Manuel Pimentel | Autor del libro 'La revuelta del campo'
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Manuel Pimentel | Autor del libro 'La revuelta del campo'
«Las protestas son positivas para todos, si no reaccionamos, lo vamos a pagar con una cesta de la compra prohibitiva»Carmen Aguado
Miércoles, 14 de febrero 2024, 00:23
Manuel Pimentel (Sevilla, 1961) formó parte del Ejecutivo de José María Aznar entre los años 1999 y 2000 como ministro de Trabajo y Asuntos Sociales tras haber sido también secretario de Estado. Tras su paso por la política, el andaluz se ha dedicado a la ... actividad empresarial y literaria. Su último libro, 'La revuelta del campo', publicado en noviembre del pasado año, ya anticipaba buena parte de las protestas que los agricultores están protagonizando estos días. Este miércoles, el salón de actos de la Diputación Provincial acoge a las 19 horas la presentación de su última obra dentro del ciclo 'De Varia Literaria' puesto en marcha por la institución. El autor estará acompañado por la filósofa palentina, Pilar Llácer.
-¿Cómo ve la situación del campo y del medio rural?
-En mi ensayo, que he ido escribiendo con el paso del tiempo y donde iba contando los cambios sociológicos que han tenido lugar en el campo, vaticinaba que el campo acabaría vengándose. ¿Cómo? De las dos formas que estamos viendo. Por una parte, con una explosión de los agricultores y ganaderos, que se sienten aparte de arruinados, moralmente muy agredidos, muy despreciados y acusados. Pero la venganza del campo no solamente es esta explosión. Es, sobre todo, la subida de la cesta de la compra que estamos experimentando y que va a continuar subiendo. Si como sociedad europea, hemos decidido castigar a la agricultura, va a haber menos producción agraria, y los precios van a subir.
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-¿Esperaba que esto fuera a pasar?
-Yo no tenía ninguna duda que el malestar era muy profundo en el sector agrario, de hartazgo, de desesperanza y que tarde o temprano iba a tener reacción. No me lo esperaba de forma tan coordinada a nivel europeo y no me lo esperaba de esta intensidad. Es decir, ha sido una sorpresa parcial.
-¿Cómo valora las grandes tractoradas?
-Yo creo que hay que tomarlas en su valor. Es un grito de desesperanza y de hartazgo. Es una ira contenida y un malestar difuso que lleva años. Yo creo que ha sido positivo para los intereses del campo europeo en su conjunto, pero también para los intereses de la sociedad europea. Porque si no reaccionamos, al final lo vamos a pagar con unas cestas de la compra prohibitivas. Por eso estas grandes tractoradas se hacen a favor de los agricultores y a favor de todos. Valoro muy positivamente la gran tractorada y al mismo tiempo, pido prudencia y moderación.
-¿Hasta dónde puede llegar esa venganza del campo?
-Bueno, eso nadie lo sabe. En principio, hasta que se comience a negociar. El momento es bueno porque hay unas elecciones europeas próximas y tiene que haber una nueva política comunitaria. Tampoco deben sostenerse mucho en el tiempo. Cuando hay conflictos, y en mi vida me ha tocado gestionar grandes conflictos, lo primero es el respeto a la gente que ha explotado. No se puede despreciarlo ni atacarlo. Segundo, establecer vías de comunicación. Aquí es muy importante la representatividad, quién representa al campo, y es un tema donde las asociaciones profesionales tienen la legitimidad y, por tanto, en gran parte que corresponde, pero no cabe duda de que hay otras agentes que también deben ser cuidados. Y, después, a ver cómo se comienza esa negociación y tratar de apaciguar un poco. Ni los agricultores pueden abandonar los campos eternamente, ni la sociedad tampoco sufrir. Tenemos que darnos cuenta de que, con nuestras leyes, con nuestros imaginarios, estamos aplastando el mundo rural. Y también que, si aplastamos al mundo rural, la cesta de la compra se nos va a poner absolutamente prohibitiva. Ese carro que estaba a 125, 150 euros lleno en un supermercado hace apenas dos años, ya está en 250. Y si no hacemos nada, se pondrá en 300, 400, y quién sabe si a 500. Entre todos podemos hacer esas dos reflexiones y parar la venganza del campo que nadie quiere.
