Carlos Martín, en la asociación, ubicada en San Telmo. Manuel Brágimo
Carlos Martín | Jugador rehabilitado y presidente de El Azar

«El problema fue que me tocó»

Echando la vista atrás, lamenta que aquel día, con 22 años, la fortuna estuviera de su lado en una tragaperras

Almudena Álvarez

Domingo, 15 de octubre 2023, 00:12

Carlos Martín es hoy el presidente de la Asociación de Jugadores en Recuperación El Azar y lleva cinco años sin acercarse a una máquina tragaperras. Esa fue su maldición, una tragaperras «caliente» a la que jugó con amigos por primera vez, cuando tenían 22 años, ... con la mala suerte de que les tocó. «Estaba con cinco amigos en un bar y vimos a un señor que había echado muchísimo dinero sin que le tocase nada y pensamos que era la nuestra», asegura.

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Volvieron al día siguiente, a primera hora, y jugaron cinco euros cada uno. Les tocó el especial, 80 euros. Siguieron jugando y les siguió tocando. Aquel día salieron del bar con 500 euros en el bolsillo y la euforia de los ganadores. Con el tiempo se hizo habitual jugar a la máquina la vuelta del café o de la consumición cuando salía con la pandilla. Hasta ahí todo parece divertido y controlado pero, como reconoce Carlos Martín, «el problema llega cuando empiezas a jugar solo». Con los años, la obsesión fue creciendo hasta el punto de llegar a jugarse la nómina y generar una deuda de 10.000 euros. Se sucedieron también los intentos de dejarlo, siempre sin éxito, hasta que su novia le dio «un ultimátum» y pidió ayuda a la asociación El Azar.

De eso hace cinco años, cinco años de lucha diaria contra una adicción que puede destrozarte la vida, con la certeza de que cualquier paso en falso puede echarlo todo al traste. «Volver a caer es lo más fácil del mundo», asegura. Por eso ha trazado una línea roja que no le permite entrar ni en una administración de lotería en Navidad y combate con terapia, una vez por semana en la asociación, un riesgo que siempre está acechando. Echando la vista atrás, lamenta que aquel día con 22 años la fortuna estuviera de su lado. «El problema fue que nos tocó», afirma Martín. «Ojalá no hubiera sido así. Todo se habría quedado en una anécdota», continúa.

Reconoce que ayudar a otras personas en la terapia que ofrece la asociación también le está enseñando mucho y se enorgullece de lo conseguido, con la humildad de quien se sabe siempre vulnerable. «Son niveles, yo solo me hice daño a mí, pero no llegue a perjudicar a otras personas», afirma, reconociendo así que su pozo era un poco menos profundo que otros, aunque el esfuerzo para salir haya sido enorme.

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