El reparto del roscón de Reyes congrega a miles de palentinos en la Plaza Mayor

La receta para este dulce, realizado por la Pastelería Polo sin nata ni crema, que congregó a tantas personas alrededor de la Plaza Mayor, llevaba 330 kilos de harina, 80 kilos de azúcar, 55 kilos de mantequilla, 20 kilos de levadura, 5,2 kilos de sal, 70 litros de leche, 1.500 huevos, naranja y agua de azahar. La masa madre se preparó entre el 30 y el 31 de diciembre, justo los dos últimos días del año. En Año Nuevo se descansó y este jueves se fermentaron y se cocieron todos los roscones (y se partieron) para llevarlos en sus bandejas y tapados con plástico.

«Se hace el roscón desde 1996, y al principio lo hacía la asociación de pasteleros en el obrador del Cetece. Luego se pusieron de acuerdo para que las pastelerías Solete, Portillo, Viena y Polo se dividiesen el roscón y cada uno hiciese parte. Pero se han ido jubilando y al final yo soy la segunda generación de Polo que hago lo mío, y con mucho orgullo, también lo suyo», explicó Marta Polo.

«Es una responsabilidad ser los encargados de hacer el roscón para los palentinos», reconocía la pastelera, rodeada por todos los dulces que habían cocinado en el obrador. «Pocas cosas me quitan tanto el sueño como el roscón», agregaba.

La alcaldesa, Miriam Andrés, ayudada por miembros de la corporación municipal comenzaron con el reparto puntuales. 'Buen provecho' y 'gracias' se escuchaba una y otra vez, mientras personal de protección civil repetía 'Por allí, la salida está por allí', vayan saliendo o 'no se paren'. Cierto es que la fila, llena de bufandas, gorros y guantes, se movía con agilidad y rapidez, mientras los restos del sol de la tarde, que este jueves apareció el sol un rato, ayudaban a hacer menos dura la espera.

El reparto del roscón es ya una tradición, tanto como el Belén, los villancicos o las luces de Navidad. Muchas personas acuden año tras año, ya sea solos, con la familia o con amigos, de ahí que en la cola hubiese tantos grupos de gente aguardando llegar a por el deseado dulce.

Alonso correteaba entre la gente, impaciente por la espera. «Voy a comer roscón, que me gusta mucho», comentaba el pequeño, agarrado a la pierna de su madre, Cristina García. «Venimos todos los años», reconocía esta. «Y ahora que son más grandes y que no se echan la siesta, venimos antes, con más tiempo y así tenemos que esperar menos cola», agregaba. «Nos parece una tradición bonita para los niños y además es a buena hora», concluyó.

Begoña Martín había llegado a la Plaza Mayor media hora antes de que comenzase el reparto gratuito y por eso fue una de las primeras en recibir su porción del roscón. «Somos de Palencia y venimos todos los años porque nos gusta mucho y está muy rico», afirmaba.

Otra fila, mucho menos abundante, transcurría por el soportal de la Plaza Mayor hasta la de San Francisco, donde se repartían las porciones del roscón sin gluten. La Pastelería Sumendi, de Frómista, fue la encargada, por primera vez, de realizar este dulce para celiacos, ya que el negocio de Ana Clara Carbajo, que abrió hace dos años, prepara todos sus productos 100% sin gluten.

Envueltos en plástico individual y con una etiqueta con los ingredientes pegada en cada porción, se repartieron los 120 trozos de este dulce. «Esta vez los he hecho sin proteína de la leche, por si acaso», afirmaba la pastelera, a la que felicitaron varias personas tras comerse su trozo, ya que «esta masa está buenísima».

Sin duda, el reparto del dulce gigante es una de las citas más esperadas del programa navideño. El concejal de Fiestas, Fran Fernández, valoró cómo avanzan estas fechas. «Hay mucha gente en la calle, en la hostelería, se nota un buen ambiente. Está haciendo mucho frío, pero eso no evita que se pueda salir a divertirse y nuestra actividad solo se hace para eso, así que sí que estoy contento», concluyó el edil.