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CARMEN AGUADO
Palencia
Domingo, 20 de junio 2021, 08:20
Sus ojos revelan una larga experiencia vital, y no es para menos a sus 107 años. No en vano ostentará el título de la palentina más longeva de ese 0,05% de población que supera los 100 años (otra palentina de 1913, un año más que Julia Hoyos, falleció en marzo de 2020 a los 107 años). Palencia puede presumir de longevidad y esperanza de vida, ya que el 0,53% de la población tiene más de 95 años, y el 2,18% supera los 90. Pero lo de Julia Hoyos es de monumento. En 1914, año en el que comenzó la Primera Guerra Mundial, nació en Palencia y al pie del cañón sigue a sus 107 años, feliz y muy bien atendida en la residencia de la tercera edad Ciudad de Palencia, donde recibe diariamente la visita de sus hijos y de sus nietos.
Gimnasia, rehabilitación, fisioterapia o trabajos manuales son algunas de las muchas actividades que copan los días de Julia en el que siente como su hogar. Una pequeña residencia con una treintena de mayores que no han vivido un año fácil con la covid.
Tres hijos, cuatro nietos y cinco biznietos suponen hoy la alegría de Julia, quien recibe entusiasmada su visita cada día para salir a dar una vuelta por los alrededores de la residencia. Hace solo unos días, el pasado día 3, se reunieron todos para celebrar los 107 años de Julia, que echaba de menos ya este tipo de reuniones tras más de un año y medio sin poderles juntar.
Una pasión por su familia que ha trazado la vida de Julia, quien pasó su infancia en una huerta ubicada en la carretera que une Villamuriel de Cerrato con Palencia y desde donde diariamente se trasladaba andando hasta la maestra a la que acudía a clase en la Calle Mayor. Julia, la mayor de siete hermanos, realizaba diariamente este recorrido, que recuerda con mucho cariño dado lo que suponía en aquellos años tener la oportunidad de poder ir a la escuela.
Más tarde conoció al que fue su marido y, tras la boda, se trasladaron al barrio del Cristo, que por entonces, cuando ellos se establecieron allí, no era más que un par de casas y campo. «Todo era trigo. ¡Quién conoce ahora al Cristo, con lo mucho que ha cambiado!», explica Julia.
Durante aquellos años se dedicó junto con su marido a vender yeso y arena, ya que coincidió con la primera etapa de construcción en el barrio del Cristo y el deseo de muchas familias de comenzar allí su vida. Una actividad de venta que combinaron con las temporadas en las que su marido se trasladaba hasta Monzón de Campos a la recolección de la remolacha para la temporada del azúcar.
En 1982 falleció su marido y fue entonces cuando se trasladó a vivir con su hijo, Mariano, y su mujer. Durante más de treinta años ha permanecido con ellos hasta que, en febrero de 2020 y tras romperse la cadera tras una caída, comenzó a vivir en la residencia Ciudad de Palencia. Una entrada que coincidió con la irrupción de la covid y que ha supuesto unos meses duros y complicados, sobre todo durante el confinamiento, cuando Julia, que nació cuando aún no había llegado la radio, tenía contacto a través del exterior a través de videollamadas.
Después, las primeras visitas a través de la ventana dejaron paso a la vuelta de su familia, con la que está deseando pasar un rato todos los días. Muy pendiente de sus nietos, cuenta divertida que hace unos días le cosió «por error» los rotos de los pantalones a su nieto, que le había dado los vaqueros para que se los metiera. Y es que a Julia le encanta coser y muchas veces participa en estas tareas en la residencia, donde ha llegado a pedir alguna toalla para poder hacer unos remiendos.
Una continua actividad que mantiene a Julia muy enérgica ya que, hasta hace dos años, acudía asiduamente a gimnasia donde cariñosamente le apodaban «la niña». Ágil de mente y recuerdos, Julia Hoyos imparte cada día toda una lección de vida.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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