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Dos alumnos de cuarto de Primaria del CEIP Alonso Berruguete, delante de un cartel para reciclar en castellano y ucraniano. Marta Moras

Multiculturalidad en las aulas de Paredes de Nava

El CEIP Alonso Berruguete de la localidad palentina cuenta con 104 alumnos de once nacionalidades distintas gracias al Proyecto Arraigo, que trabaja contra la despoblación

Jueves, 22 de junio 2023, 00:28

Un cartel en la clase de cuarto de Primaria destaca por encima del resto. Está situado a la izquierda del aula, justo debajo de las ventanas, y recuerda a los estudiantes dónde se tira la basura y los colores para hacerlo bien y reciclar: azul ( ... papeles) y amarillo (plásticos). Y lo pone en castellano, PAPELERA, y en ucraniano, SHITYA, que significa basura. El CEIP Alonso Berruguete de Paredes de Nava cuenta con 104 alumnos este curso que ya acaba, siendo el 25% de los mismos extranjeros.

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Once nacionalidades conviven y aprenden en las amplias instalaciones de ladrillos de colores, llenas de dibujos de cuentos infantiles: argentinos, italianos, búlgaros, colombianos, dominicanos, marroquíes, nicaraguenses, ucranianos, cubanos, mexicanos y españoles. Muchos de ellos llegan a Paredes con el curso ya empezado, por lo que se les ayuda con la adaptación en las clases. Más allá de enseñarles bien el centro para que lo conozcan y se sientan como en casa, también crean un grupo de compañeros para que estén con el nuevo alumno en los recreos, jueguen con él, le expliquen todo y no se sienta solo, ya que el cambio no es solo de colegio, sino de país, de costumbres y de todo.

Muchos llegan con el curso ya empezado, por lo que se les ayuda con la adaptación en las clases

Además de dar facilidades a las familias recién llegadas a la hora de hacer la matrícula y todo el papeleo, también se les suele proporcionar los libros con el programa Releo e incluso ayuda económica con el material escolar si tienen pocos recursos. «Se integran muy bien y los niños están adaptados en todo momento», señala el director del centro, Antonio Gero Rojo.

Muchos de estos nuevos estudiantes que recorren miles de kilómetros hasta llegar a Paredes de Nava lo hacen con la Oficina de Repoblación que lleva el Proyecto Arraigo, que lucha contra la despoblación de la zona de Tierra de Campos. «Es claro el descenso de alumnos en toda España, pero sobre todo en el medio rural. Gracias al Proyecto Arraigo, nos estamos manteniendo. Esto es clave para continuar con los servicios en los pueblos», afirma. «Aquí tenemos una media de quince niños por aula, por lo que la educación es más individualizada», agrega.

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Los alumnos de tercero de Infantil colorean sus fotos de graduación. Marta Moras

Las bicicletas y los patinetes son los principales medios de transporte con los que los alumnos llegan hasta el colegio, que cuenta con un huerto urbano y hasta con un rocódromo para que disfruten y jueguen los estudiantes. «Rápidamente se integran en las dinámicas de los patios, con el fútbol, el baloncesto y también en el rocódromo», asegura el director, quien recuerda que en los años ochenta ese mismo centro tuvo entre 600 y 800 estudiantes «que venían de toda comarca» y era necesario que hubiera tres líneas por cada clase.

«Aquí tenemos una media de quince niños por aula, por lo que la educación es más individualizada», afirma el director del colegio

Mientras los alumnos aprenden en las aulas, Pilar Giménez prepara la comida, como cada día, en las cocinas del centro para unos cuarenta alumnos, para que disfruten de uno de los cuatro menús disponibles. «Son distintas comidas que las de sus países de origen, pero les gustan mucho, sobre todo los macarrones, el arroz o el puré, que aquí lo devoran», afirma la chef. «Y aquí se repite y hay variedad. Algunos de los niños me dicen que en los coles donde estaban antes solo había dos platos distintos para comer», añade con orgullo.

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Aula de tercero de Primaria del colegio Alonso Berruguete. Marta Moras

Al mismo tiempo que Pilar Giménez se empeña ante los fogones, los alumnos de tercero de Infantil con sus babies rojos, verdes y azules colorean su foto de graduación (acaban este curso el ciclo de Infantil) con tranquilidad e ilusión. A uno de los pequeños se le rompe la pinturilla y se pone a llorar, hasta que su profesora, Mónica Salán, le tranquiliza y le recuerda que «las cosas que se rompen, se arreglan y ya está».

Ciudades del mundo

«Cada uno de los niños cuenta cosas de su país, sobre todo al principio, pero luego cada vez menos porque se meten en el día a día», argumenta la educadora, en cuya clase hay niños de Ucrania, Nicaragua o República Dominicana, entre otros. Una de las temáticas de este curso para viajar desde sus pequeñas sillas en el tiempo y en el espacio, amén de aprender otras culturas, ha sido las distintas ciudades del mundo.

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El centro cuenta con profesorado especialista para atender a los alumnos con dificultades de aprendizaje y con clases de apoyo. «A los alumnos ucranianos les cuesta más por el tema del idioma», argumenta Antonio Gero Rojo. «Aunque ya van hablando mejor. Están integrados con el ajedrez o el balonmano y les animamos también para que vayan a jugar a la plaza», concluye el director del centro, en cuya fachada está escrita la cita de Benjamin Franklin: 'Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo'.

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