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Con la llegada de los primeros días cálidos, que se intercalan con mañanas y tardes de nublado o viento, los negocios hosteleros palentinos han aprovechado para sacar mayor rendimiento a sus terrazas, para poner a punto sus permisos o para ampliar sus instalaciones temporalmente.
En ... establecimientos como La Taberna o Don Jamón, situados en la Plaza Mayor, normalmente no podían poner terraza desde antes de Navidad hasta después de Semana Santa. La ausencia de las procesiones deja lugar a sus negocios. «Este año me ha supuesto el ahorro importante de no tener que desmontarla y que volverla a montar», asegura la propietaria de La Taberna, Marta Gil Lovelle, que ha hecho acopio de varios calefactores. A día de hoy, pueden poner 22 mesas, en lugar de las 30 habituales. En Don Jamón les han permitido 11 y también se han hecho con estufas y toldo. «La gente está respondiendo bien, pero tiende a quedarse en la terraza», observan desde el restaurante. «Servimos muchos cafés por la mañana y tenemos reservas a la hora de comer, no nos podemos quejar», reconocen.
Otra cosa es cuál es la fórmula mágica para facturar: «Unos días se trabaja, pero otros no viene gente ni a patadas», contrapone Gil Lovelle con sinceridad, y recuerda que, a pesar del buen tiempo del pasado Domingo de Ramos, en su caso fue un día sin demasiados clientes.
Estos últimos días también han florecido terrazas efímeras. En el caso de las calles de La Cestilla y de Don Sancho se ha cortado el tráfico desde Jueves Santo hasta hoy, Domingo de Resurrección, para permitir hasta diez mesas de terraza a cada uno de los locales de estas vías. Habitualmente, la anchura de la acera impide que tengan terraza, de modo que esto supone una vía de escape muy importante.
Maribel Contreras, dueña de La Galería, situada en Don Sancho, indica que ya se ha facilitado la solución de cerrar al tráfico desde el sábado a las 14 horas y todo el domingo (una medida que va a extenderse al menos hasta el final del verano). «Pienso que sería útil cortar el tráfico de la calle todos los días desde las dos, porque no sé si vamos a aguantar mucho más», propone. «Tener terraza es un alivio, el resto del tiempo estamos muertos», indica.
En Casa Lucio también han acogido la noticia como una solución «salvavidas» ante la incertidumbre de no saber si estos días serán «mejores por los que no salen o peores por los que no llegarán», tal y como plantea Borja Pastor Bodero, al frente del negocio. El hostelero explica que dejarán un pasillo libre para que puedan pasar la policía y otros servicios públicos. En su caso, el éxito de sus terrazas dependerá más del tiempo, ya que no pueden hacer instalaciones muy complejas, debido a lo breve del despliegue.
Otro punto neurálgico de la ciudad es el Paseo del Salón, por el que también se despliegan varios racimos de mesas. «Miramos hacia la Semana Santa y hacia el futuro con mucho miedo, deseando que haga buen tiempo y aprovechando a servir cafés cuando se puede», cuenta José Antonio León Ruiz, que regenta El Chaval de Lorenzo. No taladró su terraza a finales de 2019 porque iba a cambiarla, pero los temporales de aquella época le forzaron a hacer una inversión de miles de euros para recuperar su infraestructura, que ahora está acristalada pero abierta. Aunque el año pasado le descontaron 600 euros de la tasa de terrazas, la covid no le ha permitido empezar a recuperarse, y ahora espera instalar un toldo en la acera de enfrente.
Por su parte, el propietario del restaurante Babel, Diego Pajares, ultimaba durante los últimos días de marzo el acondicionamiento de su terraza, que cuenta con una veintena de mesas. El hostelero también posee el bar Moesia, para el que ya preparó un cerramiento parcial, ya que para ser considerada terraza no puede exceder las tres paredes, o las dos paredes y un techo. Para este otro local ha solicitado la ampliación de terraza sobre los aparcamientos, lo que supondrá ocho mesas a mayores de las diez ya disponibles.
Eso sí, «aguantarán un poco más» para ampliar la capacidad cuando el tiempo sea más estable. «La flexibilización que mejor nos vendría sería la del toque de queda, que sigue limitándonos mucho y nos impide servir la mayor parte de las cenas», completa Pajares.
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