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-¿Considera que el campo está unido? ¿Qué papel están cumpliendo las organizaciones agrarias?
-Yo creo que en general las organizaciones profesionales han hecho el papel que han podido en este momento y se adaptarán de nuevo. Les tengo mucho respeto a todas.
-¿Cómo ve el futuro de la agricultura?
-Si hacemos las cosas razonables, valoramos la calidad de los alimentos y se equilibra con el medio ambiente, la agricultura va a evolucionar y va a tener un cierto renacer. No va a volver a ser como la que fue, porque todo evoluciona, y el campo, también. Tendremos un campo más mecanizado, con una serie de características actuales, pero como un gran productor de alimentos y permitiendo a los agricultores ser los proveedores de alimentos que precisamos cada día.
-¿Ha desconectado la ciudad del campo y el medio rural?
-Sí, sí, completamente. Es decir, pero no por maldad de nadie. Esto no es una historia de buenos y de malos. Es nuestra historia de la sociedad occidental, que es eminentemente urbana. Siempre la ciudad mandó más que el campo. Pero además tiene la capacidad de crear imaginarios, relatos, discursos y, sobre todo, de plasmar estos imaginarios en leyes. ¿Qué ha ocurrido? A partir de la globalización, la alimentación bajó mucho porque era muy barato traerlo de fuera. Y amén de la concentración de la distribución, que apretaba mucho los precios a los agricultores, del 2000 al 2020 la sociedad urbana disfrutó de la alimentación más barata de su historia. Esto hizo que no se valorase. Al mismo tiempo llegaban valores positivos del medio ambiente y de sostenibilidad que sí preocupaba a la sociedad. Moraleja: Si vivimos en una sociedad que le preocupa el medio ambiente y no la alimentación o los agricultores, da lugar a las normas que han salido en estos últimos años, en todos y cada uno de los países europeos y en la propia Unión Europea, que han limitado, restringido y siempre encarecido la producción agraria. Esto es lo que hemos hecho y por eso, la sociedad urbana debe volver su voz al campo y hacer una nueva política que equilibre los tres factores. Uno, sostener el medio ambiente, que es un factor muy positivo. Dos, el derecho de los ciudadanos a tener una despensa sana, variada y a un precio razonable, que este factor es muy importante y lo habíamos olvidado. Y tres, una renta justa para los agricultores, porque los agricultores, ganaderos y pescadores no son parte del problema, son parte de la solución.
-¿Hasta dónde se puede presionar a Europa?
-Yo creo que estamos en un cambio de ciclo. Ya se ha creado un clima de reflexión intelectual llamando la atención. ¿Qué habíamos dicho los europeos hasta ahora? Hemos decidido, porque es lo que quieren las grandes clases urbanas, que el campo europeo sea para pasear y que los alimentos, que lo produzcan otros por ahí. No queremos nuestros territorios ni regadío, ni trasvases, ni granjas, ni tractores, ni silos. En fin, hemos decidido que eso de producir, que lo produzcan otros, claro. Hemos dado la llave de la despensa de los europeos a terceros países y eso no es ni sabio ni prudente. De hecho, no hay responsabilidad en estos momentos de conflicto global. Yo creo que necesariamente va a haber un cambio de ciclo y la despensa de los europeos va a volver a ocupar a nuestros gobernantes como no puede ser de otra forma.
-¿De qué forma va a acabar este conflicto?
-Yo creo que lo importante es quedarse con la explosión de ira, con una visión de atención, de qué está pasando, eso es lo más importante. Ahora mismo, lo importante es crear vías de comunicación para empezar a hacer este cambio de ciclo, que es muy evidente que va a llegar, y ponerlo en marcha. Para mí es lo más importante. Puede que haya alguna medida urgente, como facilitar los barbechos, como lo que están pidiendo los agricultores, pero para mí lo más importante es que la transformación no vale con cuatro parches de urgencia, eso no soluciona nada, es mucho más profundo, y por eso el debate es sosegado y el horizonte de meses de trabajo es muy importante.
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