![Palencia pierde más del 40% de sus curas en los últimos 24 años](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/201904/08/media/cura09.jpg)
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El Papa Francisco dejó muy claras las relaciones entre los medios de comunicación y la Iglesia con una simple frase. «Los sacerdotes son como los aviones, solo son noticia cuando caen». Esto es lo que espetó el sumo pontífice a la Curia Romana hace cinco años y, bajo esta premisa, los curas de la Diócesis de Palencia son noticia. Y es que, si existe una profesión que ha caído en la provincia del cielo al suelo con la misma virulencia que un avión, esa es la curia. El número de sacerdotes ha bajado el 42% en solo 24 años, un descenso de vocaciones que, unido a la elevada edad media de los sacerdotes en activo, augura un oscuro futuro a un clero que ha ido perdiendo peso en una sociedad cada vez más laica.
La Diócesis de Palencia no oculta el problema de falta de vocaciones, que resulta evidente si se analizan los datos de la evolución de su número de sacerdotes. En 1995 eran 308 los sacerdotes de Palencia, pero ese número ha ido descendiendo hasta llegar a los 180 de la actualidad, de los cuales solo 103 se encuentran en activo y 57 de ellos tienen cumplidos ya los 65 años.
La jubilación canónica de los sacerdotes no llega hasta los 75 años, por lo que un párroco que se encuentre jubilado de forma civil a los 65 años sigue trabajando durante 10 años más hasta que llega el momento en el que debe presentar su renuncia al Obispo. Actualmente, hay 57 curas que se encuentran en esa situación en Palencia, por lo que en los próximos diez años se jubilarán además más de la mitad de la 'plantilla' de curas de la Diócesis.
Uno de los sacerdotes que tendrá que decir adiós este año a su forma de vida es Deogracias Bustillo, el capellán de San Luis, que cuando mira hacia atrás y piensa en la España de hace cincuenta años, en la que fue ordenado, se percata de que la influencia que ejerce la Iglesia en la sociedad ha sufrido una profunda transformación. «Antes, la mayoría de las personas eran muy religiosas y ahora los grupos son más pequeños, pero están más comprometidos», explica Bustillo, que achaca ese descenso del número de personas abiertamente religiosas a la secularización progresiva que, a su juicio, se está dando en la sociedad. «Recuerdo que hace 50 años cuando había una celebración religiosa, en Semana Santa o Navidad, el 99% de los vecinos acudían a misa. Ahora hay más libertad, antes la Iglesia tenía una influencia más autoritaria y hoy esa influencia es más de servicio. La sociedad ha cambiado y nos ha tocado este momento», afirma Bustillo con cierto pesar.
Y ese momento que le ha tocado vivir a la Iglesia es el de una ausencia casi total de vocaciones religiosas, tal y como se aprecia en la estadística de la Diócesis, en la que se puede observar que no hay ni un solo cura menor de 30 años. No obstante, no todos los miembros de la sociedad actual forman parte de ese bloque secularizado al que hacía mención el capellán de San Luis y algunos, aunque pocos, aún deciden hacer carrera eclesiástica en un mundo como el actual.
Una de esas personas que, pese a todo, ha querido formar parte de la Iglesia es Daniel Becerril que, con 31 años, es el más joven de la Diócesis. La vocación de Daniel fue tardía y antes de decidir su ingreso en el Seminario estudió Ingeniería Superior Informática en Valladolid. «Yo de pequeño nunca había querido ser cura. Cristiano he sido siempre, pero me di cuenta tarde de que toda mi existencia rondaba alrededor del Señor y de que eso era lo que daba sentido a mi vida», afirma Daniel, que fue ordenado sacerdote el 7 de octubre de 2018 después de haber tenido una vida normal en la que sus estudios, sus amigos y una novia que le acompañó durante año y medio marcaron un camino que abandonó cuando tomó la decisión de dedicarse al sacerdocio, una determinación que fue digerida por su entorno de maneras muy dispares.
«Me he encontrado reacciones de todo tipo. Me veían mucho por la parroquia y por eso a alguno no le sonó muy raro, pero otros me decían que no me metiera ahí. Era una de las cosas que más miedo me daba a la hora de dar el paso, pensaba que podía perder algún amigo por decirle que quería ser cura, pero los amigos de verdad compartirán más o menos, pero se conforman con verme feliz», explica Daniel, que reconoce que ese camino que eligió tomar cuando recibió la llamada del Señor no era el más sencillo. «Lo que ha dado sentido a mi vida ha sido responder a esa llamada y confiar en que estaba siguiendo el camino correcto porque no es algo que esté de moda, ni que esté bien visto entre la gente», añade.
Haber conocido una realidad completamente diferente a la que vive ahora no genera añoranza en este joven sacerdote que asegura, sin miedo a pecar de mentiroso, que no echa en falta a las mujeres en esta nueva vida. «Me siento completo. Soy un hombre, como los demás, pero ni siquiera me planteo si echo de menos a las mujeres», asevera.
Este sacerdote treintañero es un 'rara avis' en el mundo eclesiástico y está convencido de que el Papa, con su discurso cercano, puede devolver el papel preponderante de la Iglesia en la sociedad. «El Papa Francisco tiene una cosa muy buena: llega con su mensaje de una manera muy humana, muy cercana. Comunicar es muy importante y eso, la comunicación, es algo esencial que a veces falla en la Iglesia. El Papa anterior, Benedicto XVI, era un teólogo genial y Francisco tiene esto, que es crucial», resalta este sacerdote, que comparte la unidad pastoral de Guardo y Velilla con otros dos párrocos, con los que compagina la labor de dar las misas, coordinar la catequesis y llevar la comunión a los vecinos enfermos, unas tareas que le hacen vivir como un cura, pero alejado de las connotaciones que otorga la sabiduría popular a esta expresión. «Si el cura está a lo que tiene que estar, no vive tan bien como dice el dicho», apunta.
Las estadísticas que muestran un drástico descenso del número de sacerdotes de Palencia entristecen a Daniel Becerril, que mira lejos de las fronteras europeas para señalar que, en un mundo global como el actual, la Iglesia sigue creciendo en otros puntos del planeta. «En Europa se está reduciendo el número de sacerdotes, de vocaciones y de cristianos, pero esa tendencia no es global. Solo hay que mirar a África o a Sudamérica», asegura este ingeniero informático, que forma parte de la institución con una media de edad más elevada, unas circunstancias que bien le podrían convertir en uno de los hombres más atareados de la Diócesis, pero hasta ahora su discreción le ha permitido pasar desapercibido entre sus compañeros y pocos de ellos saben que Daniel les puede ayudar a formatear el ordenador o a configurar el móvil. «No voy por ahí diciendo que soy informático y tal vez por eso me hablan más del Señor que de 'Windows', y espero que esto no cambie después de este reportaje», concluye con humor este cura que, a sus 31 años, encarna el futuro de una Iglesia que perdura desde hace veinte siglos y que en Palencia ha perdido el 42% de sus curas en solo 24 años.
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