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A estas alturas del verano, Tierra de Campos y el Cerrato han perdido ya el manto de espigas y cereal que cubría gran parte de ... su geografía. Todavía queda por cosechar el cereal en la zona de la Ojeda, la Valdavia y en el norte, además de algún trigo de regadío, sobre todo en la zona de Saldaña, donde se sembró tarde a causa de las lluvias.
A falta de datos definitivos, las organizaciones agrarias ya estiman una «cosecha media buena» en cuanto a producción, pésima en cuanto a precios y mala en los resultados. «Ha sido un buen año en cuanto a producción, pero no en precios y costes», resume el presidente de Coag Palencia, David Tejerina, para quien esta campaña se va a dar la paradoja de que, teniendo un buen año agronómico, no va a ser un año boyante en lo económico porque la rentabilidad se va a quedar como la de un año normal, e incluso no muy bueno.
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La estimación de la cosecha media de cereal en Campos y Cerrato oscila entre las previsiones más optimistas de Coag, con una cosecha media de unos 4.500-4.700 kilos de cereal por hectárea y las menos optimistas de Asaja, que dejan esa media en 4.000-4.500 kilos por hectárea.
En lo que sí que coinciden es que será inferior en las comarcas de la Ojeda y Valdavía, y en muchas parcelas de trigo donde el exceso de lluvias ha dado algún problema de hongos y enfermedades, junto con alguna que otra helada, que han mermado las buenas expectativas con las que se presentaba la campaña, que llegaba a augurar producciones de 5.000 kilos de trigo por hectárea. Finalmente, no ha sido así y el trigo se ha quedado por debajo de la cebada en cuanto a producción.
José Luis Marcos
Asaja
Blas Donis
UPA
David Tejerina
Coag
El caso es que, cuando los agricultores han metido las máquinas en julio han comprobado que la de este 2024 «no va a ser la cosecha del siglo, ni mucho menos», como señala el secretario general de UPA en Palencia, Blas Donis quien pone una nota media a la recolección de este estío: «es una cosecha media tirando a buena pero no tanto como se esperaba».
Es cierto que viniendo de la gran sequía de 2023, con numerosos partes de siniestro por sequía, y de una década con años catastróficos, esta campaña de cereal de 2024 parece mejor de lo que es porque está siendo buena en producción, aunque al final se haya visto ensombrecida por unos precios de cereal muy bajos y unos costes de producción muy altos.
«Los precios son ridículos», afirma José Luis Marcos, presidente de Asaja Palencia. Este año el trigo ronda los 200 euros la tonelada, muy lejos de los 250 del año pasado, lo que supone una caída del 20% y la cebada ha caído otro tanto, de los 236 euros la tonelada de 2023 a 185 euros la tonelada esta campaña, un 21% menos. «Ese era el precio de hace treinta años. Es un precio muy, muy malo», señala Donis. «No hay ningún negocio que mantenga los precios de sus productos al nivel de hace 30 años», añade.
Si a esto se suma que el precio de abonos, nitratos, herbicidas y fertilizantes se ha disparado, con incrementos que han sumado un 30% desde la pandemia, o que el gasóleo sigue por encima de un euro, las cuentas no salen.
Como señala Donis, hacer la sementera tiene un coste de 750 euros la hectárea y eso obliga a recoger casi 4.000 kilos para cubrir costes. Por eso, aun teniendo una cosecha media-buena en cuanto a producción, el resultado es una mala cosecha en el plano económico, con una baja rentabilidad. Tanto que, donde se hayan quedado por debajo de la media de 4.500 kilos recogidos, «no van a poder cubrir costes», augura Donis, que insiste en que con estas medias se está al limite para cubrir gastos.
Es más, como apunta el presidente de Asaja Palencia, habrá explotaciones que tengan parcelas en renta, la mayoría, que entre pagar rentas y los gastos que han tenido, tengan al final una cuenta negativa. «Este año la climatología ha acompañado, los agricultores hemos hecho el trabajo lo mejor que sabemos, pero si después no nos lo pagan, tendremos una campaña negativa porque aquí lo que interesa es la rentabilidad y eso al precio que está hoy en día el cereal es muy difícil», zanja José Luis Marcos.
Para las organizaciones agrarias una de las causas de esta caída de precios es el excedente de trigo y cebada que llega de Ucrania y de Rusia y que está llenando los almacenes de los puertos empujando los precios a la baja. «Por eso tenemos los precios que tenemos», sostiene el presidente de Coag.
Es cierto que se van a recoger 1500 kilos más que el año pasado pero la rentabilidad va a ser menor, continúa Terjerina. Y entre unas cosas y otras, al agricultor no le va a quedar más que «un jornal para ir tirando y andar hipotecados y con préstamos», añade, ya que la escasa rentabilidad del negocio hace inviable inversiones en maquinaria, siempre necesarias, cuyo precio también ha subido entre un 20 y un 30% desde la pandemia. «Ahora un tractor cuesta mil euros el caballo, un tractor de 150 o 200 caballos cuesta 200.000 euros, es una barbaridad», resume Tejerina. Esto hace complicada la continuidad de muchos agricultores mayores, que renuncian a hacer estos desembolsos, y la incorporación de los más jóvenes, que tampoco pueden acometerlos.
Ocurre lo mismo con otros cultivos como el girasol, cuya superficie de cultivo ha aumentado en los últimos años. Aunque aún no se ha empezado a cosechar, todo hace prever que ocurrirá lo mismo que con el cereal, porque si antes de la pandemia se pagaba por encima de 600 euros la tonelada ahora está en torno a los 440 euros. En cualquier caso, junto con la colza, el girasol se ha convertido en una buena alternativa para rotar cultivos y cumplir con la normativa de la Política Agraria Común, apuntan desde las Opas.
En cuanto al regadío, la primavera lluviosa y las buenas condiciones de los pantanos, con bastante agua en los embalses que nutren los sistemas Pisuerga y Carrión, auguran una buena campaña de riego, que ya está muy avanzada. Lógicamente, este mes de agosto habrá que usar más agua, pero no se espera ningún problema y acabar bien la campaña el 31 de agosto.
Con todo, el balance que hacen las organizaciones agrarias con la campaña de cereal a punto de finalizar, es que unas producciones medias que oscilarán entre los 4.500 y los 4.700 kilos por hectárea y que podían alegrar los bolsillos de los agricultores, no van a ser capaces de compensar la resta que dibujan los bajos precios del cereal y los altos costes que soporta la labor agrícola.
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