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La última lección la recibieron ayer en la propia inauguración oficial los alumnos que han adecentado desde noviembre el entorno de uno de los emblemas de la ciudad, el Puentecillas, gracias al programa de empleo mixto de la Junta y el Ayuntamiento. No era cuestión ... de empaparse de nuevas técnicas, ni de poner en práctica todo lo aprendido en nueve meses. La última clase era conocer un poco de la historia de dónde habían estado pasando frío durante el invierno y sudando cuando el sol hacía justicia. Sin hablar de los perjuicios de convivir con una pandemia. Allí, junto al Bolo de la Paciencia, los ochos jóvenes (siete hombres y una mujer) que han aprovechado el programa de empleo, atendían a las explicaciones del alcalde, Mario Simón; el delegado de la Junta, José Antonio Rubio Mielgo, y hasta de los fotógrafos para saber más de esa gran piedra que habían restaurado en este tiempo.
Habían conseguido que el Bolo de la Paciencia recuperase su protagonismo. «¿Pero para qué servía?», se preguntaban muchos. Ahí, antes de que las autoridades detallaran el «éxito» de estos planes, conocieron que esa piedra cumplió hace muchos años la función de guardacantón en los accesos a la plaza Cervantes y que antes de entrar en los años 80 del pasado siglo se trasladó hasta la entrada del Puentecillas. Allí descansaron las mujeres que se acercaban al río a hacer la colada y allí, en el siglo XXI, más de un joven ha reposado antes de acceder a las piscinas del Sotillo o entre concierto y concierto del Palencia Sonora. «Mucha gente no conoce su historia. Además de restaurarlo, queríamos que se pusiera en valor», incidió ayer Santiago Hernández, coordinador del actual programa mixto y director de la antigua escuela taller de la catedral.
Los jóvenes y el propio Santiago rebosaban tranquilidad. Habían sido meses duros, trastocados por un virus que ha imposibilitado que muchas lecciones académicas se quedaran en el olvido al no poder reunirse. «Se han suspendido las actividades formativas, pero, siempre que se ha podido, ha continuado la actividad laboral. Estos programas son unos puntales para la ecuación de la formación y el empleo. Simultáneamente han recibido formación en lo que de forma inmediata van a trabajar, adquiriendo habilidades muy importantes para el futuro. No solo van a recibir un diploma de asistencia o participación, percibirán un certificado de profesionalidad que les acredita como expertos», destacó ayer José Manuel Barrientos García, gerente del Servicio Público de Empleo (ECYL).
Pero no solo el Bolo de la Paciencia estrenaba nuevo atuendo, durante estos meses se han adecentado la rampa que comunica Puentecillas con el parque Huertas del Obispo y una escalera al propio espacio verde, que se ha adecuado al no cumplir ningún requisito de accesibilidad. Aún así, además de rematar las obras, todavía quedan varias mejoras como en la propia escalera, donde la escuela taller espera a futuras convocatorias para seguir trabajando en los entornos de la catedral, aquella que durante 33 años fue su casa.
A la clausura del programa de empleo de Puentecillas, se sumaron también la conclusión de otros tres en Paredes de Nava, Guardo y Carrión de los Condes. «Todos inciden en trabajos de albañilería, menos en Carrión de los Condes, donde la actividad principal ha sido la pintura decorativa. Tienen el elemento común de buscar la máxima empleabilidad de los participantes», explicó Barrientos García, que estuvo acompañado por Rubio Mielgo y Simón. Precisamente el alcalde aprovechó la ocasión para comprometerse a seguir con actuaciones que mejoren la margen del rió Carrión en la avenida Asturias. Estos programas han contado con una financiación de más de 500.000 euros por parte de la Junta.
El director del programa mixto de empleo de la Junta en los entornos del Puentecillas y antiguo director de la escuela taller de la catedral, Santiago Hernández, disfrutará hoy del último día al cargo del plan. De momento, no hay ningún proyecto a la vuelta de la esquina. «No ha aparecido ninguna convocatoria. Mientras que no salga por parte de la Junta, no se puede hacer nada», detalló el arquitecto, que pretende seguir con la mejora de los entornos de la catedral. «Ahora la intención es salir a la ciudad», concluyó.
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