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En la lista de la compra de un vecino de Abarca de Campos hay un elemento que se antoja de primera necesidad en verano: el repelente de mosquitos. Y es que, este pequeño municipio de Tierra de Campos lleva años conviviendo con un elevadísimo ... número de mosquitos, hematófagos que hacen que la vida en las calles de este hermoso pueblo sea complicada, especialmente cuando se pone el sol. «Hemos llegado a tener casos de personas que han tenido que acudir al médico para que les administrara un antihistamínico», asegura Carmen Escribano, una de las vecinas del pueblo que reconoce estar cansada de convivir con estos molestos insectos. «Aquí siempre ha habido mosquitos y los hemos combatido a las horas en las que solían picar, al atardecer, con repelente y ropa, pero últimamente pican a todas horas», explica Carmen con unas frases que podrían ser suscritas por todos los vecinos del pueblo.
El programa de voluntariado ambiental Obra Social La Caixa y Fundación Caja de Burgos ha planificado su particular guerra contra el mosquito con un ejército de aire heterogéneo. Si los murciélagos harán las veces de fuerzas especiales, centradas en acabar con su objetivo, vencejos y golondrinas serán los soldados rasos, capaces de mermar la población de estos molestos insectos. Y es que, una pareja de estas aves se come 500.000 mosquitos en una temporada, por lo que incentivar su asentamiento en Abarca rebajará, previsiblemente, el número de picaduras.
Diez serán las cajas nido que se instalarán en Abarca de Campos para vencejos y otras diez, para golondrinas. Paradójicamente, la ausencia de casas viejas sin reformar en el municipio ha llevado a estas aves a no tener un lugar en el que anidar, como les sucede a los murciélagos, por lo que esta iniciativa servirá para que aumente la población de estos animales, que hasta ahora anidaban en lugares que los convertían en un estorbo, como los aleros de las viviendas reformadas y nuevas, a los que manchaban con sus excrementos.
«Creemos que es muy interesante ayudar a fijar poblaciones de varias especies insectívoras en el municipio, no solo de murciélagos. La presencia de vencejos y golondrinas también puede ayudar a que el problema que hay en lo zona con los mosquitos baje de intensidad», asegura Miguel Ángel Pinto, director del Aula de Medio Ambiente.
Todo el pueblo está de acuerdo en que los mosquitos son un problema serio para el municipio, pero hay discrepancias en la fórmula que se debe seguir para acabar con ellos. Algunos abogan por el uso de insecticidas como solución. «Fumigando se acaba con los bichos en un momento», exponía una vecina de Abarca en un debate improvisado en plena calle, pero esa forma de erradicar el asunto no gusta a todos. Una de las abarqueñas que no quieren ni oír hablar de insecticidas es Carmen Escribano. «A algunos no nos gusta que se fumigue porque no tenemos claro si lo que se echa puede afectar a los seres humanos y nadie nos lo aclara. Además, aquí hay gente que tiene sus huertos, otros que se dedican a la apicultura y lo que se echa puede afectar a las abejas y a los alimentos», recalca Carmen.
Mientras este debate se repite una y otra vez en el teleclub de Abarca, el programa de voluntariado ambiental Obra Social La Caixa y Fundación Caja de Burgos está llevando a cabo un proyecto que pretende contentar a los vecinos que piensan de una y otra forma. La lucha química va a dar paso a la biológica con la instalación de una serie de cajas refugio para murciélagos que tratarán de fijar población de estos mamíferos insectívoros en un lugar en el que tienen alimento de sobra, pero cuentan con pocos espacios en los que establecer su residencia. Hasta once refugios de diferentes tamaños se instalarán en los próximos días en Abarca con el objetivo de aumentar el número de estos animales en unos doscientos ejemplares, una medida que pretende rebajar los mosquitos a un ritmo de unos 100.000 a la hora.
Recientes estudios señalan que el murciélago común, que es el más asentado en la zona de Campos –junto a los murciélagos de herradura, el orejudo gris, el hortelano, el ribereño y el de borde claro– es capaz de comer entre 500 y 600 mosquitos por hora.
