Ernesto Mallo | Escritor
«Mis novelas son incompletas porque no doy todo masticado al lector»Presenta este jueves su última novela, 'Perro viejo', en la Librería Ateneo de la capital
El escritor argentino Ernesto Mallo (La Plata, 1948), casado y con seis hijos de matrimonios anteriores y cuatro nietos, se mudó en 2015 de Buenos ... Aires a Barcelona y desde entonces reside en la Ciudad Condal. Mallo presentará su última novela, 'Perro viejo', este jueves a las 19:00 horas en la librería Ateneo de Palencia.
–¿Qué balance hace de los 19 años como contador de historias desde la publicación de su primera novela, 'La aguja en el pajar' (2005)?
–Yo soy contador de historias desde hace mucho antes, desde que tenía 10 años. Mi vida siempre ha girado en torno a la escritura, a las letras, a contar historias. Y desde más pequeño era un ávido lector y escuchador de historias; leía lo que me caía en las manos. En mi casa teníamos una biblioteca muy grande y una de las cosas que más me gustaba era leer capítulos de los volúmenes de la enciclopedia Espasa Calpe, que era el antiguo Internet. Además, mi abuelo, que nació en el siglo XIX, fue marino mercante y él siempre tenía muchas historias para contar. De él heredé la tendencia a fabular. No se puede ser un buen escritor si no se lee.
–Antes de escribir literatura, fue guionista, dramaturgo y periodista. ¿Dio el salto a la novela porque su cuerpo ya se lo pedía?
–No, en realidad me lo pidió la economía. Cuando se produjo el 'corralito' en Argentina, el Gobierno se quedó con el dinero de todo el mundo y puso a circular 16 monedas de distinto valor. En ese momento yo dirigía un periódico cultural que cerró inmediatamente y me quedé en el paro. Además, nadie ponía un centavo en el teatro ni en el cine, con lo cual estuve mucho tiempo sin trabajar. Entonces, me planteé escribir una novela, una idea que me rondaba por la cabeza desde hacía tiempo y escribí 'La aguja en el pajar'.
–Empezó relativamente tarde, pero ha sido bastante prolífico; tiene ya firmados once títulos...
–¿Tarde? Saramago publicó su primera novela con 60 años y no es un caso aislado. Pienso que es mejor empezar a escribir novela a partir de los 50 años porque exige cierta perspectiva y distancia con el mundo y con la vida que no tienes con 20 años. Antes de los 50 uno está todavía muy involucrado con la vida. La frescura en la literatura no depende de la edad, sino del estilo de escritura y de lo que uno sea como persona y como escritor. La frescura, que yo la entiendo como fluidez en la lectura, sin baches ni tropiezos, se consigue con la experiencia, con oficio y trabajo. De todas formas, la edad no te da nada que no tengas.
–Este año ha dado a luz un nuevo trabajo literario al que ha bautizado 'Perro viejo', la sexta entrega del comisario Lascano ya anciano. ¿Con qué ingredientes intenta atrapar esta vez el interés del lector?
–Lascano ya es un perro viejo y está ingresado en una residencia geriátrica de lujo porque el comisario se hizo rico en una de mis novelas anteriores. Entonces, se produce un homicidio y no sabe si fue él quien cometió el asesinato por falta de memoria con la edad. Aparece un policía que reconoce a Lascano, porque es una leyenda de la investigación policial, y le propone que le ayude a encontrar al criminal, aunque sea sospechoso del crimen. Ese es el ingrediente fundamental. Una novedad de mi escritura es incorporar el 'whodunnit', el 'quién lo hizo': facilitarle al lector pesquisas sobre la identidad del autor del delito para ver si lo averigua antes de llegar al último capítulo. Otros ingredientes tienen que ver con la sociedad, con la política y con la riqueza. Y, también y muy importante, es el valor de la vejez.
«De viejo uno es más libre porque tiene menos cosas que perder»
–«La vejez es una cárcel de puertas lentas sin libertad condicional», admite 'El Perro' en esta nueva novela. ¿Comparte esta reflexión?
–Esa reflexión es de Lascano; yo pienso eso y algunas otras cosas más.
–¿Qué tiene Lascano de Ernesto Mallo y viceversa?
–La pregunta más fácil de responder es qué tiene Ernesto de Lascano y la respuesta es los derechos de autor (risas). Mis personajes son mosaicos de distintas personas, incluyendóme a mí, que he conocido o sobre las que he leído. Y con esos fragmentos armo cada personaje. Lascano tiene que ver conmigo en lo testarudo y con los problemas que tiene con la autoridad.
–Antes de introducir al lector en su cometido frente a esta novela, apunta una cita de la actriz Bette Davis: «La vejez no es para cobardes»...
