Cuatro jornadas de música en directo, de camisas de flores de todos los colores y de todos los tamaños (cada vez hay más niños apuntándose a la moda 'sonora') paseando por la ciudad con gran ambiente y con muchas ganas de fiesta. El Palencia Sonora ... no solo ha traído grupos consagrados y los que empiezan pero que tienen proyección, también ha abierto y mostrado la capital y la provincia, con imágenes de monumentos y de la Montaña Palentina, al público de fuera y ha atraído miles de clientes a la hostelería local. «Año tras año va subiendo de calidad y de mejor manera de hacer las cosas. Es un festival que deja mucho dinero en todos los establecimientos, ya sean bares, restaurantes u hoteles. Es algo muy bueno para la ciudad», señala Alberto del Burgo, presidente de la Asociación de Empresarios de Hostelería de Palencia. «La hostelería repercute en puestos de trabajo y también en todo lo que se pide a los proveedores», agrega, subrayando la importancia del papel económico de los establecimientos.
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Luis Metodio Sánchez, de La Traserilla, subraya el buen ambiente que siempre hay y la amabilidad de los clientes, «que no se enfadan ni ponen malas caras aunque tengan que esperar». Afirma que se ha trabajado muy bien los cuatro días, «de forma espectacular el sábado». Tan espectacular fue el flujo de clientes ese día, que la cocina funcionó toda la jornada, salvo una hora en la que fue necesario cerrarla porque se quedaron sin material y porque «no dábamos abasto». «Este festival tiene una repercusión increíble y es gracias al esfuerzo de sus organizadores. Yo creo que no valoramos suficiente lo que hacen por nosotros, todo mi agradecimiento a su trabajo y entrega», continúa Luis Metodio Sánchez, quien asegura que es mejor que San Antolín y que «todos los que vienen un año, vuelven. Yo tengo clientes de fuera que repiten año tras año».
El sábado del Palencia Sonora es el día de mayor venta del año, asegura, por su parte, Anselmo Fierro, del Grupo Villoldo. Con tres restaurantes en la capital (Barra de Villoldo, Habana y Ponte Vecchio), afirma el «brutall impacto que tiene en la hostelería palentina», a la vez que subraya cómo dinamiza la ciudad durante cuatro días, pero sobre todo el sábado, «que es el día de más venta del año». Su experiencia es que si ese día concreto hubiera siete restaurantes Habana, situados en la Calle Mayor, llenaría los siete. «Trabajó toda la plantilla y dimos comidas sin parar desde las 13:30 hasta las 23:30 horas porque la cocina no cierra. Sí que llegamos a dar 800 comidas y cenas ese día», añade.
Al igual que el Habana funcionó muy bien, la Barra de Villoldo, donde hubo un vermut sonoro, no se quedó atrás «y vendió el doble que un sábado normal», que suele estar muy concurrido ya. Por el contrario, el Ponte Vecchio tuvo menos clientela, porque no es lo que se busca para comer ese día, con todo el mundo en la calle en los distintos conciertos por la ciudad. Afirma que la edad media de los asistentes al Palencia Sonora es clave, ya que llega a los cuarenta años. «La capacidad de gasto es mayor y no se escatima en nada, por eso en la hostelería lo notamos tanto, porque no tienen problemas en gastar», analiza. «Que tengamos Palencia Sonora por muchos años», concluye Anselmo Fierro.
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«El público que trae este festival es espectacular porque tiene poder adquisitivo, no tiene prisa ni exigencias», coincide Alberto Beltrán del Maño. «Las ventas son mucho más fuertes que cualquier día de San Antolín y todo es menos problemático y más distendido», agrega. «Es otro mundo para la hostelería porque la ciudad está a reventar y los restaurantes, bares y hoteles llenos. Es imposible hacer más el sábado de lo que se hace», reconoce, a la vez que hace hincapié en el trabajo que los organizadores del Palencia Sonora llevan realizando a lo largo de los años, hasta llegar a la vigésimo primera edición, que concluyó este pasado domingo.
Alberto Beltrán asegura que el Palencia Sonora no se reduce a los cuatro días que dura en la ciudad, que va más allá de los escenarios y los llenos en todos los establecimientos, ya que muchos espectadores alargan sus vacaciones y se escapan a la Montaña Palentina una que vez que concluye el festival o se quedan conociendo la ciudad más a fondo. También el boca a boca beneficia al turismo, porque no solo retornan los que ya han estado sino que también animan a otros a conocer la capital o la provincia.
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Eduardo Simal, propietario del bar 'Debla' en la Plaza Mayor, también reconoce que se trata del mejor fin de semana de todo el año en cuanto al volumen de negocio. «Es, con diferencia, cuando más trabajamos. Ni siquiera durante las fiestas de San Antolín tenemos tanta afluencia de clientes. Da gusto ver la ciudad así», destacó, para añadir que «para que la gente se haga una idea, el sábado cerramos a las siete de la tarde con el stock de bebidas prácticamente agotado».
En la misma línea se pronunció el cocinero de 'La Parrilla de Don Jamón', Raúl González. «Viene muchísima gente de fuera y el trabajo se multiplica. Intentamos adaptarnos y preparar también más bocadillos porque es lo más demandado. Pese a todo, estos días no tenemos ni una sola mesa libre», reconoció. Más próximo a los escenarios del Sotillo se encuentra el bar 'Universidad', donde su dueño, Raúl Martínez, considera que el Palencia Sonora es la fiesta más multitudinaria y la que más dinero deja, no solo en la ciudad, sino también en los pueblos del alfoz. «Para nosotros no hay nada que se le parezca. Tenemos el doble de clientela que durante los sanantolines. Eso ya es muy representativo», concluyó el hostelero.
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