La dieta de los murciélagos que habitan en Tierra de Campos está basada casi por completo en mosquitos, y estos mamíferos alados son unos grandes aliados para el ser humano. No obstante, siempre han tenido una imagen ligada a mitos y leyendas que poco o nada tienen que ver con la realidad, y que ha hecho que fueran perseguidos en el pasado, aunque aquellos tiempos quedaron atrás y ahora están incluidos dentro del catálogo de especies protegidas, tal y como explica Miguel Ángel Pinto, director del Aula de Medio Ambiente de Caja de Burgos. «Los murciélagos que tenemos en la península no chupan sangre ni tienen nada que ver con lo que se proyecta en las películas de terror. Si que es verdad que pueden transmitir la rabia, pero para que lo hagan, los tienes que manipular y prácticamente todos los contagios que se han dado en el mundo los han sufrido investigadores», incide.
No. Los murciélagos no gozan del reconocimiento que deberían y se puede llegar a esa conclusión tan solo escuchando el interesante debate que mantenían esas vecinas en las calles de Abarca. «A mí no me gustan los murciélagos, pero me gustan menos los mosquitos», bromeaba una de ellas, y es que estos insectos son los responsables de las numerosas picaduras que han perforado la piel de los habitantes de Abarca desde hace lustros.
Tierra de Campos cuenta con unos factores que benefician enormemente la aparición de mosquitos. Las condiciones climatológicas, el terreno y la presencia de tierras de regadío –donde se forman pequeños charcos en los que estos animales pueden criar– convierten la comarca en un ecosistema perfecto para el desarrollo del mosquito. Además, los núcleos rurales son los únicos lugares en los que estos insectos pueden encontrar sangre fácilmente en una zona llena de campos de cultivo y carente de vida animal. La explosión demográfica de mosquitos no se ha visto acompañada de una aumento notable de sus depredadores naturales, que encuentran serias dificultades para fijar su residencia en un pueblo como Abarca, donde se han rehabilitado la mayoría de las viviendas y los pocos lugares en los que los murciélagos se pueden guarecer están ya habitados. Es por esta razón que se ha puesto en marcha este proyecto, con la meta de aumentar el 'parque de viviendas de murciélagos' para frenar el avance del mosquito.
El alcalde de Abarca, Miguel Martín, tiene claro el diagnóstico del problema, pero no tanto la solución. «Siempre ha habido muchos mosquitos por esta comarca y la opción que piden algunos es fumigar, pero hay un grupo de gente en contra porque se mata a los mosquitos pero esos venenos no son selectivos, matan a otras especies. Por esa razón hemos tratado de encontrar un elemento biológico que nivele la balanza entre los insectos y sus depredadores. Queremos mermar su población de la forma más natural que se pueda porque acabar con ellos es imposible, da igual el método que se utilice», explica Miguel Martín.
Las picaduras de los mosquitos las realizan únicamente las hembras. Para poner sus huevos, la hembra debe alimentarse de sangre de mamíferos, que le proporciona las proteínas necesarias para que su puesta sea fértil. Por este motivo, la hembra cuenta con un apéndice similar a una aguja hipodérmica, que le permite perforar la piel de los mamíferos para succionar la sangre. De eso saben, y mucho, en Abarca, donde algunos tratan de dilucidar por qué estos insectos pican a algunas personas y a otras, no.
A corta distancia, los mosquitos tienen en cuenta una gran cantidad de factores que varían de persona a persona, incluyendo la temperatura de la piel, la presencia de vapor de agua y el color de la ropa. Los científicos creen que las variables más importantes en las que se basan los mosquitos a la hora de elegir a una persona determinada son los compuestos químicos producidos por los microbios que viven en nuestra piel. Las bacterias convierten las secreciones de las glándulas sudoríparas en compuestos volátiles que son captadas por el sistema olfativo situado en las antenas de los mosquitos. Esos compuestos químicos son complejos e incluyen más de trescientos diferentes, que varían de persona a persona en función de su genética y del entorno.
Así que, como no se pueden controlar los microbiomas de la piel, poco se puede hacer para que estos insectos no piquen, aunque mermar su población parece una buena medida para evitar alguna que otra picadura. A partir de ahora, los murciélagos de Tierra de Campos contarán en Abarca con un residencial de lujo, en el que poder establecerse y ayudar a los vecinos en su cruzada contra estos insectos. No obstante, los murciélagos tardarán en asentarse en su nuevo hogar y, mientras tanto, los abarqueños solo pueden combatirlos usando repelente, ese artículo que no falta nunca en sus listas de la compra.
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