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Las panaderías se enfrentan al alto coste de materias primas y a la falta de personalBajar a la panadería o acercarse dando un paseo para coger la barra diaria o el pan de pueblo para la comida con la familia es algo del día a día, de las rutinas establecidas en muchas casas. Para conseguir que esta cadena continúe funcionando, ... los panaderos se enfrentan a distintas dificultades para que su producto artesanal esté cada día en las mesas de los clientes. Cierto es que desde la pandemia se han incrementado mucho las materias primas para su fabricación hasta el 30 o 40%. Y no solo eso, también se ha encarecido el combustible y la energía. Y, tras el estallido de la invasión de Ucrania por parte de Rusia y la consecuente guerra, el trigo también aumentó su precio al no poder traerse ya de allí.
«Es verdad que luego ha bajado todo algo, pero no a lo de antes. Si han subido diez y bajado dos, esos ocho se quedan ahí. Se ha intentado incrementar un poco el precio de los productos, pero no en la proporción que tendría que incrementarse, el margen es mucho menor», afirma César Salazar, quinta generación de panadería Salazar de Frómista.
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Esther Bengoechea
César Salazar forma parte de la Asociación Provincial de Fabricantes de Pan de Palencia, que actualmente conforman 22 entidades. Este colectivo nació en 1977 con el objetivo de cooperar entre los panaderos, mostrar los buenos productos que se fabrican en Palencia y sus beneficios en su consumo diario.
Más allá del incremento de precios, los panaderos también se enfrentan a la dificultad de conseguir personal para trabajar en su empresa. Pero, este problema no se debe a los horarios, como se pudiera pensar, ya que muchos panaderos no logran encontrar dependientes para los despachos de pan o incluso repartidores. «Cuesta mucho encontrar gente para trabajar en los pueblos. Y ahí viene otro problema, ya que tampoco se encuentran viviendas en los pueblos para que se puedan quedar los trabajadores», añade.
Las ventas también se han ido resintiendo en estos últimos años, al tiempo que se incrementaban los precios de todo lo necesario para elaborar el pan. «Sí que han bajado algo las ventas del consumidor diario. Hay gente que sí que puede comprar pan artesano para alguna celebración especial, pero diariamente igual ya no. O familias grandes que antes lo compraban y ahora optan por cosas más económicas, pero no más saludables», argumenta el panadero César Salazar, subrayando la calidad de los productos de las panaderías de la provincia.
Estas ventas en los pueblos se incrementan algunos fines de semana, puentes, Navidad y, sobre todo, en verano, cuando muchos municipios de la provincia llegan a triplicar sus poblaciones. «Sí que es verdad que la gente que viene de fuera, que está de paso o de vacaciones como turistas o peregrinos, en nuestro caso, sí que lo valoran y lo consumen. Yo creo que cada vez se valoran más los productos de calidad», afirma, a la vez que añade la variedad de panes que se pueden encontrar en los despachos de pan. «Tenemos que animar a la gente para que consuma pan artesanal», agrega.
Las panaderías luchan por conservar el reparto diario o de varias veces por semana por la provincia, por los pueblos que no tienen tienda, para que ningún vecino se quede sin su producto. Pero aquí, en este servicio tan importante y necesario para el medio rural, también encuentran dificultades, al no ser rentable llevar a cabo tantas rutas y hacer tantos kilómetros para ventas cada vez menores.
«Es necesario un vehículo, con todo lo que sufre en invierno con el arranca y para. También una persona para repartir y luego que no se sabe lo que se va a vender y muchas veces te sobra pan. Cada vez la gente es más mayor en los pueblos y consume menos pan o son piezas más pequeñas. A lo mejor se van, no sabes si están o no... A día de hoy muchas veces lo de las rutas de los pueblos son inviables», señala César Salazar, quien rememora cuando su abuelo repartía con «el carro y la mula» o cuando él le acompañaba de pequeño y llevaban la furgoneta llena y volvía vacía de pan, pero ahora «llevas cesta y media y te traes una cesta de devolución».
Por este motivo, para que la furgoneta siga llegando y pitando para que los vecinos sepan que acaba de llegar el panadero, se ha solicitado ayuda a los propios ayuntamientos de los pueblos y a la Diputación, para que colaboren con este servicio, ya que si no es completamente insostenible.
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