El profesor honorífico Luis Ángel Hierro Boada muestra los libros clasificados por colores que seleccionarán para las 'maletas'. manuel brágimo

Un profesor honorífico para devolver la lectura a los niños del Tello Téllez

Luis Ángel Hierro y otros cuatro educadores retirados de la provincia ayudarán en sus colegios de siempre a través de proyectos formativos

Domingo, 3 de enero 2021, 08:45

Luis Ángel Hierro Boada dedicó 29 años de su vida al colegio público Tello Téllez. Se jubiló el pasado septiembre, pero los alumnos aún le verán de cuando en cuando durante este curso coronavírico. Y eso será posible porque el Ministerio de Educación creó ... hace algunos años la figura del profesor honorífico, que convierte la ayuda voluntaria de los maestros jubilados en una valiosa experiencia de la que pueden beneficiarse docentes y alumnos. Este estatus se concede curso a curso, y la Consejería de Educación ya ha publicado en el Bocyl a qué profesionales retirados se les concederá en esta ocasión. Cinco pertenecen a la provincia palentina: además del propio Hierro participan de esta figura Guadalupe Alonso García y Luis Miguel Fernández Fernández, en Secundaria y FP respectivamente, pero ambos en el IES Santa María La Real (Aguilar de Campoo); Eduardo Lombraña Martín, en el CEIP Las Rozas, de Guardo; y la maestra Ana Vega Herrero, en el CEIP Gómez Manrique, de Villamuriel de Cerrato.

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«Los interesados presentan un proyecto educativo y si el centro da su visto bueno se propone formalmente», especifica Luis Ángel Hierro Boada, «normalmente se trata de ayudar directamente en algunas actividades o transmitir proyectos que tuvieras en marcha cuando existe una larga trayectoria en el colegio». Por los pasillos del Tello Téllez todos se paran a saludar al exprofesor, aunque tenga que ser a distancia, y se nota el cariño que se ha ganado en las sonrisas, que se vislumbran en los hoyuelos. Este profesor de Educación Física se ofreció como refuerzo en toda una lista de actividades 'extra' en las que ya estuvo involucrado: natación escolar, semana cultural, excursiones... Sin embargo, la aparición del coronavirus en la ecuación ha obligado a que su apoyo durante este curso se centre en retomar la actividad de la biblioteca.

Habitualmente los tutores llevaban a los pequeños a leer o a hacer actividades allí, pero este curso permanece cerrada para evitar que los alumnos se muevan de su aula. «Si los niños no pueden ir a los libros, vamos a hacer que los libros vayan a los niños», adelanta el profesor honorífico.

La amplia sala de la biblioteca se mantiene camaleónica, a media transformación: si bien todos los volúmenes están identificados en términos de verde, amarillo y rojo según la edad para la que están recomendados, el marzo pasado el centro estaba reorganizando sus estanterías temáticamente y en rincones, así que el cambio no llegó a completarse. Para evitar salas comunes, el proyecto de Hierro, que cuenta con el beneplácito del director, Javier González, se inspira en las 'maletas viajeras'. La iniciativa que preparan planteará que, con un aula a modo de almacén, por las clases roten cajas o paquetes de libros seleccionados en función del ciclo formativo de los alumnos. El tutor anotará qué niño se lleva a casa cada libro y los volúmenes dormirán en su caja a modo de cuarentena, antes de pasar al siguiente lector. La organización quiere comenzar en diciembre al menos con 5º y 6º de Primaria, y extenderlo después al resto de cursos para que puedan llevarse algún libro durante las vacaciones de Navidad. «Luego habrá que ver la evolución de los niños y plantear qué tipo de libros se puede añadir», valora el docente.

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«El maestro honorífico tiene que darse cuenta de que está jubilado y de que no puede suplantar a sus compañeros ni interferir en su trabajo», explica un respetuoso Hierro Boada. Este hombre de 65 años, palentino y con arraigo en el barrio, describe un puesto destinado a la ayuda voluntaria y desinteresada, pero que en ningún caso cuenta con la carga de trabajo ni con las atribuciones de los profesores en activo. Se puede pedir un máximo de tres años y siempre que el educador no sobrepase los 70. «Si el maestro es conocido es más fácil que los alumnos lo acepten con naturalidad y esa presencia ayuda a que puedan hacerse algunas actividades para las que el tutor puede no tener tiempo», defiende.

En el centro, esta será la primera vez que prueben la fórmula de contar con un profesor honorífico. «Yo supe de su existencia hace unos cuatro o cinco años, cuando amigos míos me contaban que lo habían pedido, y creo que va muy unido a la experiencia personal», rememora Hierro. «Me llevo bien con casi todo el mundo, y en mi tiempo libre quiero ayudar a esta gente fabulosa», asegura.

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