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Andrea Manrique, en la escuela infantil Infanta Sofía. Marta Moras
Niños ricos en educación emocional

Niños ricos en educación emocional

El trabajo fin de grado de la palentina Andrea Manrique propone incorporar el 'mindfulness' en tercer curso de Infantil

J. Olano

Palencia

Martes, 16 de octubre 2018, 22:10

El 'mindfulness' es una práctica de origen budista con más de 2.500 años de antigüedad, pero que en Occidente no aparece hasta hace unos treinta años para tratar problemas asociados al estrés y al dolor crónico. Sus aplicaciones se han extendido a casi todos los campos, como por ejemplo al de la educación y la enseñanza. Incluso ya es habitual ver que las universidades ofrezcan a sus alumnos talleres de atención plena, conscientes de que en la mayoría de los casos la distancia que separa el éxito del fracaso no reside en el talento natural, sino en la capacidad de concentración, que permite retener conceptos, relacionarlos, entenderlos e incorporarlos a las estructuras de pensamiento.

Y es que los estudios científicos han demostrado lo que hace más de dos mil años ya sabían los budistas, es decir, que un estado de atención consciente ayuda no solo a reducir el estrés o la ansiedad, sino tambiéna ser más creativos, a poder juzgar y valorar las situaciones con mayor claridad, a aumentar la resistencia emocional y a disfrutar más de lo que se está haciendo.

Y aplicar estas prácticas desde la infancia es lo que propone, en forma de trabajo fin de grado (que se ha presenta en forma de libro, ya a la venta), la maestra en Infantil Andrea Manrique Arija, titulada por la Facultad de Educación de Palencia y educadora en la escuela infantil Infanta Sofía, del Grupo Fundación San Cebrián.

La educadora argumenta que su trabajo se centró en el 'mindfulness' al haber constatado que en los estudios universitarios de Educación Infantil, la psicología positiva y la educación emocional cobran importancia, pero echa de menos que siendo tan relevantes no se apliquen en las aulas de Infantil.

La maestra recalca que ha sido complicado recoger información sobre la atención plena, ya que es una técnica novedosa con muy poco recorrido en España, y que su aplicación en los colegios ha sido mínima, «pues para poder llevar a cabo una intervención, el profesorado debe estar formado en ello y existen pocas formaciones con todos los contenidos que se deben abordar para poder aplicarlo de una forma consciente», afirma. No obstante, Andrea Manrique insiste en su propuesta en que ha comprobado cómo se puede llevar a cabo una educación emocional en el aula a través del 'mindfulness' «como constructo de la psicología positiva, ya que con toda la información y los estudios encontrados sobre la atención plena se llega a la conclusión de que se alcanzan muchos beneficios practicándola desde pequeños, por lo que es muy importante que los niños se conozcan, conozcan sus emociones y sepan regularlas para conseguir un bienestar emocional y un desarrollo integral de los alumnos», explica.

Porque, considera Andrea Manrique, que los niños tienen la necesidad de comunicarse y expresar sus emociones, pero que se comprueba que muchos no lo saben hacer, «por lo que es primordial que tanto la familia como los profesores trabajen las emociones con ellos para que sepan gestionarlas», añade.

La comunicación efectiva y asertiva, el manejo de emociones y sentimientos, la toma de decisiones, el pensamiento creativo, la solución de problemas y conflictos, la empatía, las relaciones interpersonales, el pensamiento crítico, el manejo de tensiones y estrés, y el conocimiento de uno mismo son beneficios de la educación emocional que detalla Andrea Manrique en su trabajo, que ha sido tutorizado por la profesora Deilis Ivonne Pacheco Sanz.

La propuesta de intervención en el aula que hace esta maestra en su trabajo de fin de grado fija la hora de después del recreo como la mejor para la actividad, con una duración de entre 15 y 30 minutos.

También propone Andrea Manrique en el trabajo que el proceso debe someterse a una evaluación, inicial, continua y final, con preguntas a los propios alumnos, la observación de las actividades y la recogida de datos al finalizar las sesiones.

Un vídeo para respirar, el bote de la calma, una campana, ejercicios para estirar y alargar el cuerpo o un baile son algunas de las herramientas que propone como método el estudio. Para finalizar, meditaciones por parejas o abrazos mágicos, todo en manos de un «docente consciente, ya que un educador consciente estará atento, tranquilo, en paz consigo mismo y con los demás», sugiere la maestra. «Ya través de su consciencia encarna cualidades y actitudes como la paciencia, la confianza, el respeto y la amabilidad», agrega.

Porque profesores conscientes para formar niños ricos en educación emocional es a lo que apela el trabajo fin de grado de Andrea Manrique, titulada por la Facultad de Educación del campus de Palencia de la Universidad de Valladolid.

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