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«Cada vez que el cartero viene a casa es como que llega Freddy Krueger». Con esta gráfica frase resume Paloma Alonso el miedo que le producen las notificaciones de Hacienda. Y es que, esta palentina se ha convertido «sin comerlo ni beberlo» en la ... mayor deudora de España a causa del Impuesto de Sucesiones. «Ahora no sé ni lo que debo, pero mi deuda ascendía a casi 1,3 millones de euros en 2014, un número que habrá crecido bastante por los intereses en estos años», se sincera esta asociada a Stop Suceciones.
La vida de Paloma cambió radicalmente el 5 de diciembre de 2004, cuando la repentina muerte de su padre, el empresario marmolista Miguel Ángel Alonso, la convirtió en heredera a los 23 años. La herencia no era nada desdeñable: el 100% de un piso en la calle Cardenal Cisneros y el 25% de un bloque de cuatro viviendas en la Avenida Castilla, de una casa en el paseo del Otero y de un terreno junto al Puente Mayor en el que se acababa de firmar un proyecto para construir varios bloques de viviendas que ahora ya están construidas. No obstante, ese legado estaba envenenado, ya que para poderse hacer con él, Paloma necesitaba pagar una desorbitada cifra. En un primer momento, seis meses después de la muerte de su padre, trató de liquidar la herencia con el pago de 50.000 euros, tal y como le aconsejaron en una asesoría. No obstante, dos años después, en 2007, la Junta le envío una notificación en la que le reclamaban 600.000 euros por el Impuesto de Sucesiones.
En el momento en el que Paloma heredó, el Impuesto de Sucesiones en Castilla y León estaba fijado en un 32%, por lo que necesitaba 600.000 euros para poder recibir los bienes de su padre en un contexto en el que la crisis apretaba, nadie quería comprar y el grifo del crédito estaba cerrado. No pudo pagar el montante que le pedía la Junta de Castilla y León porque no tenía la liquidez suficiente para afrontar ese pago y esa circunstancia le llevó a añadir a su deuda multas e intereses que, con el paso de los años, le han llevado a contraer un gran déficit que ni siquiera ella misma conoce. «Hacienda es el hijo bastardo de una herencia, casi no sabes que existe pero se lleva el 32% de lo que tus familiares han ganado trabajando», asegura con los ojos llorosos.
La gigantesca deuda que ha contraído esta madre de un hijo de dos años se ha convertido en una losa que le está impidiendo vivir con normalidad. «Si yo trabajara, me embargarían toda la nómina menos el salario mínimo. Me iban a dejar vivir con lo justo y lo demás se lo iban a llevar. Si algún día trabajo y sigo embargada, por supuesto que voy a pedir media jornada. ¿Para qué voy a trabajar ocho horas si se van llevar la mitad?», se pregunta esta opositora de gestión de Justicia que cree que circunstancias como la suya generan gastos añadidos y absurdos a la administración pública. «Una persona que podía estar produciendo para el país no lo está haciendo. De hecho, sucede todo lo contrario: está incurriendo en gastos de certificaciones, cartas y demás notificaciones con las que no se va a conseguir nada. No conseguiría todo el dinero para pagar lo que piden ni aunque me hubiera tocado El Gordo de Navidad tres veces. Además, estoy teniendo unos gastos médicos derivados de la presión psicológica a la que estoy sometida y eso también genera unos costes para la administración», explicó.
Lo que más rabia da a la hija de este empresario que murió hace mas de catorce años es que todo lo que luchó su padre por conseguir un patrimonio va a acabar en las arcas de un Estado que, a su juicio, se aprovecha de la gente que decide ahorrar en lugar de gastar. «Hacienda siempre gana. Mi padre ha estado ahorrando, se ha quitado de muchos caprichos para tener un remanente que se van a llevar ellos. Lo que potencian es que la gente sea una vividora. Castigan al ahorrador y al inversor y eso lo que hace es potenciar que nadie quiera tener nada», apuntó poco antes de reclamar coherencia al equipo de gobierno regional. «Han estado toda la campaña de las elecciones andaluzas diciendo que si ganaban, iban a quitar el impuesto de sucesiones, pero yo me preguntó por qué no han hecho eso en Castilla y León, que aquí llevan años mandando», concluyó esta deudora que no sabe cómo dejar de serlo.
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