Adiós al obispo de Palencia que perdió el anillo en la pedrea

Cuando Palmero llegó a la Diócesis de Palencia desde Toledo, donde era obispo auxiliar, se encontró con una tierra cercana territorial –nació en Morales del Rey (Zamora) el 27 de julio de 1936– y espiritualmente. En este caso, por dos razones. Llegaba a una Diócesis muy querida por él por dos puntos clave: Fuentes de Nava y el monasterio de San Isidro de Dueñas. De Fuentes de Nava era originaria la madre de Marcelo González, el obispo de Astorga que le ordenó sacerdote el 13 de septiembre de 1959 y del que se convirtió es un estrecho colaborador, primero como secretario particular cuando el futuro cardenal fue arzobispo de Barcelona y más tarde, desde 1988, como obispo auxiliar en Toledo, cuando Don Marcelo fue arzobispo de esa Diócesis entre 1971 y 1995. En Fuentes de Nava pasaba el cardenal sus vacaciones y allí falleció en 2005. En Palencia, Palmero se apoyó en dos vicarios generales muy vinculados a él:Manuel Sánchez Monge, que fue nombrado después obispo de Mondoñedo-Ferrol y ahora de Santander, y Gerardo Melgar Viciosa, que también fue elevado a obispo, primero de Osma-Soria y ahora de Ciudad Real.

La abadía cisterciense fue muy frecuentada por Palmero gracias la figura de San Rafael Arnáiz, del que fue un gran devoto y estudioso –es autor de ocho libros sobre el Hermano Rafael y una de sus primeras aportaciones fue la creación de las peregrinaciones diocesanas a la Trapa–.

En la Diócesis de Palencia desarrolló una importante labor con los jóvenes –además de las peregrinaciones a la Trapa, creó la Escuela Catedralicia de Monaguillos– y con el patrimonio –reforzó el Museo Diocesano, que se amplió de cuatro a doce salas, y en su prelatura se celebraron dos importantes exposiciones de arte sacro: 'Memorias y Esplendores', del ciclo Las Edades del Hombre, en 1999 y 'Palabra construida' en 2005.

Rafael Palmero recorrió la Diócesis en sus visitas pastorales, aunque su relación con los sacerdotes vinculados al que fuera obispo entre 1978 y 1991, Nicolás Castellanos, no fue muy estrecha. Cuando marchó a Orihuela-Alicante anunció en su toma de posesión que el Vaticano había nombrado administrador apostólico a Gerardo Melgar, el vicario general, cerrando la posibilidad a la elección de un administrador diocesano.

No falta una anécdota de esta etapa. El 18 de abril de 1999, en la pedrea del pan y quesillo del Cristo, lanzó las bolsas con tanto ímpetu que el anillo episcopal, que le había creado su amigo el platero toledano José Antonio Manchón, se le desprendió del dedo. Varios días después, dos niñas lo encontraron por la zona.

Rafael Palmero destacó por su gran formación teológica. En su época de Astorga fue profesor en el Seminario de Eclesiología y Doctrina Social de la Iglesia, y escribió numerosos libros sobre la Virgen María, San Rafael Arnáiz, San Manuel Manuel González –obispo de Palencia entre 1935 y 1940–, San José, Santa Maravillas de Jesús, M. María de Jesús Guizar y la Eucaristía, entre otros temas.

En la Conferencia Episcopal perteneció a la Comisión de Pastoral y fue el responsable nacional para la Pastoral de la Salud.

La Misa exequial tendrá lugar mañana en la Concatedral de San Nicolás de Alicante, a la que asistirá el obispo de Palencia, Manuel Herrero, y el día 13, la misa funeral en la catedral de Orihuela.