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No hace tanto tiempo que los tatuajes parecían destinados a un sector muy específico de la población: a esos hombres rudos que querían recordar cada vez que se miraban al espejo que, pese a todo, su mamá les quería. Pero esos estereotipos del pasado nada ... tienen que ver con la realidad actual y aquellos diseños de corazones con el mensaje 'Amor de madre' que formaban la parte principal del catálogo de los tatuadores del siglo anterior han dado paso a un auténtico 'boom' en el que todo lo que tiene que ver con este mundillo ha aumentado y se ha mejorado de una forma exponencial.
Lo primero que se ha incrementado es el número de clientes. La normalización del tatuaje es una realidad en gran medida gracias a que muchos de los ídolos de los jóvenes se han convertido en auténticos lienzos humanos. Futbolistas, cantantes, 'youtubers' y un largo etcétera han contribuido a que las personas tatuadas dejen de ser miradas con recelo para entrar en el grupo de lo habitual. Esa naturalidad ha contribuido a que el número de estudios de la capital se multiplique por tres en solo cinco años para adecuar la oferta de lugares en los que tatuarse a la incipiente demanda.
Estilos. Existen decenas de tendencias en el tatuaje. Desde el japonés, a la acuarela, pasando por el negro y sombreado hasta el realismo abstracto o el surrealismo. La mayoría de los tatuadores de la ciudad
Tecnología. La mejora de las máquinas y de las agujas ha ayudado a los tatuadores a mejorar su precisión y a definir sus trazos.
Dolor. Para hacer un tatuaje se inyecta un pigmento bajo la piel y eso, lógicamente, duele. La intensidad del dolor varía dependiendo de la zona. El torso, en la parte de las costillas, es una de las más sensibles, mientras que la espalda es de las menos.
Una de las personas que ha vivido en primera persona ese cambio de la concepción social de las personas tatuadas es Roberto Lacorzana, el gerente del primer estudio de tatuajes que abrió sus puertas de forma legal en la capital palentina, Oxygeno. «Antiguamente, la gente te miraba mal si llevabas algún tatuaje, pero eso ha cambiado mucho», explica Lacorzana, que cree que el detonador del boom del tatuaje no solo ha sido la apertura de mente de la sociedad. «Al principio yo tenía que marcharme al extranjero para encontrar material con el que poder trabajar, que era muy escaso. Hoy en día, se pueden encontrar 'kilts' para tatuar por 50 euros con todo preparado y con más calidad que antiguamente», recalca este experimentado tatuador.
El tatuaje ha pasado de ser denostado a convertirse en venerado en poco más de una década y son mucho los que, como el tatuador Javier Revilla, de El Chorro Arts, elevan esta práctica a la categoría de arte. «Esto es un lujo, una expresión artística que, mediante una modificación corporal, te mejora», recalca Revilla que, desde su estudio de la calle Alfonso VIII, ha tatuado a un sinfín de personas y cree que la moda del 'tattoo' ha llegado para quedarse en una sociedad que cada vez busca más la exclusividad y en la que la imagen tiene una enorme importancia. «Este mundo ha cambiado mucho porque las técnicas y la maquinaria que tenemos a nuestra disposición ha mejorado mucho. Un tatuaje ya no es solo algo que te marca. No te deforma, sino que te reforma y modifica para que los demás vean algo distinto en ti», explica.
En la época en la que Roberto Lacorzana comenzaba a dar sus primeros pinitos como tatuador, muchos de los que querían hacerse un tatuaje buscaban tatuadores lejos de Palencia, pero eso ha cambiado. El abanico de posibilidades que existe en los seis estudios que hay en la capital es tremendamente amplio y son muchas las personas que confían en los tatuadores más cercanos a la hora de tatuarse, como Alba Martín, que asegura que no hace falta buscar muy lejos para dar con grandes profesionales de la aguja. «En Palencia ha mucho nivel. Tenemos que olvidarnos de esa idea preconcebida de que fuera está lo bueno», recalca Alba.
Hacerse un tatuaje es una decisión que la mayoría suele meditar mucho. Dejarse una huella imborrable en la piel no es cosa de poco para los que deciden ponerse en manos de un tatuador y tampoco lo es para los propios tatuadores, tal y como explica Javier Revilla. «Es una responsabilidad muy grande y por eso mismo no nos puede temblar el pulso. Tienes que tener mucha disciplina y practicar mucho antes de dar el paso de tatuar a alguien», asegura Revilla, que tuvo que trabajar mucho sobre otras superficies antes de comenzar a realizar sus diseños sobre sus clientes. «Mi madre me compraba kilos de piel de cerdo en la carnicería, los congelábamos y los sacábamos poco a poco para que yo fuera practicando», recuerda este tatuador, que antes de dedicarse plenamente a su arte se formó como electricista.
La profesión de tatuador es relativamente joven en la comunidad autónoma y todos los profesionales de este gremio de reciente creación están dando los primeros pasos para fundar la Asociación de Tatuadores y Anilladores de Castilla y León. Hoy mismo se celebrará en Valladolid la segunda reunión de tatuadores de la región, que tiene como fin aglutinar a todo el sector. La Unión Nacional de Tatuadores y Anilladores Profesionales se fundó hace años en Valencia y pronto nacerá la asociación regional, una noticia que Roberto Lacorzana califica como un acierto. «Se está gestando todo y va a ser algo muy positivo para todos», apunta el tatuador palentino.
Si han quedado atrás aquellos tiempos de antaño en los que las personas tatuadas eran miradas con recelo, también forma parte del pasado las ideas preconcebidas que existían hacia los tatuadores, un gremio que sigue creciendo y en el que es necesario formarse para poder entrar, tal y como indica Lacorzana. «Hay que saber dibujar, como es lógico, y sacarse el curso higiénico sanitario, que es obligatorio porque enseñan a la gente cómo hay que trabajar con el material de un solo uso para evitar riesgos», explica el gerente del estudio de tatuajes Oxygeno, del que han salido muchos de los diseños que hoy lucen los palentinos, unos dibujos de lo más variopinto. «Me han pedido de todo. Incluso ha llegado a venir un chaval al que le gustaba mucho la sopa y le tatué los pollitos de Avecrem», recuerda Roberto Lacorzana, que, al igual que su homólogo Javier Revilla, lleva años dejando su sello en la piel de cientos de palentinos.
Ya hay fecha para la segunda edición del festival Palencia Infame, que se celebrará los días 1 y 2 de junio en la Huerta de Guadián. Este encuentro de arte urbano volverá a reunir a un elenco de artistas que convertirán el proceso de creación de sus obras en espectáculos en vivo, que los palentinos podrán seguir en directo durante dos intensos días en los que también se instalarán puestos de ropa de estilo urbano y de arte.
La cita, organizada por El Chorro Arts, tendrá como punto fuerte la convención de tatuajes y, además, se celebrará un espectáculo de creación de murales en vivo que permitirá a los artistas urbanos crear sinergías, tal y como apunta el organizador, Javier Revilla. «Estamos cada uno en casa creando y creo que es muy interesante que, por lo menos una vez al año, nos reunamos y que la ciudad pueda vivir lo que hacemos», explicó Revilla, más conocido como 'El Chorro', que espera conseguir financiación para esta segunda edición mediante un 'crowdfunding' que ha puesto en marcha esta misma semana.
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