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Jose Rojo
Domingo, 11 de junio 2023, 00:57
«Jesús siempre estuvo al lado de los pobres, de los marginados, de los excluidos… Dios es padre, madre, compasión, ternura, misericordia… Hay que volver al Evangelio». Una declaración de intenciones firmada por Nicolás Castellanos (Mansilla del Páramo, León, 18 de febrero de 1935), obispo ... emérito de Palencia e impulsor del proyecto Hombres Nuevos en Bolivia y de la fundación con sede en la capital palentina que lleva este mismo nombre. Este leonés de nacimiento y palentino de adopción lleva más de treinta años de misionero en la ciudad boliviana de Santa Cruz de la Sierra, donde ha apuntalado un emporio sociocultural aplaudido a nivel internacional.
–Leonés de nacimiento y palentino de adopción…
–Yo estudié de chico en los agustinos de León e hice todo el bachillerato en Palencia, donde estuve once años en los agustinos y trece años como obispo. Palencia es mi referente. Me siento palentino y los palentinos me sienten palentino. Yo me he identificado siempre con Palencia.
–A finales del año pasado salió a la luz su biografía autorizada: 'Nicolás Castellanos Franco; un obispo del concilio Vaticano II', firmada por Julio Jiménez Blasco. ¿Lo cuenta todo o se calló algunas cosas?
–A mí me gusta contarlo todo, como he hecho en mis memorias, en las que me expreso como soy.
–Esas memorias se presentaron en Palencia en el año 2021 bajo el título 'Vida, pensamiento e historia de un obispo del Concilio Vaticano II'. ¿La biografía completa o complementa sus reflexiones?
–Las memorias recogen lo que yo digo y la biografía cuenta lo que ha descubierto sobre mi persona el historiador Julio Jiménez. Cuando yo fui obispo de Palencia, entre 1978 y 1991, mi biógrafo era entonces delegado de Telefónica y con él tuve una gran amistad. Muy pocas personas saben que Palencia fue la primera provincia de España en la que todos sus pueblos, los 465, tuvieron teléfono. Julio Jiménez se jubiló, se doctoró en Historia y escribió la biografía del cardenal José María Bueno Monreal, arzobispo de Sevilla entre los años 1957 y 1982. Y como mantenía contacto con Julio, me la envió y le reconocí que había hecho un perfil exacto del cardenal. Y en ese momento fue cuando me dijo que su siguiente trabajo iba a ser mi biografía y yo le contesté que yo no era ningún personaje importante, pero la escribió.
–¿Cuáles son los pilares de su forma de actuar?
–El pilar fundamental de mi vida ha sido Jesús de Nazaret porque realizó un proyecto de humanización; se dedicó a curar enfermos, a dar de comer a quien tenía hambre, a aliviar el sufrimiento, a cuidar las relaciones humanas para la buena convivencia,… Yo he intentado seguir los pasos de Jesús de Nazaret implicándome en proyectos de humanización. Dios humanizó para humanizarnos. Para ser uno feliz tiene que procurar hacer felices a los demás. Hay que trabajar para construir un mundo habitable para todos. Por ejemplo, Hombres Nuevos ha levantado en Bolivia cien escuelas. A mí me preocupa la educación y pienso que un país sin educación no invierte en desarrollo social.
–El arzobispo emérito de Sevilla, Carlos Amigo, ya fallecido y gran amigo suyo, decía que usted era un gran obispo y un hombre muy coherente con su pensamiento, fe y forma de vida y tachaba su labor misionera de ejemplarizante...
–Yo admiraba el buen hacer de Carlos Amigo y él admirada el mío.
–De su condición de religioso, ¿qué ha sido lo más gratificante?
–Yo fui provincial de los agustinos e intenté aplicar el Concilio Vaticano II a la vida religiosa y también en el obispado y como misionero. Cuando me llamó el Nuncio para decirme que Pablo VI me iba a nombrar obispo de Palencia, yo me oponía, me resistía; no quería ser obispo. Y el Nuncio me contestó que el Papa estaba nombrando obispos que hubieran asimilado las coordenadas del citado concilio. Mi meta, la iluminación de mi vida ha sido el Evangelio, Jesús y el Vaticano II.
–¿Se arrepiente de algo?
–De nada. Ayudar a los pobres y a los demás y ser solidario lo aprendí de mis padres y en los agustinos de León. La vida nos la dan para entregarla, para servir a los demás y para pasar por ella dejando huella de ternura, cariño, amor, solidaridad, justicia, buen entendimiento…
–¿No ha echado de menos haber formado una familia?
–Una de las limitaciones del sacerdocio es el celibato. Y eso lo he tenido claro desde que opté a ser sacerdote. A mí me hubiera apetecido formar una familia, pero renuncié a tener mujer e hijos para dedicarme a los hijos de los demás. Y en ese sentido me siento muy gratificado.
