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No se ha perdido. No se ha destruido. La apisonadora está intacta, más o menos, y localizada. Incluso dentro de unos pocos días volverá a estar en manos del Ayuntamiento de Palencia, que, la verdad es que no sabe qué hacer con ella. De momento, quedará aparcada en un almacén y más adelante, no está claro, pero, desde luego, no volverá al parque de los Jardinillos.
Durante décadas, esta antigua máquina de vapor destinada a apisonar el firme de las carreteras se ha levantado como monumento en el céntrico parque palentino, justo delante de la estación de trenes, con lo que su imagen era una de las primeras que se encontraban los viajeros que llegaban en el ferrocarril a la capital palentina.
Pero al comenzar las obras de reforma de los Jardinillos el pasado verano, la máquina fue retirada y sin previsión de que regrese al mismo emplazamiento, puesto que no figura en el proyecto de mejora del parque elaborado por el arquitecto Óscar Ares, que supone una transformación sustancial de este céntrico espacio verde de la ciudad, en el que se conservarán pocos elementos de la etapa anterior: el palomar, la churrería y la Academia de Música, nada más.
Así, el misterio de la apisonadora comienza el pasado mes de julio con el inicio de las obras del parque. Los trabajadores de la empresa Ferrovial, adjudicataria de los trabajos, tras retirar la antigua máquina de su pedestal consultaron al Ayuntamiento qué debían hacer con ella. Y ahí surgió el primer problema. En aquel momento, debido a unas obras en las dependencias municipales, el Consistorio se encontró con que no tenía un recinto adecuado para albergar este gran artefacto, de varias toneladas de peso.
Por ello, el Ayuntamiento, según ha tenido que reconocer el propio concejal de Obras, Facundo Pelayo, se vio en la necesidad de «pedir el favor» a la empresa de que le guardase la apisonadora en uno de sus almacenes hasta que la ciudad contase con un espacio adecuado para conservarla, hasta que se decidiese su destino final.
Y allí sigue, según ha explicado el edil de Obras este jueves, a raíz de una pregunta formulada por la portavoz de Vox, Sonia Lalanda, que ha mostrado su inquietud por el estado de conservación de la antigua apisonadora, dado que han pasado casi ocho meses desde que fue retirada y todavía no ha regresado a manos del Ayuntamiento.
Lalanda ya preguntó esto mismo en verano y de nuevo fue el concejal de Obras el que manifestó públicamente que estaba «a buen recaudo en un almacén de la empresa que ejecuta las obras de los Jardinillos». La respuesta después de tantos meses sigue siendo la misma, aunque ahora, matizada. «La empresa, haciéndonos un favor, se ofreció a custodiarla hasta que el Ayuntamiento dispusiese de un espacio adecuado, porque precisamente estábamos en esos momentos en un proceso de adecuación del espacio que tenemos junto a la nave de Obras en el polígono (al lado del parque de Bomberos). Pero ya se ha dado orden a la empresa de que en los próximos días la traslade a ese espacio municipal hasta que decidamos qué hacer con la apisonadora», ha explicado el concejal de Obras.
Facundo Pelayo, ante las quejas de Vox por falta de información relativa a todo el proceso de retirada y almacenamiento de la máquina ha insistido en que el valor patrimonial de la apisonadora es escaso y ha recalcado también que su estado de conservación no era ya antes de su traslado el más adecuado posible. «Se encuentra completamente desvencijado, oxidado e incluso le faltan piezas y, por tanto no tiene ningún valor objetivo, más allá del sentimental», ha manifestado Pelayo, mientras que desde Vox sí se le atribuye un valor histórico como pieza regalada al Ayuntamiento en el pasado por alguna administración pública.
Vox pide también que figure en el inventario del patrimonio municipal, que se conserve adecuadamente y que se decida un emplazamiento definitivo, recordando que ya se puede contemplar una máquina apisonadora de vapor similar a la que había en los Jardinillos en la parcela de las cocheras del Ministerio de Transportes en la avenida de Asturias.
La apisonadora de los Jardinillos, según figura en una de sus grandes ruedas, fue fabricada en Bilbao por la firma Instalaciones Industriales, en torno a la década de los años 20 del pasado siglo XX.
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