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El apiculturor palentino Franscico Salvador, a la izquierda, trabaja con sus colmenas, de las que saca la miel Brezos del Norte. El Norte

La miel adulterada clava el aguijón a los 691 apicultores palentinos

Los bajos precios por «el fraude generalizado» frenan la llegada al mercado del 60% de la producción, tal y como aseguran los productores

Marco Alonso

Palencia

Domingo, 17 de marzo 2019, 15:42

Vivir de la apicultura en Palencia no es fácil. La provincia es un lugar lleno de peligros para las abejas. Los ataques del oso y la llegada de la avispa asiática son problemas que preocupan mucho en el norte, mientras que el uso de insecticidas en los cultivos, especialmente del centro y el sur, llevan años siendo un dilema para los pocos que deciden aventurarse a vivir de la miel. Tantos son los riesgos que, de las 691 explotaciones que hay en la provincia, solo 17 pertenecen a apicultores profesionales, a unos empresarios que han tenido que añadir a todos sus quebraderos de cabeza locales otro que llega principalmente desde el país del sol naciente: las mieles adulteradas con jarabes, unos productos mucho más baratos que están haciendo que el mercado se tambalee.

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La miel, como todo el mundo sabe, es un alimento producido por las abejas a partir de sus secreciones de néctar de flores. No obstante, en los últimos años el mercado se está copando de productos que cuentan con un porcentaje elevado de jarabes que poco o nada tienen que ver con la miel y que, paradójicamente, están haciendo que el precio de la miel de verdad baje notablemente. Jarabes de fructosa y glucosa elaborados a partir de maíz, caña de azúcar, arroz y remolacha son añadidos a mieles reales, rebajando su precio, tal y como ha informado recientemente la Unión de Uniones de Agricultores. «Se está poniendo el foco en el etiquetado de las mieles, que llevamos años demandando, y que, aún siendo necesario para el consumidor, no es la causa ni la solución de la crisis de precios y de la falta de demanda. El verdadero motivo de la crisis es la mezcla de mieles con jarabes», resaltaba hace unos días la organización profesional agraria.

Las adulteraciones que han roto el mercado no se pueden detectar con técnicas homologadas, pese a que sí que existen análisis capaces de determinar si lo que se vende como miel, lo es en realidad. La resonancia magnética nuclear permite descubrir la presencia de estas adulteraciones, de hecho puede llegar a desenmascarar la clase de jarabe que se ha usado en ese proceso fraudulento. No obstante, la Organización Común de Mercados (OCM) aún no ha admitido el uso de estas prácticas para determinar la autenticidad de los productos y esa falta de medios para destapar estas estafas está incidiendo de forma alarmante en el mercado.

Reinario en el que trabajan las reinas. El Norte

Varios apicultores de la Unión de Campesinos de Castilla y León (UCCL) se han unido para enviar al laboratorio más prestigioso de Europa cinco tarros de miel que se ofertaban en diferentes supermercados de Castilla y León con el objetivo de determinar si lo que se vendía como miel ciertamente lo era, y el experimento ha dejado claro que la adulteración está presente en algunas de las mieles que se venden en Palencia. «Hemos enviado de todos los precios y de varios supermercados que no puedo mencionar, y según el laboratorio, eso no es miel», recalca el responsable de apicultura de la UCCL en Palencia, Francisco Salvador, que asegura que el hecho es tan grave que alguno de los casos han detectado productos desconocidos. «Nos han comunicado que han encontrado productos que ni siquiera tienen en sus registros», asevera para afirmar poco después que no puede presentar el caso a los tribunales. «Pese a todo, si llevamos eso a juicio, con los técnicos y métodos que hay ahora, perdemos», incide.

El problema está haciendo que, según las estimaciones de los apicultores, un 60% de la miel que se produce en Castilla y León no salga al mercado porque la bajada de los precios ha llevado a los productores a decidir no dar salida a sus productos ya que, si lo hicieran, llegarían incluso a perder dinero. Para acabar con este problema, la nueva norma de calidad de la miel que ultima el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación exigirá que las etiquetas de los envases de este producto indiquen el país o países de procedencia, el porcentaje del contenido que corresponde a cada uno de ellos y si ha sido tratado con calor, una medida que servirá al consumidor para conocer más sobre el producto que compra. No obstante, los apicultores reclaman que junto a esta medida se deberían actualizar los medios de control, algo que no es tan fácil de conseguir, tal y como explica el presidente del Colegio de Veterinarios de Palencia, Luis Fernando Román. «El comercio internacional no es tan sencillo. Tienen que estar todos los países de acuerdo y admitir que hay un problema», apunta Román, que cree que la solución al problema es complicada, aunque tiene muy claras las causas. «Los envasadores consiguen mieles más baratas en el mercado de fuera y lo que hacen es importarlas», recalca.

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Ante esta situación, comprar miel no es tan fácil para el consumidor, que puede ser objeto de una estafa sin siquiera percatarse. No obstante, el presidente del Colegio de Veterinarios de Palencia asegura que la fórmula para poder seguir disfrutando de miel de calidad es relativamente sencilla. «La miel cristalizada nos asegura que no está adulterada. Mucha gente cree que la miel cristalizada tiene azúcar añadido, pero eso es mentira, la miel tiende a cristalizar», apunta Luis Fernando Román.

Francisco Salvador es, además de responsable de apicultura de la UCCL en Palencia, uno de los apicultores con una mayor producción de la provincia gracias a su millar de colmenas, cuyas abejas se encargan de elaborar la miel Brezos del Norte. Salvador asegura que el hecho de contar con una envasadora le ha permitido sortear los efectos de la bajada del precio de la miel, ya que no depende de terceros. Aún así, reclama que los controles de los productos de fuera de nuestras fronteras sean tan exigentes como lo son aquí. «A mí la Junta me exige que les informe del lugar y la fecha de cosecha, de la tienda a la que va cada lote e infinidad de información más, pero a estas industrias no les piden la trazabilidad para saber de dónde sacan estos jarabes que dicen que son miel», recalca el gerente de Brezos del Norte que, pese a todos los problemas, asegura que se dedica a una actividad que le apasiona.

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