Borrar
Isidoro Macho Martín, que murió a los 91 años.
«Merecía irse de este mundo con el cariño de su familia al lado»

«Merecía irse de este mundo con el cariño de su familia al lado»

Isidoro Macho Martín, de 91 años, murió el día 27 en el hospital Río Carrión por la covid después del brote detectado 17 días antes en la residencia de Salinas de Pisuerga en la que vivía

Lunes, 2 de noviembre 2020, 08:05

La covid está atacando con virulencia a la residencia Río Pisuerga de Salinas de Pisuerga en esta segunda oleada de la pandemia, con 78 residentes contagiados y tan solo ocho libres del virus que fueron trasladados a Guardo, así como 13 empleados afectados por un brote detectado el pasado día 10 tras el positivo de una trabajadora del centro. De esos 78 usuarios, diez han estado hospitalizados y nueve de ellos han fallecido. Una de esas víctimas mortales, Isidoro Macho Martín, de 91 años (cumplía 92 el 3 de noviembre) y natural de Salinas de Pisuerga, llevaba en la residencia de mayores desde el primer día del verano de 2017, y aunque su salud era delicada en los últimos tiempos, el coronavirus pisó el acelerador en esa recta final de su vida.

«Mi suegro estaba muy bien en la residencia, el trato era allí muy familiar. En la primera oleada de la covid la residencia lo hizo muy bien, el tiempo le dio la razón con lo de no haber visitas y no hubo contagios, pero pudimos hablar con él por videollamadas, además colgaban vídeos de los residentes.Cuando acabó el confinamiento pudimos ir ya a Salinas y dejaban que le sacáramos de paseo, pero en julio volvieron a restringir las visitas y yo no he podido verle más. A principios de septiembre tuvieron que hospitalizarle en el Río Carrión porque le faltaba la respiración, dijeron que había sufrido un pequeño infarto y que tenía el corazón al 30%, pero se recuperó bastante. Ya nos habían dicho antes que la covid había entrado en la residencia, pero el día 19 de este mes nos avisaron de que estaba de nuevo ingresado en el hospital porque se ahogaba. Le hicieron la PCR y dio positivo, le llevaron a una planta covid y así hasta que este lunes empeoró y les dejaron a mi mujer y a mi hija poder ir a despedirse», comenta Arsilio, el yerno de Isidoro Macho Martín, crítico con la restricción a las familias para acompañar a sus seres queridos en sus últimos momentos. «Entiendo que en la primera oleada del coronavirus no pudieran estar los familiares, porque faltaba material en los hospitales y las residencias, pero ahora sí podían facilitar un EPI al familiar para que esté al lado de la cama del contagiado. Esta generación que ha dado tanto al país merece irse de este mundo con el cariño de un familiar al lado y no como perros, me parece algo canalla», agrega el yerno de Isidoro, un palentino de Salinas de Pisuerga que pasó una parte importante de su vida en Bilbao.

«Lino, el padre de mi suegro, era oriundo de Valcobero, era allí apicultor pero luego se trasladó la familia a Salinas de Pisuerga. Mi suegro era el tercero de cuatro hermanos. Juana y Juan, que eran los dos primeros, ya murieron; luego iba él y por último, Feli. Mi suegro ayudó con las colmenas a su padre y no quería trabajar en la mina, así que en cuanto acabó el servicio militar entró de mozo en FEVE. Era muy nervioso pero la cama le encantaba, se debía despertar cuando escuchaba los pitidos del tren y casi tenía que cogerlo en marcha», recuerda el yerno de Isidoro, que enumera los destinos laborales posteriores de su suegro.

«Estuvo destinado también en Santibáñez de la Peña y luego en Mataporquera, hasta que en 1977 se fue a Bilbao y allí estuvo en la estación de La Casilla y en la de La Concordia hasta que se jubiló en 1992. En 1956 se casó con mi suegra, Pilar, que era la hija del potentado del pueblo, porque su padre, que era pasiego, compró un molino ahora sumergido por el pantano de Aguilar y contrató a unos ingenieros alemanes y le hicieron una central eléctrica con la que abastecía de electricidad a Salinas de Pisuerga y la zona. Mi suegra, en los años 30, tenía ya muñecas, cuando no las tenía ninguna niña», comenta Arsilio, que incide en que Isidoro tenía amistad con el padre de su futura mujer hasta que este se enteró de que eran novios. «Quería otra persona para ella. De hecho, mis suegros no se casaron hasta que falleció el padre de ella, que tenía genio pero era buena persona, porque tenía también una tienda de ultramarinos y fiaba a todo el mundo cuando no había dinero y muchas veces no lo cobraba», añade Arsilio.

«Una bella persona»

«Mi cuñado Toño, que también trabajó en Renfe de maquinista, nació en Salinas, pero mi mujer, Ana, nació ya en Mataporquera», comenta Arsilio, que define a su suegro como «muy buena gente, una bellísima persona».

«Era muy querido en Salinas. Estuvieron viviendo mi suegra y él en Lejona hasta que enviudó en 2017. Alos quince días de morir ella, que eran ambos del mismo tiempo, estaba él ya en Salinas en la residencia. Tenía demencia senil », hace hincapié Arsilio, que asegura que Isidoro no se hizo del Athletic estando en 'el Bocho', sobre todo porque el fútbol no le interesaba nada. «Sí le gustaba leer el periódico», apunta Arsilio, un vitoriano que conoció a Ana, su mujer, durante un viaje por la península del Yucatán en México al que fue con una cuadrilla de Bilbao, y que ahora cuenta como un palentino más.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elnortedecastilla «Merecía irse de este mundo con el cariño de su familia al lado»