«El premio más bonito es que el público te siga como al flautista de Hamelin»

¡Otra vez en Palencia! ¿Lleva la cuenta de las veces que ha pisado nuestra tierra?

Es una maravilla y una tradición ir a Palencia en nuestra gira de Navidad y precisamente por ser una tradición no llevo la cuenta de las veces que estado en vuestra tierra, pero son ya muchas, Me encanta por que es un público súper fiel y siempre llenamos el teatro. En Palencia sucede algo que antes sólo pasaba en países como Alemania, entre otros, y es que el público no sólo acude a ver un concierto los fines de semana, sino entre semana.

¿Guarda buenos recuerdos de la ciudad?

­No sólo de la ciudad, sino de toda la provincia. El año pasado tuve la suerte de descubrir la Montaña Palentina y fue una experiencia sorprendente e inolvidable; ¡me encantó! En Palencia tenemos muchos amigos y no sólo músicos, sino de otras profesiones.

¿Qué sonidos y sensaciones emanan de 'Celtic Sea', el nuevo disco que presenta este jueves en el Teatro Principal?

Este disco es muy especial porque nace de los barcos de la compañía Britanny Ferries, dedicada al transporte de viajeros –tres millones al año– y vehículos entre Bretaña, Normandía, Inglaterra y el norte de España y que cumple 50 años de historia. En un concierto conmemorativo del 50 aniversario que ofrecí para la naviera en su sede de Bretaña, el director de la misma me propuso componer un himno con la filosofía celta de conectar culturas que, al final, pasó a convertirse en una sinfonía en la que también se han incluido músicas tradicionales del País Vasco, Galicia, Cantabria, Asturias y Castilla y León y que suena en los ferris. Para la edición del álbum hemos contado con un equipo internacional de músicos y estamos encantados con el resultado porque ahora la España de interior también pertenece al club 'intercéltico' del Atlántico. Palencia será la segunda ciudad de nuestro país donde se presentará el nuevo disco, después de Zamora, y en el concierto del Principal contaremos como invitados con el violinista norteamericano de la banda The Chieftains, John Pilatzke, con músicos vascos y con los palentinos Miguel Abad (rabel y zanfona), Evelyn Torres (percusiones) y Juan Cruz (dulzaína) y con el burgalés Agustín Pindado (dulzaína). En Palencia tocaremos alrededor de 20 músicos y lo más divertido será la parte final cuando suba al escenario el público a bailar la danza andro; esto último es marca de la casa; lo hacemos en todos los conciertos y así la gente socializa. Este concierto será un show total y único.

¿La música tradicional de Castilla y León casa bien con la celta?

Yo siempre he defendido que la música tradicional de Castilla y León puede formar parte de la gran familia celta. Es más, en el castellano se utilizan palabras que proceden de la lengua celta. Hay razones suficientes para que pertenezca al club céltico.

¿Qué diferencia el nuevo álbum de sus trabajos anteriores?

El hecho de ser una sinfonía, que suena todo seguido, aunque también se puede escuchar por fragmentos. Es un viaje musical por cada uno de los países celtas que está muy bien conectado y también un viaje en el tiempo porque hemos utilizado músicas de períodos históricos muy diferentes. A la hora de su composición he seguido los sistemas de composición de los antiguos bardos –poetas de los antiguos celtas–, de hace miles de año. Y en su grabación hemos tocado todos los músicos al mismo tiempo y en acústico.

Hablemos de su trayectoria… Ha vendido más de un millón de discos, una cifra más que meritoria teniendo en cuenta el género al que se dedica­.

Imagínate… Es un hecho extraordinario y mi trabajo me costó porque yo tenía dos grandes hándicaps: no era cantante y tocaba la gaita y la flauta, dos instrumentos menos populares que otros; y el otro es que empecé a quedarme calvo con 16 años. Dificultades añadidas que, en mi caso, me hicieron más fuerte.

