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«Los clientes ya tenían miedo de entrar en los bares y con esto, se va a agudizar. Nos va a costar mucho que la gente quiera volver al interior. Es un daño a muy largo plazo», se lamentaba ayer David Gil, propietario del bar ... Essentia, en la mañana de entrada en vigor de las nuevas restricciones sanitarias establecidas por la Junta en Palencia para frenar la transmisión de la covid-19.
Estas medidas, que afectan a numerosos ámbitos y actividades de carácter social, cultural, comercial o deportiva, tienen una especial incidencia sobre la hostelería, uno de los sectores más 'castigados' y que vuelve a ver ahora con desolación cómo a la reducción general de aforos se suma la prohibición de consumir en la barra o simplemente de pie.
«Es una persecución total. Nos están acorralando y así es imposible llevar un negocio, no vamos a poder pagar a los trabajadores», explica Pablo Rodríguez, del restaurante La Brasería, uno de los pocos a los que no se le ha autorizado terraza. «Para nosotros, además, es mucho peor, porque no tenemos terraza y ahora tampoco la barra. Cada vez es más difícil, y la gente tiene miedo de entrar. A nosotros, aunque tengamos reducido el aforo, ni nos afecta, porque casi nadie quiere pasar al comedor», recalca.
Este pesar general lo ratifica el propietario del bar Matuka, Javier Martín, quien explica que todavía está planteándose si cerrar por vacaciones durante estos días de aplicación de las medidas restrictivas. «Han dicho que es una semana, y aguantas, pero como sean más días, no sé si no cerraremos por vacaciones. Lo triste es que algunos compañeros al final no van a poder abrir más, porque dime qué van a hacer los que no tienen terraza, si con dos personas que se sienten en dos mesas ya tienen el aforo lleno», señala.
También Luis Rebollo, propietario del Alaska considera que las medidas son exageradas. «Nos van a hundir. Si somos el gremio más seguro y limpio en estos momentos. Cumplimos con todas las medidas higiénicas. Hemos hecho inversiones en material de limpieza y estamos todo el día desinfectando, pero los peligrosos somos nosotros. Vas a un supermercado, la gente lo toca todo, coge los carros, allí nadie limpia, pero los peligrosos somos nosotros. En las tiendas de ropa, la gente coge las prendas, las deja..., pero solo nos machacan a nosotros», explica Rebollo, mostrando el sentir general del sector.
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