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Una guitarra española, con su funda, una maleta vieja y una silla de madera plegable. No necesitó nada más Pepe Viyuela para hacer llorar (de la risa) a todos los que este miércoles acudieron a la inauguración del nuevo curso académico de la Universidad Popular de Palencia al teatro Principal. Bueno, sí, talento. El payaso, actor y escritor quiso acompañar al director Cándido Abril, a la coordinadora Concha Lobejón, a los representantes institucionales, a los alumnos y profesores en este ilusionante inicio, aunque las clases de los 2.700 estudiantes comenzaron hace un mes. «Esta inauguración es una celebración, donde se recuerda el pasado y se brinda por el futuro», señaló Abril, dedicando unas sentidas palabras a los que ya no están por la pandemia, «los que nos dejaron definitivamente y los que no están por enfermedad», añadió.
Y llegó el turno de Pepe Viyuela, tras una breve pero intensa presentación de Lobejón, quien en pocas palabras subrayó que estudió Bellas Artes y Filosofía, además de Arte Dramático, y que es escritor de novelas y de poesía. Su faceta de actor y de payaso era más conocida por el público asistente.
Sus pantalones anchos, la camisa blanca holgada y los tirantes, junto con los calcetines de rayas, daban pistas de lo que iba acontecer. Pero antes de disfrutar de su humor, quiso hacer hincapié en la importancia de las universidades populares del mundo. Y es que él y su esposa aprendieron a actuar en el centro de San Sebastián de los Reyes, al que acudieron cuando se inauguró (siendo aún unos adolescentes) para preguntar si se impartía teatro. «Somos unos jóvenes interesados en hacer teatro. Y Pepe García, que lo dirigía y que ha fallecido recientemente, puso en marcha ese proyecto», recordaba.
Por eso fue fácil convencerle de que se subiese ayer a las tablas del Principal. Por eso, porque está enamorado de Palencia y porque «es fácil de convencer», señalaba Lobejón, entre risas. Y después de sus palabras en favor de la educación y de la cultura: «No hay nada más apasionante que aprender. Arranca este curso con la esperanza de mirar al futuro y la oportunidad de volver a estar con los demás en las aulas», comenzó su espectáculo de humor, el regalo que Pepe Viyuela hizo a todos los asistentes.
Un presente inmaterial pero que se tradujo en sonrisas, en carcajadas y hasta en lágrimas, gracias a una guitarra que no sabía tocar y a una silla plegable que no podía abrir. No dejó a nadie indiferente y quedará para siempre en el recuerdo de todos.
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Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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