gullón sigue exportando el 35% de sus galletas a otros países y protagonizando el desayuno de millones de hogares en España.

Hace más de un siglo, las galletas se amasaban a mano, se cortaban con vasos y se distribuían a pie, en carros tirados por caballos o en bicicleta. Hoy, se fabrican a distancia, sin que intervenga la mano del hombre. Las materias primas entran en camiones cisterna y se cargan automáticamente en los silos. Las masas se mezclan por ordenador y los trabajadores vigilan todo ese proceso de moderna mecanización. Está considerada como la planta galletera más moderna de Europa.

Gullón es de esas fábricas que lejos de contaminar aromatiza. Desde la posguerra, sus hornos ha calentado los días más duros del invierno. Por eso los vecinos de Aguilar siguen considerándolas algo suyo. El corazón de Aguilar de Campoo sigue latiendo al ritmo productivo de sus galletas y este martes esos 1.400 empleados, sus familias, los directivos de Gullón y toda la comarca sentirá de cerca el apoyo de la Casa Real a una tradición que mantiene vivo como nadie el mundo rural en la Montaña Palentina.