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Francisco Pérez Helguera, en la Plaza Mayor de Palencia. A la izquierda, con la primera furgoneta que se compró para el Servicio de Atestados y de uniforme en los años 80 junto a un Seat Ritmo. Manuel Brágimo y El Norte
Paco deja 'huérfanos' a sus hombres en Palencia
Palencia

Paco deja 'huérfanos' a sus hombres en Palencia

El subinspector Francisco Pérez Helguera se ha jubilado a los 65 años tras 42 de servicio en la Policía Local, treinta de ellos en el turno de noche

Sábado, 15 de abril 2023, 00:17

Dice sentirse «raro», pero «muy satisfecho» por el trabajo llevado a cabo en sus 42 años de servicio en la Policía Local de Palencia, cuerpo al que accedió en 1981 «casi por casualidad», a instancias de su madre, que le animó a optar a la oposición cuando, terminada la mili en Ceuta y dejadas atrás sus correrías en la noche madrileña, volvió a la Palencia que dejó con 9 años para estudiar en el Pardo con los franciscanos. Francisco Pérez Helguera cumplió 65 años el pasado día 8 y un día después se jubiló como subinspector del cuerpo, que echará «mucho de menos» porque «me ha gustado mucho mi profesión, ayudar a la gente».

En sus 42 años de servicio ha conocido siete alcaldes y ocho jefes. «Cada maestrillo tiene su librillo», dice de estos últimos, pero el mejor jefe para Francisco ha sido Isidoro Fernández Pita, el actual, con quien ha tenido una vida profesional paralela y han ido ascendiendo prácticamente juntos. «Cuando vienen de fuera y están un año, casi no puedes opinar de los jefes, vienen con conceptos de otra ciudad y lo que hay que conocer primero es la ciudad y los funcionarios. Isidoro eso lo ha conocido y mamado, le gusta su profesión y eso se nota, a pesar de que digan que no tiene titulación», señala Francisco, que se jubila «haciendo las funciones de mayor» e Isidoro Fernández Pita, también subinspector, «las de intendente». «El cuadro de mandos falta por completarse, pero el alcalde quiere completar el escalafón», agrega Francisco, que, de los alcaldes con los que ha prestado servicio, se queda con Francisco Jambrina.

«En su época nos conocían por 'Los hombres de Jambrina', por lo de la serie de televisión 'Los hombres de Harrelson'. Salíamos uniformados de forma diferente, con un traje más operativo, con boina. Francisco Jambrina pegó un espaldarazo a la profesión de policía local, porque antes de 1981 entraban los que yo llamo 'los desertores del arado'», hace hincapié Pérez Helguera.

«Hasta entonces, la Policía Local se dedicaba a funciones de alguacil y a dirigir el tráfico con el casco blanco. Recuerdo estar las 24 horas del día en verano en el Puente Mayor, que nos dábamos relevo cada dos horas, haciendo circulación que venía de Burgos y pasaba a León, dando paso a los portugueses. Recuerdo que nos mandaban a la calle Don Sancho porque paraban los coches en la acera, a la Plaza de Abastos... Había un Renault 6 y, cuando yo entré, se compraron dos Seat Ritmo. Francisco Jambrina nos incrementó las funciones en materia de seguridad ciudadana y nos aumentó mucho el sueldo, el mayor que yo he vivido, pues de cobrar 40.000 pesetas pasamos a más de 60.000. A partir de ahí ya no éramos, como yo digo, los 'desertores del arado'», subraya Francisco Pérez Helguera, que en el año 1986 también vivió otro espaldarazo a la Policía Local con la entrada en vigor de la Ley de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.

«Yo entré por casualidad en la Policía Local. Me fui a los 9 años de Villalumbroso a Madrid para estudiar con los franciscanos en el Pardo y, de ahí, a estudiar en la Universidad. Estudiaba Derecho, pero lo dejé en segundo curso porque no me daba con la beca y trabajaba de noche en Madrid, en el Drugstore de Fuencarral (primer local moderno que abría las 24 horas del día y que disponía de restaurante, cine, venta de periódicos, productos varios...), de 21:00 a 5:00 horas. Allí conocí a todo el mundo de la farándula, de la 'movida madrileña'. Todo el mundo del espectáculo acababa yendo allí, iba a cenar, a comprar regalos. Allí aprendí a vivir la vida. Conocí a Camilo Sexto, que tuve cierta amistad con él, fui a ver con él varias veces Jesucristo Superstar, que me llevaba en su coche. También conocí a Juanito Navarro, los hermanos Calatrava, Cruz y Raya... De allí empecé a pinchar en discotecas de Madrid como Long Play, me hacía falta 'pasta' para la facultad. Después vine a anular la excedencia para la mili y me tocó Ceuta, estuve allí doce meses y me licencié en enero de 1981. Al acabar me vine a Palencia, ya desvinculado de Madrid, y mi madre me dijo que me presentara a la Policía Local. Lo hice, aprobé, y hasta ahora», recuerda Pérez Helguera, que entró como agente y en el año 1989 ascendió a oficial.

«Al poco se jubiló el oficial que llevaba el turno de noche y me lo ofrecieron, a mí siempre me había gustado la noche y pasé a llevar el turno de noche con otro compañero, Alberto Ayuso. En 2011 ascendí a subinspector y entonces necesitaban un mando con una categoría superior y me quedé de subinspector jefe del turno de noche con Ayuso y con Victorino García Palmero. Con ellos he compartido treinta años maravillosos de noche», incide.

«De 'Los hombres de Harrelson', mis compañeros han pasado años después a bromear con lo de 'Los hombres de Paco', también por la serie de televisión», comenta Francisco Pérez Helguera, antes de detenerse en algunas de las intervenciones que han quedado grabadas en su memoria. «No se me han ido de la cabeza jamás los chillidos de los niños de uno de los coches que fueron embestidos por un camión justo enfrente de la gasolinera de Suances y que ardieron», detalla Francisco, que recuerda también la detención de dos individuos que habían robado un Chrysler 150, «que en aquella época se robaban mucho». «Les perseguimos con un Seat Ronda por las casas del Hogar y se metieron por una calle sin salida. Salimos corriendo detrás y cogimos a uno, le llevamos a la Comisaría y nos dijeron que eran peligrosos. El individuo había tirado una recortada. Creo que es la única vez que he disparado al aire», añade Francisco.

Las inundaciones del año 1997 en Pan y Guindas es otro de sus peores recuerdos. «Trabajé ese día 23 horas seguidas. También viví una explosión importante, la del hostal San Antonio en la que murió el encargado, en 1991. En la de Gaspar Arroyo en 2007 no me tocaba trabajar esa noche, pero me llamaron y vine», añade Francisco, que se va «con la cosa de que no se haya estabilizado ya el tema de la oposición y que los que están, estén tranquilos, y los que no están, que estén dentro».

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