–Sigue trabajando y viviendo en Bolivia…
–Sí, sí… Sigo allí y vuelvo a España para dar charlas y atender otros compromisos. Ahora estoy pasando aquí los meses de junio y julio y regresaré a Bolivia en agosto. Allí sigo siendo útil, estoy constantemente trabajando y resolviendo problemas.
–¿No piensa en la jubilación ni en volver definitivamente a España?
–No. Mientras sea útil en Bolivia, allí seguiré. Colaboro en infinidad de proyectos y programas. Estoy la mar de feliz. De momento, nunca he pensado en volver a España.
–¿Pletórico con el recorrido del proyecto Hombres Nuevos y de la fundación con sede en Palencia que lleva el mismo nombre?
–Pues sí. El proyecto Hombres Nuevos ha demostrado que es factible otra Bolivia; una Bolivia habitable para todos, democrática, progresista, moderna… Además de haber construido cien escuelas para dar calidad y calidez a la educación, contamos con la única Facultad de Teatro del país, dependiente de la Universidad Católica, donde hemos podido formar a 5.000 profesionales. Cuando llegamos con este proyecto a Bolivia, creamos el centro de niños desnutridos en el barrio marginal Plan 3.000 de San Cruz de la Sierra al que denominamos Palencia porque gracias a los palentinos pudimos fundarlo y así salvar la vida a 5.000 niños, que, de no haber existido este centro, se hubieran muerto de hambre. Sin duda, Hombres Nuevos ha superado todas sus expectativas. Conviene subrayar que diez de los grandes ayuntamientos de Bolivia han firmado convenios de colaboración con nuestra organización, lo que indica la credibilidad de nuestro proyecto y su gran labor social y humanizadora.
–Ha recibido numerosos reconocimientos. ¿Cuál de ellos alberga de una manera especial en su corazón?
–El más entrañable ha sido el Premio Castilla y León de Valores Humanos. Y el más importante, el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia.
–De sus sucesores en el obispado de Palencia, ¿con quién ha tenido más afinidad?
–Con el actual obispo, Manuel Herrero, que es agustino y que fue uno de mis alumnos. Somos de la misma línea pastoral, del Vaticano II. Es un gran amigo y un gran colaborador. Los anteriores me han dado la espalda, aunque la relación era cordial; nos saludábamos…
–¿Y con qué alcalde de la capital palentina ha sentido un mayor acercamiento?
–Desde que me fui a Bolivia todos los alcaldes de Palencia y presidentes de la Diputación, independientemente de sus siglas, han sido amigos y colaboradores. Estoy profundamente agradecido a todos ellos.
–¿En qué aspectos la Iglesia no camina al mismo paso que la sociedad?
–La Iglesia tiene que asumir el rol de la mujer dentro de la comunidad cristiana. La mujer representa el 50% de la humanidad y siempre ha estado marginada en la sociedad y en la Iglesia. El potencial femenino es crucial tanto en el desarrollo social como en el eclesiástico.
–Además de partidario del sacerdocio femenino, usted no tiene filtro a la hora de bendecir otras cuestiones controvertidas que la jerarquía eclesiástica rechaza de plano: el matrimonio clerical, la comunión de personas divorciadas que han vuelto a casarse, la aceptación de las parejas de hecho, las uniones entre personas del mismo sexo...
–Para mí el referente en la Iglesia no es la religión, los ritos ni los rituales, sino el Evangelio, un Evangelio abierto. Jesús siempre estuvo al lado de los pobres, de los marginados, de los excluidos… Dios es padre, madre, compasión, ternura, misericordia,… Y así nos lo refleja Jesús en el capítulo 15 de Lucas, en la parábola del hijo pródigo. Hay que volver al Evangelio.
–¿Cómo querría ser recordado?
–Hay que ser persona de bien. Pasar la vida como Jesús, haciendo el bien a todos, debería ser la consigna de todos sus seguidores. Yo intento hacerlo, aunque a veces somos débiles y no hacemos todo el bien que deberíamos.
–El Papa ha tenido otra recaída en su estado de su salud, un hecho que preocupa… ¿Cree que su sucesión está próxima?
–Eso nunca se sabe. El Papa Francisco ha sido un regalo para la Iglesia, nos ha llevado al Evangelio. Y ahora debemos rezar para que se recupere y pueda seguir alentando a la Iglesia como lo está haciendo.
La clase de 4ºB del CEIP Blas Sierra ha entregado al obispo Nicolás Castellanos una donación de 800 euros que irá destinada a su entidad, la Fundación Hombres Nuevos, que servirá para sufragar el coste de diversas becas universitarias en Bolivia.La cantidad económica fue recaudada por los alumnos de la clase dentro del proyecto de 'Palentinos Ilustres', donde además de entrevistar a personas destacadas de diferentes áreas, también pusieron en marcha el bazar del Blas Sierra. Así, los escolares hicieron diversos materiales y objetos a mano que fueron vendidos, a lo que se suma la colocación de diversas huchas, explicó a la Agencia Ical su tutora, Cristina Díaz.
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