Se le ha definido como «la única estrella planetaria de la gaita».

Los periodistas habéis sido grandes cómplices con los músicos y nos habéis ayudado a concretizar cosas que estaban en el espacio para así poder explicar al público internacional nuestra identidad; en mi caso, la de gaitero español. Y, de repente, aparecen titulares de lo más flamboyantes, como el que has citado o cuando un periodista de Nueva York me calificó como el Jimi Hendrix de la gaita. Nunca imaginé que pudieran definirme así. El periodista Manolo Rivas también nos ha ayudado mucho desde el principio a construir nuestro discurso.

Tiene un Premio Ondas y dos nominaciones a los Grammy Latinos. ¿Ansía alguno en especial?

El premio más bonito es que el público te siga como al flautista de Hamelin, independientemente de si fusionas la música celta con rock, flamenco o electrónica. Esa confianza y casi telepatía con la gente me colma.

­¿Qué significó para usted actuar en Roma ante dos millones de personas convocadas por el Papa?

Fue una experiencia inolvidable. Ahí descubrí que existe un trance espiritual que dura casi cuatro horas y también me llamó la atención que toda la organización dominaba a la perfección esa puesta en escena. Hasta entonces, la experiencia récord que yo había vivido fue tocar ante 80.000 personas en el estadio de fútbol de Saint Denis de París en el marco de 'La noche celta', en la que participaron muchos colegas de distintos países, incluida Sinéad O'Connor. Actuar ante un público multitudinario te obliga a «arquitectar» la actuación de una manera especial; siempre hay que adaptar el repertorio al espacio.

¿Y haber compartido escenario con Julio Iglesias, entre otros grandes de la música?

Fascinante. Me invitó a tocar con él 'Un canto a Galicia' en el concierto que ofreció en 2014 en el Royal Albert Hall de Londres. Me sorprendió muchísimo su humildad y cómo conectaba conmigo y con el resto de los músicos durante la actuación y al mismo tiempo con el público. Es un gran cantante y me demostró que era un pedazo de artista.

¿Qué concierto en el que ha participado no olvidará nunca?

La primera vez que toqué en el Carnegie Hall de Nueva York con The Chieftains en el 50 cumpleaños de Roger Daltrey, cantante de The Who. Tenía 23 años y fue mi bautismo con el rock. Fue impresionante porque muchos de los cantantes y músicos que participaron querían sacarse fotos conmigo. Tampoco olvidaré el macroconcierto The Great Music Experience, producido por George Martin, productor de The Beatles, y patrocinado por la Unesco, que se celebró en Nara (Japón) en 1994 como un encuentro entre la música occidental y oriental; en él también actuaron Bob Dylan, Bon Jovi, Inxs o Ry Cooder y me marcó para toda la vida.

Y como espectador, ¿qué concierto le ha deslumbrado?

El de mis compañeros, The Chieftains, en la Expo de Sevilla y el de Dire Straits en la gira On Every Street.

¿Qué artistas suele escuchar Carlos Núñez?

Todo tipo de géneros. Aprendo de todas las músicas.

­¿Con quién le encantaría hacer una colaboración?

Se fue ya uno, Paco de Lucía, con quien llevaba casi 10 años preparando y madurando una pieza, 'La farruca', que no se concluyó. Y, a día de hoy, me encantaría colaborar con algún artista joven; hay mucho talento y no tienen ningún complejo en utilizar música tradicional. Antes me fijaba en los mayores que yo, que son grandes maestros, y, pasados los 50, aprendo más de los jóvenes. La música es una experiencia intergeneracional. He tocado con Compay Segundo cuando sobrepasaba los 90 años y el último single que saqué antes del nuevo disco y que se titula 'Danza de espadas' lo grabé con Yung Denzo, un productor que tenía 18 años, Yung Denzo, y en él juntamos gaita y trap. Por cierto, tenemos previsto presentarlo en Palencia.