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El número de cotizantes agrarios a la Seguridad Social sigue su particular caída y en los últimos cinco años la provincia ha perdido el 8% de sus profesionales del campo. De los 3.929 agricultores que había en 2013 se ha pasado a los 3. ... 629 que cotizaban al cierre de 2018, lo que deja un número redondo de 300 menos en los últimos cinco años.
La media de pérdida de profesionales en los últimos cinco años es superior a una baja por semana y ese descenso que sigue sin frenarse deja un panorama poco esperanzador para los sindicatos agrarios, que conocen al dedillo las fuentes de este descenso del número de profesionales. «La causa principal se debe a que el campo está muy envejecido. La media de edad de la población es de 51 años y cuesta mucho que haya un relevo. Para que las explotaciones sean rentables, cada vez tienen que ser más grandes y lo que pasa es que cuando un agricultor se jubila, no le sustituye otro más joven. Lo que suele pasar es que las tierras de los jubilados son absorbidas por agricultores que incrementan su número de hectáreas», explica David Tejerina, presidente de COAG Palencia.
El presidente de Asaja Palencia, Honorato Meneses, también tiene muy claro el diagnóstico. «Cada vez hay menos explotaciones y hay que animar a los jóvenes a que se incorporen porque a la vuelta de unos años vamos a tener un problema que ya existe en la ganadería, especialmente en el ovino. La falta de rentabilidad en las explotaciones y las inversiones que hay que acometer cuando se empieza echan atrás a los nuevos», explica Meneses, que cree que encontrar un remedio a ese diagnóstico es complicado. «No hay una solución fácil. Se tenía que haber actuado mucho antes. La política agraria común no ha ayudado o tal vez había que haber primado más a la gente joven», explica Meneses, que coincide con todos los sindicatos agrarios a la hora de asegurar que empezar de cero en la agricultura es imposible, que para poder comenzar la actividad es necesario haber heredado este oficio que, como antaño, se transfiere de padres a hijos.
Por su parte, Raúl Azpeleta, secretario general de UPA Palencia, culpa a las administraciones de esta situación. «Hacemos una valoración muy negativa de la pérdida de activos agrarios. A pesar de lo que nos quieran vender las instituciones, no hay relevo generacional. Lo agrario y lo rural está abandonado. Mucha poesía y poco presupuesto», espetó Azpeleta con un discurso muy crítico.
Son muy pocos los jóvenes que se plantean trabajar en el campo, pese a que la tecnología ha convertido la profesión de agricultor en mucho menos dura de lo que era hace unos años. En zonas como Tierra de Campos, el granero de España, el cambio ha sido tan radical que ahora las cosechadoras son portentos tecnológicos que, con un ancho de hasta nueve metros y mediante GPS, son capaces de cosechar tres hectáreas a la hora. No obstante, para poder hacerse con uno de estos portentos tecnológicos es necesario realizar un gran desembolso que solo se puede amortizar trabajando extensiones enormes, tal y como relata Sergio Hoyos, de la empresa Gasóleos Salvador de Paredes de Nava, que tiene en propiedad una cosechadora de última tecnología que le costó 310.000 euros y que alquila a otros agricultores.
«Ahora mismo, una máquina puede segar más de 40 hectáreas al día, cuando hace 30 años se podían segar unas 10. El trabajo de cuatro cosechadoras de antes lo lleva a cabo una sola y no tocas el volante ni tragas polvo. Te dice los kilos que salen, la humedad y todo, en un tiempo récord», explica Sergio Hoyos que, además de trabajar con su máquina, hace de intermediario entre propietarios de otras cosechadoras y agricultores, aunque se ha encontrado con un problema: no encuentra trabajadores dispuestos a conducir las máquinas, tal y como explica su socio y hermano Salvador Hoyos. «La gente no quiere trabajar. Si yo no tuviese trabajo, este sería un buen puesto. Estas sentado en una máquina y es una gozada», enfatiza Salvador.
Tan complicado es encontrar maquinistas para cosechadoras que los administradores de esta empresa de Paredes de Nava han tenido que contratar a un trabajador de Córdoba, Eloy Rodríguez, que explica de esta forma su visión sobre la falta de profesionales en el sector primario: «la mayoría de la juventud no quiere trabajar aquí y no lo entiendo porque las máquinas ahora trabajan solas. Creo que el mayor inconveniente es que este es un trabajo de muchas horas, aquí te levantas a las 6 de la mañana y hay días que llegas a casa a las 12 de la noche», explica Eloy, que está convencido de que la ausencia de trabajadores no tiene que ver con los salarios. «Hay un montón de chavales trabajando de camareros que ganan 800 euros al mes. Si se trabaja todos los días en el campo, se sale por más de 1.000 euros. Solo hay que adaptarse a las campañas», recalca este experimentado trabajador del campo.
Hay menos agricultores y eso se podría notar en el cultivo estrella de Tierra de Campos: el trigo, pero, paradójicamente, la superficie de este cultivo no deja de crecer en la provincia, según los datos aportados por la Junta de Castilla y León en sus estadísticas agrarias. De las 89.391 hectáreas sembradas de este cereal en 2004 se ha pasado a las 128.471 de 2017. «Las tierras cada vez están repartidas entre menos personas, pero se siguen cosechando», concluye Raúl Azpeleta desde UPA con una sentencia que resume la tendencia de los últimos años.
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