Lucía Toribio
Palencia
Domingo, 16 de julio 2023, 00:27
El Archivo Diocesano de Palencia se encuentra ubicado en el Obispado, aunque pronto se trasladará al Seminario Mayor, situado en la calle Cardenal Almaraz y cerrado hace 16 años por la escasez de vocaciones. Las obras ejecutadas el año pasado permitieron habilitar cuatro salas con ... capacidad para más de 45.000 volúmenes entre los documentos del Archivo Diocesano y la biblioteca del Seminario Mayor. La reforma incluyó la adaptación de uno de los pasillos del Seminario Mayor, transformado en tres galerías diferenciadas, y una más en una planta superior. La tecnología puntera y la seguridad contra el riesgo de incendios permitirán una mejor conservación de ese patrimonio, ahora en el edificio del Obispado. Allí, se hallan cientos y cientos de libros sobre las partidas de bautismo, confirmación y defunción de los palentinos desde hace cientos de años. Dionisio Antolín, junto con sus compañeros, investigadores y voluntarios, es el encargado de digitalizar todos esos documentos para que no se pierdan en un futuro.
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«El traslado de los archivos al Seminario Mayor se está demorando debido a que necesitamos los despachos donde trabaja actualmente el Espacio Castilla y León Digital. En el Obispado ya no caben más catálogos y los cambios de temperatura, junto con los problemas de humedad, perjudican la conservación de los libros», expuso Antolín.
El Espacio Digital de Palencia, un centro de formación en nuevas tecnologías impulsado por la Junta de Castilla y León, abrió sus puertas en el año 2011 en el complejo del Seminario Mayor, si bien su etapa en los locales de la Diócesis, cuya cesión gratuita se ha venido renovando, pronto llegará a su fin. El Obispado solicitó a la Junta hace dos años, cuando se firmó el último acuerdo, la devolución del local, y desde entonces el Espacio Digital de Palencia se plantea en la antigua Casa Cuna, donde la Consejería de Movilidad y Transformación Digital ejecuta las obras, que se encuentran muy avanzadas.
Así, el traslado del Archivo Diocesano del Obispado al Seminario Mayor está pendiente de la mudanza del Espacio Digital. Evidencia el director del Archivo, Dionisio Antolín, que los depósitos donde almacenan los catálogos son de madera por lo que es más peligroso en el caso de que haya un incendio. «En cambio, en el Seminario Mayor todo está cubierto por estaciones de oxígeno que es mucho más seguro», añade.
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«Aquí conservamos los libros parroquiales de casi todos los pueblos de la provincia y de la capital. Dentro de esos libros, tenemos los sacramentales que recogen las partidas de bautismo, confirmación, matrimonio y defunción. Pero, no solo eso, sino que además contamos con inventarios, tazmías, diezmos, legajos, catastros y muchos otros papeles relacionados con la Iglesia», explica el sacerdote.
La labor consiste en indexar y digitalizar todos esos documentos, es decir, obtener los datos de cada una de las partidas y tenerlo guardado en un archivo digital para que los libros no se deterioren. «De esta manera, acuden numerosas personas buscando sus datos de nacimiento para poder conformar su árbol genealógico. Incluso viene gente de países como Argentina y Cuba que necesita esas partidas de bautizo para poder nacionalizarse», asegura.
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La mayoría de los visitantes que acuden al Archivo Diocesano lo hacen con la intención de conformar su árbol genealógico y descubrir de qué pueblos de la provincia palentina procedían sus antepasados. «Estos libros han sido utilizados más en un año que en un siglo entero debido al interés de la gente», explicó Antolín.
Dionisio Antolín, José Ángel Arija y muchos otros voluntarios comenzaron este trabajo en 2020 y, desde entonces, llevan alrededor de 3.700 libros digitalizados. Para organizarse en el archivo, tienen una serie de catálogos, donde apuntan todo lo relativo al libro y al municipio al que pertenece. «Todo libro tiene su signatura, es decir un código especial que nos permite localizarlo con facilidad. Si viene algún visitante a pedirme un dato concreto, no tardo más de tres minutos en proporcionárselo», confirmó el director.
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Además, no es necesario que los empleados trabajen desde el Obispado, ya que pueden hacerlo desde sus casas. «Al estar todo digitalizado, puedo controlar desde aquí lo que hacen los voluntarios. Si alguno tiene una duda sobre lo qué aparece en un determinado escrito, me llama y lo resuelvo desde mi ordenador ya que está todo conectado», aseveró el sacerdote. Asimismo, a la hora de indexar los documentos, «por ejemplo, en el caso de una partida de bautismo, apuntamos la fecha, el nombre del niño y el de sus padres; aunque a veces nos encontramos con hojas en las que aparece: hijo de Juan y de su mujer, sin apellidos ni nada, por lo que formar el árbol es mucho más complicado», detalló Dionisio Antolín.
En el archivo se pueden encontrar tanto libros del tamaño de una mano como otros que pueden llegar a medir un metro de largo. Algunos están en buen estado y se leen con facilidad, pero otros están más deteriorados y afectados por la carcoma. También los hay sobre diferentes temas, como teología, filosofía o ciencia y escritos tanto en castellano como en latín.
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El Archivo Diocesano se ha convertido en un modelo a nivel nacional para documentos de la Iglesia. Además, no solo cuenta con investigadores españoles sino también procedentes de otro países como Estados Unidos o Bélgica, principalmente. «Aquí hay disponibles 12 puestos de investigación, aunque cada vez atendemos más vía Internet», alega Dionisio. «A raíz del Concilio de Trento, sobre los años 1540-1560, se empezaron a escribir todos los libros sacramentales. Por ello, tenemos documentación desde esos años. Incluso de los siglos X y XI, gracias a los legajos y pergaminos procedentes de la Abadía de Lebanza, que cuentan con unos sellos inimaginables hoy en día», afirmó Antolín. «Los pergaminos de Lebanza son maravillosos, muchos son correspondencia de los reyes de la época y otros versan sobre fueros y privilegios, sin embargo, son muy complicados de transcribir. Contamos con un total de 40 carpetas procedentes de la abadía, pero solo hemos catalogado tres debido a su difícil traducción, algunos están escritos en un idioma similar al mozárabe», expone el sacerdote.
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