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Luis Antonio Curiel
Palencia
Domingo, 5 de marzo 2023
La localidad de Baltanás se convirtió este domingo en la capital palentina de la trufa, en una feria que congregó a numerosos vecinos y visitantes que quisieron conocer de primera mano todo lo referente a la truficultura. La primera edición se celebró en diciembre de 2018 y la pandemia impidió la continuidad de esta feria hasta 2022. Ayer, fueron muchos los que se acercaron a la capital del Cerrato para conocer el potencial de la truficultura en la provincia de Palencia.
En otoño de 2016, la Diputación de Palencia junto a la Cátedra de Micología y varias empresas del sector forestal como las empresas de biotecnología palentinas ID Forest y ECM pusieron en marcha un proyecto de interés para el medio rural palentino con dos años de duración y su posterior continuidad, como alternativa rentable económicamente y que constituye una excelente alternativa para los agricultores, además de servir para poner en valor un recurso natural y ecológico de la provincia de Palencia tan especial como las trufas. De hecho, la demanda de la truficultura en la provincia de Palencia cada vez es más alta, especialmente en la comarca del Cerrato.
La jornada comenzó con la inauguración de la feria por parte de las autoridades provinciales y locales. Por su parte, Juan Andrés Oria de Rueda, director de la Cátedra de Micología de la Universidad de Valladolid, presentó varias trufas de la temporada en Palencia e incidió en la bonanza de la comarca del Cerrato para la truficultura. «La trufa negra del Cerrato está entre las mejores del mundo y tenemos que creérnoslo. No lo digo yo, es algo que ha sido avalado en numerosas catas. Nuestras trufas pueden competir con las de Perigord y otros lugares y quedar muy por encima de ellas. Tenemos que quitarnos de una vez por todas esos complejos que a veces nos impiden ampliar miras y horizontes. Históricamente nuestras trufas han sido reconocidas y debemos apostar por la truficultura como motor de desarrollo para nuestros pueblos», comentó Oria de Rueda durante su intervención.
Además, insistió en que el Cerrato es una comarca muy especial para la provisión de productos por su terreno calizo, la temperatura y la propia orografía, que hacen que tengan sello de identidad propio. Y un claro ejemplo son las trufas, que llegan a los mejores mercados estadounidenses, australianos y franceses con gran demanda. Por eso, animó a invertir en esta zona para buscar una mayor y mejor optimización de los recursos.
Otro de los momentos que más interés suscitó entre vecinos y visitantes fue el paseo interpretativo en familia, que permitió conocer el paisaje trufero del Cerrato de forma didáctica y divertida, guiados por Juan Andrés Oria de Rueda.
Otra de las originalidades de la Feria fue la explicación del uso de la trufa en la cocina, a cargo de David Ramos Truchero, de 'Morcillas de Villada'. Además, todos los asistentes degustaron una hamburguesa trufada en pan brioche.
La feria sirvió para llamar la atención sobre las posibilidades que ofrece la trufa en la comarca y provincia. De este modo, varios 'stands' estuvieron presentes durante toda la jornada para dar respuesta a las preguntas de vecinos y visitantes sobre el estudio de viabilidad de la plantación, el abono, el riego, la obtención de las primeras trufas o el propio vallado de la parcela. También se informó sobre el adiestramiento de los perros para la recolección de trufas.
Plantaciones
Entre los puestos presentes estuvo Moisés Pinedo, de Hérmedes de Cerrato, que lleva trece años con su plantación y mostró las trufas recolectadas en esta campaña. También hubo miel del Cerrato y una amplia variedad de productos alimentarios trufados, desde aceite y queso hasta chocolate y croquetas, pasando por las propias trufas que fueron el producto estrella de la feria. Los más pequeños también tuvieron su espacio con varios talleres relacionados con la truficultura y la comarca del Cerrato.
Una plantación trufera, aunque se sitúe en un suelo de ínfima categoría agraria, puede producir anualmente de 2 a 50 kilos de trufa y un beneficio mínimo anual de 1.000 a 14.000 euros por hectárea, impensable con cualquier otro tipo de cultivo sobre suelos pobres. Actualmente, la superficie cultivada en la provincia en explotaciones destinadas a la truficultura ronda las 300 hectáreas y quince truficultores, siendo la comarca del Cerrato la que mayor extensión acoge relacionada con esta producción. Una extensión que seguro que incrementará después de la feria de ayer, donde muchos vecinos y visitantes tomaron buena nota de la truficultura para sus terrenos.
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