Secciones
Servicios
Destacamos
Carmen Aguado
Palencia
Domingo, 18 de febrero 2024, 09:42
La primera muñeca Nancy que se compró siendo una niña fue el preludio de una interminable colección que le ha acompañado durante toda su vida y que desde hace unos años ha devuelto a la palentina Ana Espejo la ilusión por recuperar la pasión por estos juguetes que tan populares se hicieron en los años setenta. Ana Espejo, (Palencia, 1964) cuenta en su casa con un pequeño museo dedicado a estas muñecas que ya han inundado por completo todo su salón. Repartidas en diferentes estanterías y armarios, todas ellas lucen con los trajes y vestidos que diariamente Ana les cambia de forma meticulosa a cada una de ellas.
«Estuve ahorrando durante semanas para comprarme una Nancy vestida de colegiala, no se me olvidará nunca. Después, mi padre, que viajaba mucho a Alicante por trabajo, me compró allí el armario de la Nancy, lo tengo nuevo y aquí expuesto», explica Ana Espejo.
Noticia relacionada
Después, según fue creciendo, este interés se fue disipando, aunque nunca llegó a desaparecer, hasta que comenzaron las colecciones en los quioscos de vestidos para Nancy. Fue entonces cuando volvió a casa de sus padres a buscar el armario y los vestidos y complementos que allí aún tenía.
«Coincidió con que a mis hijas las regalamos algunas reediciones de muñecas que se habían hecho. Ahora que ellas se han ido ya de casa nos hemos quedado las Nancys y yo. Ahora compro los coleccionables, vestidos, y también algunas muñecas en Wallapop o plataformas similares donde se venden», asegura. Lo que más le gusta a Ana Espejo es poder confeccionar los vestidos de las muñecas, muchos los ha hecho a mano y a otros los ha retocado algo. «No soy modista ni mucho menos, pero me apaño», recalca. Más de cien vestidos que publica diariamente en su propio perfil de Instagram, donde ya cuenta con más de doscientos seguidores.
«Antes compraba mucho en mercadillos, pero se ha corrido la voz y ya no se encuentran. Una Nancy ahora puede costar más de 300 euros. Las de los años setenta son las más caras. Las que hicieron negritas también, porque eran ediciones limitadas. También hay unos años en los que Famosa no distribuyó las muñecas y lo hicieron las Quirón, que tenían un aspecto algo diferente y que también están muy cotizadas», argumenta.
La última de las Nancy con las que cuenta es la Nancy azafata de Iberia de los años setenta, que le acaba de regalar su marido con motivo de San Valentín. Además de esta, tiene la Nancy esquiadora, la Nancy de comunión o la Nancy Cenicienta. También, otras más modernas como la Nancy Aitana basada en la cantante pop.
Hace pocas semanas ha comprado por Internet un segundo armario de Nancy donde guarda todos los vestidos que tiene. Muchas de las Nancy las tiene expuestas, pero otras muchas no las ha llegado a sacar de la caja, ya que así se conservan mejor. «Las saco para hacerlas las fotos y luego las vuelvo a guardar, aunque el resto me gusta tenerlas expuestas, todos los días las cambio», sostiene.
Además de Nancys, Ana Espejo también cuenta con una particular colección de muñecas Barbie, aunque estas son de sus dos hijas, quienes han heredado el interés por el mundo de la juguetería. En total, más de quince Nancys de Famosa y más de veinticinco de Barbies además de un sinfín de otras muchas como las Bratz. «A mis hijas no les gusta coleccionar, la coleccionista soy yo», bromea. Ambas apoyan a su madre en una pasión que ahora ocupa todos sus días y que ha convertido su casa en un verdadero museo. «Todo lo que sean muñecos me encantan, aunque mi preferencia siempre ha sido la Nancy», afirma.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.