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Los bares y los restaurantes de Palencia se asoman a la primavera sin aliento: vienen de los cierres, de la incertidumbre, de un pequeño porcentaje de mesas y de trabajo que cambia cada mes. En pleno invierno, todo su refugio han sido la comida ... para llevar y las terrazas, de modo que las restricciones y el tiempo han forzado las situaciones de muchos pequeños negocios, algunos auténticos veteranos con décadas de copas, tapas o comidas a sus espaldas. Después de un año pandémico, inmobiliarias y particulares analizan el cambiante mercado de ventas, alquileres y traspasos.
En la actualidad, son más de una veintena los bares o restaurantes de Palencia que están a la venta en portales inmobiliarios como Idealista, Milanuncios y Fotocasa, páginas que ejercen como trampolín para intentar encontrar nuevo dueño. Muchos, la mayoría, están anunciados en la red desde hace menos de un año, aunque no necesariamente condicionados por el virus, sino que también se han dado otras causas como jubilaciones o cambios de negocio. Otros, los que menos, bajaron la persiana antes de que la covid trastocara la rutina.
El dueño del veterano Barsket, Francisco Javier López Arroyo, había pensado en jubilarse dentro de año y medio, pero explica que la pandemia «ha acelerado bastante» la decisión del traspaso. Como su hijo no quiere continuar con el negocio, poco antes de Navidades colgó un pequeño cartel para los interesados. De momento, han llamado un par de personas, pero no hay demasiada prisa. López Arroyo sigue detrás de la barra y solo lamenta que el 13 de mayo, día en el que el Barsket cumplirá 39 años, no sabe si podrá celebrarlo con los clientes de toda la vida.
En cambio, el hasta ahora dueño del restaurante El Brezo, Vicente Paredes Cuesta, cerró en septiembre, pero ha conseguido entregar el relevo la semana pasada. «He amado este trabajo toda mi vida, pero ha llegado el momento de que me jubile, por edad y por mi situación personal», pone de relieve Paredes. El nuevo dueño de El Brezo utiliza estas semanas de incertidumbre para poner todos los documentos de titularidad en orden, mano a mano con Paredes. «He vendido por mucho menos de lo que vale, ahora no se puede pedir la cantidad de dinero que se pediría en otro momento», subraya el hostelero. Sabe que el traspaso de toda la vida se ha convertido en algo insólito. «Al menos me voy con la satisfacción de saber que vamos a estar en contacto durante sus primeros pasos, y que si yo puedo enseñarle seis cosas útiles para el negocio, seis le voy a enseñar», asegura.
No obstante, la mayoría no consigue un acuerdo. «¿Cómo vas a traspasar un negocio que por ahora no funciona? Un bar tiene gastos, se monte en el barrio del Cristo o en el Paseo de la Castellana», exclama el secretario del Colegio Oficial de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria de Palencia, Alberto Caballero. El experto, con experiencia en la zona de Venta de Baños, pone las cartas sobre la mesa y anticipa un cambio en los hábitos de consumo. «Vemos que hay dos tipos de negocios en este caso», enumera, «los familiares, que son los que quizás sobrevivan, porque tienen menos costes fijos (como pueden ser alquiler o nóminas); y otro tipo de negocios, que lo tienen más complicado porque deben pagar esos costes, además de la luz o de los impuestos».
La responsable de la inmobiliaria Moncasa, Mónica Vallejera, agrega que «la figura del traspaso como tal desapareció hace años, lo que existe es la venta de fondo de negocio». Pero claro, matiza, después del 'parón' de la pandemia, cuantificar la facturación o la clientela de un negocio para calcular su valor, más allá de las instalaciones, resulta dificilísimo. Además, la oferta supera con mucho a la demanda. El alquiler podría ser lo más viable para evitar grandes desembolsos, pero pocos asumirían el riesgo.
«Muchos locales se están quedando vacíos», coincide una empleada de la inmobiliaria Ingucasa. Describe un panorama pandémico en el que ni se compra, ni se vende, ni se alquila. Nadie espera sacar una buena cantidad si se deshace de su establecimiento ahora, pero tampoco hay gente que «se atreva a montar nada», ante la dificultad de rentabilizar la inversión. «Con la llegada del coronavirus, el traspaso se ha quedado obsoleto», opina la trabajadora. «La mayor parte de lo que se ha 'desmontado' en hostelería ha sido porque estaba situado en un local alquilado, otros arrendatarios han bajado los alquileres, pero cada caso es un mundo».