–Exactamente. También tenía otra cita, que finalmente decidí no ponerla y de la que no recuerdo al autor al hilo de lo que en un momento decían algunos médicos sobre la vejez: «la vejez es una enfermedad», y él apuntó: «la vejez no es una enfermedad, es una masacre». Me identifico con las dos frases porque para enfrentarse a una masacre hay que ser valiente. No obstante, de la vejez hay cosas que pocas veces se dicen, como que de viejo uno es más libre porque a medida que cumples más años tienes menos cosas que perder. No tienes por qué caerle simpático a nadie, puedes ser intolerante… A veces, ser viejo te da ventajas.
–Ya ha contado toda la biografía de 'El Perro' en las seis entregas. ¿'Perro viejo' pondrá punto y final a su saga policíaca o Lascano volverá a su cabeza con nuevos casos?
–Las tres últimas novelas sobre Lascano eran las últimas. Incluso, la primera, 'El aguja en el pajar', también era la última porque Lascano murió, pero le resucité en la siguiente. A mí se me ocurren historias en las que tiene que estar Lascano; siempre vuelve. Por lo que no podría asegurar nada. Lascano podría aparecer de nuevo en el infierno o en el paraíso.
–Presenta esta publicación este jueves en la librería Ateneo de Palencia. ¿Conoce la ciudad?
–Sí, ya estuve en otra ocasión en esta misma librería presentando otra novela gracias a Jacobo Baquero. De la ciudad me parecen fantásticos los 'aliens' de las gárgolas de la Catedral de Palencia. Eso siempre me ha apasionado de las iglesias; el demonio siempre está ahí afuera. Además, me encantan los encuentros con el público, sobre todo, escuchar distintas lecturas sobre una misma novela porque en eso precisamente reside el interés de las novelas de Lascano, que el lector pueda crear su propia historia. Mis novelas son incompletas porque yo no doy todo masticado a los lectores; tienen que trabajar y cerrar muchos huecos que yo dejo abiertos a propósito. El lector pasa a ser un cocreador de la novela. Lo que más me gusta del proceso de la escritura es corregir. Y de esa corrección aprovecho el material. 'Perro viejo' surgió con lo que deseché de la novela 'La conspiración de los mediocres', que tenía una introducción de cerca de doscientas páginas y, después, empezaba otra historia. Al final, quité esa introducción, la reservé en un archivo y este año la retomé para escribir mi último trabajo. Incluso dentro de la novela he quitado párrafos y algún capítulo entero para dejarlos deliberadamente en blanco con el fin de que el lector encuentre la conexión de lo anterior con lo siguiente.
–¿El retrato histórico de sus novelas se ciñe a un rigor escrupuloso o también incluye pinceladas de inventiva?
–Las dos cosas. Sitúo mis novelas en movimientos históricos concretos, salvo esta última, que podía acontecer en cualquier momento. Y en todas conviven los asesinatos con la impunidad del poder.
–¿Cree que Argentina ha aprendido de sus errores?
–Nunca, ahora tenemos a Milei. Es una desgracia, hay mucha gente que tiene la cabeza lavada por la acción de las grandes empresas que manejan las redes sociales y que se cree cosas que son mentiras. Milei es una desgracia para Argentina porque no tiene capacidad ni visión para gobernar. Su virtud es hacer más ricos a los ricos y más pobres a los pobres. En una ocasión, un periodista me dijo que si no creía que habría que darle un tiempo a Milei y yo le contesté que habría que darle un tiro; me salió del alma. Tener estabilidad en Argentina es como hablar de democracia en Rusia. Nunca ha sido un país estable; tuvo momentos mejores y peores, pero Argentina es parte de la inestabilidad.
«Shakespeare es mi padre, mi espíritu, mi alma, lo es todo»
–¿Se considera un maestro del género negro?
–Hay personas que me lo dicen, pero yo no me lo creo. Yo no podría enseñar a nadie a escribir; quizás, algunos trucos, atajos o estratagemas que he desarrollado con el oficio. El escritor no se hace, nace. Yo con mi primera novela hice una escaleta que seguí de principio a fin, pero a medida que he cogido más oficio con la narración novelística lo fui dejando y ahora ya no lo hago. La historia la tengo en mi cabeza; incluso, ya tengo la siguiente novela y estoy esperando a que se acomoden algunas situaciones para sentarme y escribirla.
–¿Ha aparcado la escritura de teatro?
–Precisamente la novela que tengo en la cabeza sucede en el ambiente teatral, aunque aún no tiene título, pero yo nunca me preocupo por él.
–¿Qué escritores le inspiran?
–Mi mayor inspirador es Shakespeare. Todas las pasiones humanas están en sus novelas. Leo y releo todo de él. Hablo inglés como el castellano y alterno su lectura con el idioma original y con la traducción de la editorial Aguilar, que es la mejor. Shakespeare siempre está conmigo y me acompaña. Para mí es el mejor escritor de todos los tiempos. Es mi padre, mi espíritu, mi alma, lo es todo.
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