Brian Giner, víctima de acoso escolar y educador social

«Cuando quise pedir ayuda, ya había pasado por dos intentos de suicidio»

Rememoró cómo lo insultaban, cómo se reían de él cuando levantaba la mano, cómo le amenazaban, le pegaban palizas en el baño o incluso cómo le lesionaron en clase. «Otro chico estuvo una hora entera calentando el bolígrafo con una libreta para clavármelo en la mano justo a la salida. ¡Toda la hora! Y la profesora lo vio y se fue sin hacer nada. Y el director solo me dijo: 'Si te pegan, tú pega también'», contó. En ese caso, se denunció en el colegio, pero no se activó el protocolo. «Y en otra ocasión, me empujaron y tiraron por la escalera, cuando iba con un chico con parálisis cerebral. Todo para reírse», añadió.

Subrayó la importancia de contarlo, de pedir ayuda, de no normalizar o esconder esa situación. «Cuando yo lo dije, ya había pasado por dos intentos de suicidio», incidió. Quiso poner cara y nombre a las personas que «tuvieron peor suerte» y que finalmente se quitaron la vida. Mostró en la pantalla las fotos y los nombres de los que ya no están por culpa de acoso escolar. Entre ellos, estaba Kira López, la niña de quince años que se quitó la vida en 2019, después de llevar sufriendo bullying desde los cinco años. Actualmente Brian Giner forma parte de una asociación contra la violencia en las escuelas con el padre de Kira, con José Manuel López, llamada 'Rotos' ('Trencats' en catalán).

Afirmó que todos los que fallecieron compartían dos cosas en común. La primera era que ninguno llegó a pedir ayuda y la segunda, que todos dejaron una nota a sus padres pidiendo perdón por lo que iban a hacer y recordándoles que les querían mucho.

«Dentro de los diferentes tipos de bullying, el psicológico es el que más se trabaja en el colegio y te va machacando poco a poco», argumentó, a la vez que ponía de fondo una imagen de una persona cada vez más pequeña. «Pecamos a creernos todo lo que nos dicen», agregó, a la vez que hizo hincapié en que el acoso no va de clases sociales, género, edad, procedencia o religión, ya que cualquiera puede convertirse en víctima, independientemente de todo esto.

Para evitar sufrir ese maltrato continuado (ya que el acoso es algo que se prolonga en el tiempo), intentaba ausentarse del colegio. Si no iba a clase, nadie se metería con él. Y cuando tenía que estudiar, estaba tan hundido que no podía ni concentrarse. Llegó a suspender doce asignaturas un curso. Una de las principales consecuencias de ser una víctima de esta lacra social es que baje el rendimiento escolar y otro muy claro es tener fobia a acudir al centro educativo por miedo.

Explicó también lo que son los 'puntos ciegos', ya que fue víctima dentro de los propios centros. «El abuso siempre se lleva a cabo donde no hay tutores, donde no les ven. Ahí es donde te maltratan, ya sea en los baños, en el comedor...», remarcó.