Tampoco los propietarios desean que los autónomos a los que les han alquilado el local cierren. «Temen que nadie más se lo alquile durante años, que se convierta en un 'local maldito'», analiza Caballero. Argumenta que, en cualquier caso, la responsabilidad de reducir o condonar la deuda no debería recaer en los propietarios, ya que «es el Estado el que expropia el derecho a trabajar de esos hosteleros» y los que perdonan la renta a menudo no son grandes tenedores y hasta dependen de ese alquiler.
En Moncasa destacan que han gestionado varias ventas de negocios en el medio rural de hotel con restauración. La hostelería en ciudad permanece mucho menos concurrida. Mientras, en otro par de inmobiliarias, Hispogar y Pasaje, afirman enseguida que no han trabajado traspasos ni venta de locales hosteleros últimamente. «Todo ese tema está muy parado», se despiden, con sencillez. Aun así, algunos particulares se anuncian también en Internet, con consignas que piden a los curiosos que se abstengan. Entre las líneas se les enganchan palabras como 'propuesta seria' o 'no me queda otro remedio', según el caso.
La propietaria de un bar en la zona de Villamuriel se ha resignado a cerrar. Quizás lo venda por menos de lo deseado, admite, pero quizás, a cambio, pueda empezar en otro lado. Resume la decisión con abatimiento: «Hace poco habíamos hecho una gran inversión para reformar el bar por completo, pero esto no deja de ser un pueblo, estamos de alquiler y se nos acumulan las deudas».
La decisión de cerrar definitivamente depende de muchos factores, pero el último año, de mala facturación y limitaciones, ocasiona que el margen de aguante sea fino. En el bar de noche Auténtico lograron renegociar el alquiler hace unos meses, y los asiduos lo celebraron en redes: volverían al mítico bar, que va para 23 años. En este momento, el negocio está en pausa, pendiente de un ERTE que dura hasta mayo, y se ha cruzado la necesidad de emprender una obra en los desagües con que solo tienen permiso para poner tres mesas de terraza. «Tengo un acuerdo con el dueño, pero habrá que ver si hay solución posible con la comunidad de vecinos para llevar a cabo la obra, así como si las condiciones permiten reabrir con más mesas de aquí a unos meses, o si vamos a la quiebra», expone el dueño del bar Auténtico, Ángel Fernández. Permanece en vilo, con la vista puesta en el futuro inmediato. «El año pasado me denegaron ampliar la terraza en la zona empedrada que tenemos delante, y siguen cobrándome la tasa de basuras», lamenta, y justifica su queja: «Perdonar el impuesto de terrazas no tiene el mismo efecto que tendría retirar ese, porque existen terrazas de muchos tamaños, y el beneficio que suponen no es el mismo con 30 o 50 mesas que con dos».
En Aguilar de Campoo, la dueña de la inmobiliaria Trébol, que también posee el bar Medio Punto, decidió alquilar o vender este ya antes de la pandemia. «Lo ofrezco equipado, pero también podría reconvertirse en academia de ballet o una vivienda con terraza», propone Esperanza Vélez. Aunque ha pasado por varias manos y por algún cambio de nombre, mantiene su esencia. Se le conoce como Medio Punto por el arco, todo un guiño al románico, que enmarca la barra desde su nacimiento, allá a principios de los 90.
Barsket era conocido «por su carisma, por su tapa antes de comer, por el irse a tomar una copa por la noche», enumera López Arroyo. De momento, lo salva que lo regente su propietario, pero los gastos gotean. López Arroyo lo vende con el mobiliario y completamente equipado. «El bar es un conjunto, me daría pena desmantelarlo, aunque le haya cogido cariño desde su 'Marilyn' hasta a sus relojes», admite, y añade que solo lo cambiaría a petición del potencial comprador.
«Lo veo muy complicado, nos hemos acostumbrado a que nos traigan la comida a casa y durante un tiempo no habrá negocio para todos», contrapone el secretario del colegio inmobiliario palentino, que reta a revisar el débil pulso comercial de la calle Mayor de la capital. «Ahora se plantea si se rescata a la hostelería o si se deja caer a los negocios menos eficientes». Vallejera, por su parte, realza la pujanza de los locales que se dedican a la comida a domicilio, pero recuerda que los inversores locales han posado su mirada en la seguridad del sector residencial. El mundo inmobiliario fluctúa constantemente, apostilla. «Ciudades como Palencia son de reacción lenta», estima, «llega tarde tanto lo bueno como lo malo, así que la situación actual puede tener parte de espejismo».
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